Artículo publicado en Rojo y Negro nº 381 de septiembre
Todos vivimos en el fango, pero algunos miramos las estrellas.
Es en la última década (más o menos), cuando el capitalismo, a través de sus representantes políticos y económicos, y por medio de expertos comunicadores en todas las áreas de la vida (cultural, científica, empresarial, etc.), utilizan toda la artillería mediática y política para convencernos de que la policrisis sistémica, tiene solución y el mundo seguirá girando…
Más o menos este sería el argumento (con diferentes variantes) que se utiliza de manera central y que Emmanuel Rodríguez sintetiza en uno de sus artículos:
…“La promesa de un capitalismo verde era la promesa de una solución capitalista a la crisis capitalista.
La transición impulsaría gigantescas inversiones en energías renovables, la electrificación de la economía, la descarbonización, etc. Estas inversiones impulsarían el empleo y a su vez los ingresos fiscales, de un Estado más intervencionista y con vocación social. A su vez, el control de capitales, la desglobalización parcial y la creciente autonomía del Estado, permitirían sellar un nuevo pacto social de integración de las mayorías proletarizadas y precarizadas. Las inversiones requeridas para la transición ecológica empujarían, en definitiva, la rentabilidad del capital y también nuevas capacidades de integración social.
Con los matices que se quiera, y con las mismas ilusiones de superación del capitalismo por la vía del Estado social industrial, el Green New Deal ha sido una de las formulaciones más acabadas de este proyecto”.
Resulta que en el Estado español, el sector más dinámico de la economía -desde el punto de vista del crecimiento o de crecimiento del PIB-, el sector turístico, es a la vez, uno de los sectores que originan un crecimiento o aumento mayor de la policrisis sistémica del capitalismo: destrucción de suelo y territorio; depredador de energía; contaminante en emisiones que aceleran el cambio climático; incremento desmedido de la especulación urbanística y desplazamiento de las personas (ciudadanas) de sus barrios, ciudades y pueblos; aumento de la gentrificación… y por supuesto, precarización del modelo de relaciones laborales ya de por sí sobreexplotado, y extensión a los trabajos en hostelería que precarizan aún más sus condiciones laborales, al hacerles casi imposible encontrar una vivienda o piso para vivir, si no es a costa de más del 85% de su salario mensual o vivir en infraviviendas.
La política económica solo tiene una lectura de estas cifras: son resultados económicos positivos que para nada tienen en cuenta todos los otros factores que terminamos de señalar.
El capitalismo “verde y sostenible” anclado a la retórica y el dinero de la agenda Verde Europea y los fondos de Recuperación y Resilencia (fondos de los cuales el sector turístico se ha llevado un buen pellizco), no va a transformar el modelo de negocio que es internacional y dominado por los grandes “tours operadores”, aunque sea una profundización del modelo de vida fangosa en la que nos sumergimos cada vez a mayor velocidad, ya que nos permite la “ilusión de la felicidad y el mirar a las estrellas” (preferentemente apuntándolas con el móvil).
La promesa “verde” del capitalismo, no va más allá de buscar nichos de rentabilidad para el capital pues el capital sigue sin encontrar rentabilidad suficiente en sus inversiones y entre otros factores es lo que explica que nos encontremos en una situación de relativa “creación de empleo”, es decir que sea abundante, pero especialmente o tan solo en los servicios, donde los empleos están mal pagados, precarizados y a la vez son poco productivos.
La paradoja es irresoluble -por ahora-, pues desmontar las “promesas del capitalismo verde” como resolución de la(s) crisis del capitalismo, dentro del capitalismo, simplemente es una tautología , y parece misión imposible -por ahora-, que el personal se convenza de que se tiene que pelear para mostrar y demostrar, que las soluciones no pueden venir del capitalismo -sea del color que sea-, sino todo lo contrario, que pasan por una redistribución de la riqueza, cuantificación de la misma y establecer (por medio de mecanismos de contrapoder, no hay otra) mecanismos de vida bastante más austeros para todas las personas, no solamente para quienes poco o nada poseen y son desposeídos de medios, recursos y vida.
Desiderio Martín Corral
Gabinete de Estudios Confederal de la CGT
Fuente: Rojo y Negro