Los pueblos que hoy se rebelan lo hacen por considerar intolerables a gobiernos que poco o nada hacen para detener los acelerados procesos de deterioro de las condiciones materiales de reproducción de sus vidas; gobiernos que, por el contrario, han preferido enfrentar con violencia las protestas en vez de asumir las demandas de los pueblos como propias.

[publicado por GRAIN]

Pese a las malas cosechas en Rusia y en Europa oriental, la cosecha mundial de cereales del 2010 se calculó en 2 mil 230 millones de toneladas, la tercera más grande en la historia. El consumo de cereales de ese año fue de 2 mil 260 millones de toneladas. Ese pequeño déficit de cereales no debería representar un verdadero problema pues, según datos de la FAO, a comienzos de año había más de 500 millones de toneladas de reservas de cereales, más que suficientes para cubrirlo, con creces.

Pese a las malas cosechas en Rusia y en Europa oriental, la cosecha mundial de cereales del 2010 se calculó en 2 mil 230 millones de toneladas, la tercera más grande en la historia. El consumo de cereales de ese año fue de 2 mil 260 millones de toneladas. Ese pequeño déficit de cereales no debería representar un verdadero problema pues, según datos de la FAO, a comienzos de año había más de 500 millones de toneladas de reservas de cereales, más que suficientes para cubrirlo, con creces.

Parte de la paradoja de la crisis alimentaria es que la escasez de alimentos es relativa, como lo apunta el director del Instituto Oakland: “No se puede usar la palabra escasez si se considera que más de un tercio de los cereales producidos en el mundo son usados como alimento para animales, y que una parte cada vez mayor es utilizada para hacer agrocombustibles”.1 El nuevo destino de buena parte del volumen de los granos del mundo, junto con la especulación desatada a raíz de las malas cosechas de trigo, provocó un aumento en los precios mundiales de los alimentos desde mediados de 2010.

Tal vez la principal razón de esta escalada de precios sea la especulación alimentaria, pues en 2010 el volumen de los mercados de futuros de “materias primas alimentarias” aumentó 23% en la principal bolsa de valores agroalimentaria del mundo: la Chicago Mercantile Exchange.2 Al incremento especulativo, sugiere Jalife-Rahme, se sumó la inflación generalizada por la reciente inyección de dinero de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Ambos movimientos se tradujeron en lo que se comienza a conocer como agflación (inflación injustificada de los productos agropecuarios). En febrero de 2011, la FAO reportó que en enero el índice para los precios de alimentos alcanzó un nuevo récord histórico: aumentó por séptimo mes consecutivo, y alcanzó un promedio de 231 puntos, un 3.4 por ciento más que en diciembre de 2010 y el más alto (en términos reales y nominales) desde 1990, fecha en que se comenzó a medir.

Los “países de la periferia” fueron quienes más sufrieron tales aumentos. Según datos recogidos por la prensa, la ONU reconoce que en 2010 se gastó más de un billón en importaciones de alimentos, y los países pobres tuvieron que pagar por ellos 20% más que en 2009.3 Jalife-Rahme afirma que la venta de alimentos ya se convirtió en el cuarto mayor negocio del mundo, después del petróleo, el narcotráfico y la venta de armas.

El Parlamento Europeo reconoce que un 50% del incremento de los precios alimentarios recientes se debe a la especulación. Incluso los euro-diputados enviaron una petición al G-20 para que tome medidas contra la especulación y “estudie la posibilidad de conferir a la Autoridad Europea de Valores y Mercados (AEVM) competencias más amplias, para impedir las manipulaciones y los abusos en dichos mercados, [y] garantice que la negociación con derivados sobre materias primas alimentarias se restrinja,  en la medida de lo posible, a los inversionistas directamente vinculados a los mercados agrícolas”.4

Aunque es difícil determinar con precisión otras causas del incremento de los precios en 2010, informes recientes sugieren que tales subidas también se debieron al crecimiento de algunos cultivos estratégicos como materias primas para elaborar agrocombustibles. Esta tendencia ya operaba desde hace algunos años. Subvencionar agrocombustibles tuvo la consecuencia de que 100 millones de toneladas de cereales se excluyeron del sector alimentario en 2007; entre 2002 y 2008, 75% del alza de los precios de los alimentos se debió al desarrollo de los agrocombustibles; la subida de los precios de la energía y los abonos sólo sería responsable de un 15% del aumento global de 140% en ese periodo. Según un reporte del Banco Mundial, no publicado, pero filtrado a la prensa y citado por Toussaint y Millet5, “la producción de biocarburantes desordenó el mercado de los productos alimentarios de tres maneras principales: La producción de trigo se orienta hacia el etanol y no hacia la alimentación. Actualmente, casi un tercio del maíz que se produce en Estados Unidos se utiliza para producir etanol y cerca de la mitad de los aceites vegetales (colza, girasol y otros) para biodiesel. Esta dinámica alcista atrajo la especulación sobre los cereales.

 Según datos recabados por el Earth Policy Institute, de los 416 millones de toneladas de cereales que se cosecharon en los Estados Unidos en 2009, 119 millones se destinaron a destilerías de etanol, lo cual es suficiente para alimentar a 350 millones de personas durante un año”. Otras causas que podrían estar presionando los alimentos a la alza son el incremento en la intensidad de las sequías, la erosión del suelo, el agotamiento de los acuíferos, la reducción en algunos lugares del mundo de la superficie del área irrigada, el derretimiento de los glaciares y la conversión de tierras agrícolas para otros usos.

