Cientos de personas abarrotaron el Cuarto del Almirante del Alcázar de Sevilla para asistir a la presentación del libro “El Canal de los Presos (1940-1962). Trabajos forzados : de la represión política a la explotación económica”, editado por Crítica y redactado por un equipo multidisciplinar amparado en el programa de Recuperación de la Memoria de la Historia Social de Andalucía de CGT-A.

Cientos de personas abarrotaron el Cuarto del Almirante del Alcázar de Sevilla para asistir a la presentación del libro “El Canal de los Presos (1940-1962). Trabajos forzados : de la represión política a la explotación económica”, editado por Crítica y redactado por un equipo multidisciplinar amparado en el programa de Recuperación de la Memoria de la Historia Social de Andalucía de CGT-A.

La masiva afluencia de asistentes hizo que la mitad se quedara fuera de un acto que sirvió, más que para presentar el libro, para realizar un merecido homenaje y reconocimiento público a todos los luchadores por la libertad cuya fuerza de trabajo fue explotada por el criminal régimen fascista del general Franco y aprovechada económicamente por los terratenientes del bajo Guadalquivir y alguna de las futuras empresas punteras de la construcción civil de este país.


En la prensa : Diario de Sevilla :

«Con el canal de los presos hay que reescribir la posguerra»

Los presos y sus familiares tomaron la palabra en el Real Alcázar. Memoria viva de una laguna de nuestra historia escrita a pico y pala

FRANCISCO CORREAL

«A Enriqueta Adame, hija y hermana de preso». Esta cordobesa de Fuente Palmera le pedía una dedicatoria a Antonio Miguel Bernal, prologuista y colaborador del libro El Canal de los presos (1940-1962). Antes, en un salón del Real Alcázar abarrotado de público, Francisca Adame, hermana de Enriqueta, hija, hermana y cuñada de destinados a trabajos forzados en el campo de los Merinales, emocionó al auditorio con un poema alusivo a esa historia tremebunda. «Su cuñado era mi padre, Baltasar Jiménez, topógrafo de profesión», dice Juan Antonio Jiménez al final del acto.

La dedicatoria a Enriqueta y el poema de Francisca corroboran la tesis de quienes han trabajado en este libro : fue la memoria familiar la que mantuvo encendida la tea de uno de los episodios más tristes de la guerra y, especialmente, la posguerra española, que en opinión de Antonio Miguel Bernal son en cierta forma sinónimos : «La Guerra Civil española no termina en 1939, se mantiene hasta 1962, cuando se cierra el último campo».

En un acto presidido por el alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín, el aplauso más cerrado de la tarde se lo llevó Cecilio Gordillo, que firmaba libros y recibía besos como un cantante de moda. «Yo vivía en Su Eminencia», dice el impulsor de este proyecto, «y aprendí a nadar en esos canales ; de chiquillos pensábamos que el canal de los presos era de la época de los romanos, porque nos contaban que allí trabajaron esclavos». Y lo eran, como recordó Gonzalo Pontón, consejero delegado de ediciones Crítica, responsable de la publicación. «Fue un caso de represión política convertido en explotación económica para agradecerle a los terratenientes los servicios prestados beneficiándose de una mano de obra gratuita con la que multiplicaron por dos mil el valor de sus propiedades».

Francisca Adame es una de las personas entrevistadas por el antropólogo Ángel del Río, que emulaba a su cuñado José Saramago firmando libros : «Es la historia de los presos y también la de unas mujeres depositarias de la memoria de esa barbarie que tuvieron que sacar adelante a sus familias con el estigma de rojas».

Gonzalo Acosta, geógrafo, dice que este libro, que incluye el nombre de 2.600 presos que trabajaron en las obras del canal, daría para muchas novelas. Propone la de una fuga con final feliz. Emilio Silva, 38 años, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, dio en 2000 con los restos de su abuelo gracias a otra fuga. «Los fusilaron en Priaranza del Bierzo. Iban quince y uno, Leopoldo Moreiras, se fugó». A Silva le llegó el testimonio por Arsenio Marcos y lo convirtió en una novela, Las fosas de Franco, escrita con su amigo el delineante Santiago Macías. Su abuelo no tuvo la suerte de Sánchez Mazas ni él la de Cercas.

El caso de los presos del Canal obligará a reescribir la historia de la posguerra española. «No lo digo yo, lo ha dicho Paul Preston», dice Bernal, nacido en El Coronil, cuyo pantano de la Torre del Águila abastecía de agua a esos canales.


Par : CGT Andalucía