Este mes, tu panadero, tu farmacéutica, tu profesor, tu mecánico, o la dependienta del Zara del centro comercial han hecho frente al segundo pago de la declaración de la renta. Millones de trabajadores honrados han cumplido sus obligaciones como ciudadanos. Nada tiene de heroico, es el precio a pagar por disfrutar de carreteras, escuelas, hospitales, seguridad o televisión pública. Esas son las reglas del juego de la ciudadanía. O al menos lo eran hasta que el Gobierno de nuestro país puso en marcha la amnistía fiscal.
Que Hacienda no somos todos lo sabe cualquiera, al menos cualquiera que tenga domiciliado el pago de la declaración en su banco. Ayer, quizá fue ese vecino tuyo, ése que ni siquiera te habla del tiempo en el ascensor pero que quiere ser tu amigo en Facebook, el que comprobó que el extracto de su cuenta corriente había disminuido en favor de las arcas del Estado.
Que Hacienda no somos todos lo sabe cualquiera, al menos cualquiera que tenga domiciliado el pago de la declaración en su banco. Ayer, quizá fue ese vecino tuyo, ése que ni siquiera te habla del tiempo en el ascensor pero que quiere ser tu amigo en Facebook, el que comprobó que el extracto de su cuenta corriente había disminuido en favor de las arcas del Estado. No es ninguna proeza, ponerse al día con nuestros impuestos es lo habitual por estas fechas. Al menos, lo habitual para la clase social a la que Montoro pide ” los sacrificios importantes”. Ésa, de izquierdas o de derechas, tanto da, que asiste impasible a que un gobierno amparado bajo el paraguas de la mayoría absoluta rompa la baraja con la que hasta ahora se jugaba a la democracia.
Resulta que mientras a ti te retienen un 23% en la nómina de este mes, los tramposos tienen todavía tiempo para pagar sólo un 10% de lo adeudado sobre las rentas que no han declarado por el IRPF. Es decir, que mientras tu amiga peluquera pasará noviembre bastante justa por haber hecho sus deberes, el vecino del ático podrá ahorrarse un buen dinero del que le correspondía pagar por haber sido un estafador. Qué le vamos a hacer, perdonar es de cristianos. Ahora bien, lo de poner la otra mejilla, empieza a ser más bien de gilipollas. Sabemos que hace tiempo que se inventó aquello de que el Estado tiene el monopolio de la violencia legítima. Lo dijo Weber, lo que no nos contó es que la violencia en el año 2012 no sólo se ejerce con porras, también con amnistías.
Una violencia social que vuelve a recordarnos que los que se rascan el bolsillo para pagar la crisis somos los de siempre. Tu primo el que paga el IVA de sus facturas al 21% , tu hermano el que da de alta a sus trabajadores en la Seguridad Social, tu amigo el que ha tenido dos pagadores este año y ve cómo se le dispara la deuda con Hacienda. Mientras, saltinbanquis como Adelson acamparán en nuestro patio de vecinos con su circo permanente libre de cargas. Bienvenido Mr. Marshall. Qué le vamos a hacer, las leyes son las leyes salvo que tengas dinero para saltarlas.
Carlos Torres
Extraido de: importanciacapital.com
Fuente: Carlos Torres