Sea como fuere, la combinación de la crisis agraria de largo plazo y la irrupción desenfrenada de la especulación alimentaria, así como el reciente boom en el acaparamiento de tierras a escala global6 están llevando al límite las condiciones de reproducción de millones de seres humanos en la periferia del mundo. Ya en septiembre de 2010 se experimentaron revueltas por el acceso al pan en Mozambique; a fines de ese año hubo protestas en China por los altos precios de los almuerzos para estudiantes de secundaria, y en Argelia por el incremento de la harina, la leche y el azúcar.7

Pero fueron nuevamente los países de África del Norte (y algunos del Medio Oriente) los qué más resintieron la inflación alimentaria ya que, como reconoce un estudio publicado por la FAO a finales de 2010:

Para satisfacer sus necesidades internas los países de África del Norte dependen sobremanera de las importaciones de trigo del mercado internacional, siendo Egipto el mayor importador mundial, pues importó unos 10 millones de toneladas de trigo en la campaña comercial 2009/10 (julio/junio). Argelia, Marruecos y Túnez importaron unos 4 millones 700 mil toneladas, 2 millones de toneladas y un millón cuatrocientas mil toneladas, respectivamente, pese a las cosechas abundantes obtenidas en 2009. Se prevé que en 2010/11 los volúmenes de las importaciones sean mucho mayores en los países afectados este año por una cosecha menguada.8

Durante el primer trimestre del 2011, las rebeliones sociales en África del Norte y el Medio Oriente (Túnez, Egipto y Libia de forma más generalizada; Argelia, Marruecos, Bahrein, Yemen, Omán, Jordania, Kuwait y Arabia Saudí, con menor fuerza hasta el momento) volvieron a colocar sobre el tapete el debate sobre la crisis agroalimentaria.

Sin desconocer el complejo entramado de las causas que desembocaron en el derrocamiento de los dictadores tunecino y egipcio y en los levantamientos populares en el resto de los países de la región, cada vez es más claro que el incremento desmedido en el precio de los alimentos a finales de 2010 y comienzos de 2011 jugó un papel importante en el estallido de la ira popular, como lo reconocen algunos observadores:

La mayoría de los países africanos dependen hoy de la importación de alimentos, mientras que los Estados árabes, con Egipto a la cabeza, se han consolidado ya como los mayores importadores de cereales del mundo. En Túnez, Argelia y Egipto los hogares deben invertir de un 40 a un 50% de sus ingresos en la compra de alimentos, de modo que el “boom” de los precios del 20 hasta el 25% que se vivió a partir de noviembre apenas pudo ser absorbido. Mucho menos por una población abrumadora joven que padece un insoportable desempleo. Sin trabajo no hay salario, poco pan y menos carne todavía.9

Krätke nos recuerda los trabajos pioneros de historiadores como EP. Thompson quien, bajo el concepto de “economía moral de la multitud” estudió sistemáticamente el papel de las crisis alimentarias en los sucesivos ciclos de revueltas de la sociedad inglesa durante el Siglo XVIII. Como en esa época, los pueblos que hoy se rebelan lo hacen por considerar intolerables a gobiernos que poco o nada hacen para detener los acelerados procesos de deterioro de las condiciones materiales de reproducción de sus vidas; gobiernos que, por el contrario, han preferido enfrentar con violencia las protestas en vez de asumir las demandas de los pueblos como propias. l

Miguel Ruiz Acosta

1 Deen, T. (2011). Síntomas de una nueva crisis mundial.
http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=97310

2 Jalife-Rahme, A. (2011). El meganegocio de los cárteles alimentarios anglosajones. Contralínea, 218. http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2011/01/30/el-meganegocio-de-los-carteles-alimentarios-anglosajones/

3 Jalife-Rahme, A. (2011). La globalización financierista intensifica la hambruna global y sus revueltas.  La Jornada: http://www.jornada.unam.mx/2011/02/16/index.php?section=politica&article=024o1pol

4 Informe del Parlamento Europeo 16.02.11: http://www.europarl.europa.eu/pdfs/news/expert/infopress/20110216IPR13780/20110216IPR13780_es.pdf

5 Toussaint, E. y Millet, D. (2008) “Repaso de las causas de la crisis alimentaria mundial”: http://www.cadtm.org/Repaso-de-las-causas-de-la-crisis

6 Borras, S. y Franco, J. La política del acaparamiento mundial de tierras. Replanteando las cuestiones de tierras, redefiniendo la resistencia, 2010. http://farmlandgrab.org/wp-content/uploads/2010/12/La-pol%C3%ADtica-del-acaparamiento-mundial-de-tierras.pdf

7 Deen, T. (2011). op.cit.

8 FAO (2010). Perspectivas de cosecha y situación alimentaria, 4. http://www.fao.org/docrep/013/al972s/al972s00.pdf

9 Krätke, M. (2010). Especular con el hambre: el mundo, ante la próxima crisis alimentaria.  http://www.rebelion.org/noticia.php?id=112889

10 Thompson, E.P. Tradición, revuelta y conciencia de clase. Barcelona: Crítica, 1979.


Fuente: GRAIN