Comunicado del Secretariado Permanente de CGT Catalunya

Hoy hemos conocido el posicionamiento de un juzgado social de Barcelona en relación a la huelga de riggers en el montaje de escenarios del Sònar. Un posicionamiento que aporta argumentos propios del tardofranquismo para favorecer la contratación de esquiroles por parte de Fira de Barcelona, así como justificar no adoptar medidas cautelares, porque entonces (sic) ‘sería desproporcionado por la incidencia en otros trabajadores’.

Hoy hemos conocido el posicionamiento de un juzgado social de Barcelona en relación a la huelga de riggers en el montaje de escenarios del Sònar. Un posicionamiento que aporta argumentos propios del tardofranquismo para favorecer la contratación de esquiroles por parte de Fira de Barcelona, así como justificar no adoptar medidas cautelares, porque entonces (sic) ‘sería desproporcionado por la incidencia en otros trabajadores’. Estamos ante un argumento que aplica en la práctica totalidad de las huelgas, en una economía hiperconectada y multiproveedora, y que de facto, puede hacer ilegal casi cualquier huelga.

El nombre de este juez es Santiago Vidal. El pensamiento neoliberal no entiende de colores de banderas, sino de a qué clase se favorece. Estamos ante un gravísimo ataque concreto enmarcado en un contexto de ataques graves al derecho de huelga.

En el Estado español la palabra esquirol define aquel trabajador que no acata la decisión de hacer huelga o bien se pone al servicio del patrón para sustituir huelguistas y así reventarla.

Desde el inicio del movimiento obrero se ha identificado el esquirolaje (y los esquiroles) como los colaboradores necesarios del empresario cuando intenta parar el poder real que tenemos los trabajadores: sin nosotros y nuestra fuerza de trabajo, no son nada. Las huelgas eran, obviamente, ilegales y consideradas una forma de sabotaje contra la propiedad. No nos tenemos que esconder, sí: es un sabotaje organizado y de momento legal contra la economía, con la voluntad de ejercer coacción sobre un poder omnipresente y muy superior, que nos explota y maltrata cotidianamente.

Sin este contrapoder obrero, las trabajadoras no tendríamos ninguna posibilidad de obtener mejoras o evitar agresiones. Como resultado de la fuerza demostrada, y la necesidad de hacer algunas cesiones que alejaran respuestas más contundentes sobre su negocio y sistema, las huelgas se legalizaron y reconocieron como un derecho sindical: a base de hacer huelgas “ilegales”, no lo olvidemos nunca.

Una vez reconocida, las fuerzas de la oligarquía, jueces y políticos a su servicio intentan reducirla hasta lograr su utopía neoliberal: las huelgas irrelevantes y duramente reprimidas se surten de un corral cada vez más estrecho. En este sentido se produce normalización de servicios mínimos máximos, aplicación de medidas penales contra piquetes, criminalización en los medios de comunicación y (últimamente de forma intensa) creación de una nueva doctrina restrictiva desde los estamentos judiciales.

Podríamos citar como muy relevante la aceptación del esquirolaje de la empresa cliente al contratar un proveedor que no esté en huelga (sentencia TS caso Altrad) o la declaración de ilegalidad cuando hay varios promotores (para evitar huelgas de sindicatos no mayoritarios).

La clase trabajadora tenemos, pues, una disyuntiva: o nos domesticamos y aceptamos una normativa y doctrina que reduce a la irrelevancia la lucha o bien pasamos a redoblar nuestra presión mediante más desobediencia, más acción directa y más socialización de los conflictos.

La CGT de Catalunya no se domesticará nunca. Hacemos un llamamiento a la solidaridad con las huelguistas del Riggers de Fira de Barcelona y a que toda la sociedad esté atenta y participe en los actos de apoyo que sean necesarios, en este y otros conflictos que vendrán.

¡Viva la Huelga!

¡Viva la lucha de la clase obrera!

Secretariado Permanente de la CGT de Catalunya


Fuente: Secretariado Permanente de la CGT de Catalunya