El paro, los sin papeles, sumergidos unos en el mar, otros en la economía, la siniestralidad laboral… a la manera de cifras se cifran los mensajes, para que nos entre por un oído y nos salga por el culo, es la metonimia por la sinécdoque, pues la tragedia, tragedias personales, están en cada parte y se pierden en el todo, incapaces de abstraer tan sencillo jeroglífico, : ( , …
… nos volvemos indiferentes, perdemos nuestras sensibilidades en pena plañidera y nos debilitamos sin hacer nuestro su latir, sin ternuras, así nos deshumanizamos. Cada drama humano conlleva aparte otras zancadillas que se traducen en consecuencias fatales : el hambre alimenta el estado policial y abarrota los penales, culpa de todos cuando asumimos el discurso del miedo que nos convierte en agentes represivos, con esa obsesión por estar protegidos, por defendernos ante amenazas magnificadas, es nuestra demanda y su oferta, la de Fausto y Mefistófeles, imprudencia que acarrea además, recortes en libertades y derechos, tanto así para la clase ex-trabajadora, como para la clase trabajadora, así es nuestro rebaño.
No hay justicia social, la legislación lo ampara. Frente a la pobreza, se condena el robo de subsistencia, frente a la imposibilidad de acceder a una vivienda digna, se condena la ocupación. Cuando ETA arrasó la Casa-Cuartel de Burgos, los especuladores se volvieron filántropos, a los pocos días, el casi centenar de familias despojadas tenía hogar. Por ningún medio, por miedo a ser etiquetado de pro-etarra, ninguno se atrevió a comentar lo que colateralmente se descubría : la cantidad de vivienda vacía que existe. Cada cupón da su suerte y al pobre la mala sombra, pues que existan casas desocupadas como objeto o patrimonio inversor, que los ases del urbanismo no habiten prisiones, lleva consigo que éstas se llenen de constructores de chabolas, masones de las logias calé, latina y sarracena, en su hacinamiento más prietos que las uvas de un racismo.
La sociedad sin maleantes, ¿es utópica ? Siempre habrá buenas o malas conductas, son rutinas heredadas, pero que han seguido en nuestra cepa una senda evolutiva de un determinismo mal adiestrado, desde siempre y desde lo más temprano de nuestras vidas, y que sólo atiende a la normalización de la brecha social, para dar rienda a las peores calañas y comportamientos, que se alimentan en estilos de vida viciados, abundante conflictividad en todos los aspectos de la vida cotidiana, conflictividad que se sentencia en tribunales tóxicos que realimentan esta pesadilla que se muerde su cola cascabel. A la salida de este laberinto empero, aún permanecen grupos tribales de nuestro género humano, que han escogido otras travesías menos espesas en maleza, sociedades más avanzadas en la autogestión austera e introspectiva del comportamiento, mejor organizadas y más avanzadas también en materia de justicia ecuánime, ejemplos que precisan revisión, reflexión, debate y estudio, ejemplos que precisan poner en tela de juicio nuestra justicia y su trasfondo.
Volvamos a nuestra genealogía y concretemos : frente al abuso, en una democracia, ¿qué recursos tiene el ciudadano para intervenir ?, ¿qué nos diferencia del socialismo de estado, que se derrotó a sí mismo como antes el cristianismo ?, ¿qué nos diferencia de la dictadura cuartelera ? Da igual el color, si para gusto el tornasol ; pena que no estemos preparados para la anarquía y antepongamos la tutela vertical frente a la autogestión horizontal, lástima que no empaticemos con las teorías evolutivas de Kropotkin, ni entendamos el decrecimiento como gestión y redistribución de recursos, como consumo con sumo gusto, de lo necesario y coherente, como corriente reveladora de otros estilos de vida, más estimulantes y lejos de preocupaciones anímicas, así será la madurez del individuo. El decrecimiento también supone, un frente al imperialismo ambiental que todo arrasa, colonizando, expropiando y expulsando al humilde campesino comprometido con el medio, imperialismo que especula con el hambre, que destina el 40 % de la producción mundial de cereales para la alimentación animal que será carne picada en el Burdel King de nuestra esquina, imperialismo que potencia el cultivo de agrocombustibles por lo crudo que está lo del petróleo, de gran volatilidad bursátil por su escasez y sus cruzadas bélicas, imperialismo que siembra mega-latifundios de transgénicos con secuencias genéticas alteradas que incorporan en su propio ser insecticidas y otras toxinas pa’ nuestro buche, imperialismo asimismo, que patenta semillas a manera y uso de propiedad privada sobre las formas de vida.
La democracia liberal nos vende el gato por libre, gato encerrado y todo bajo control, cada vez más y más, la cual no abolió sino creó la esclavitud del trabajo asalariado para hacernos despertar también entre algodones. Al demoliberalismo exterminador sólo le queda una última parcela por apropiar con nuestro permiso, que estamos concediendo a la mercantilización y privatización de los servicios públicos, muy en particular la sanidad, servicios que se menosprecian de forma cicatera e interesada. Capítulo aparte merecen los lobbys farmacéuticos, anestesiados nos tienen pues con tanta pastilla en este nuestro mundo Matrix, pastillas que se procesan con el único fin de alargar la vida, no importa que conlleven o no bienestar, cronificando enfermedades y otros males sin curar, porque el curar es un negocio negativo, negocio que mata a seropositivos del cono sur, así como de otras infecciones desterradas del eje norte. No quiero eludir en este capítulo tan saludable, por su actualidad mediático-controlada, de otro particular por cierto de rebotica, más allá que un secreto a voces, para ocuparme de la gloriosa gripe porcina, que debemos a nuestro señor Donald Rumsfeld, el tío Gilito de los laboratorios, Dios creador y salvador, criador de la famosa gripe A, creador del famoso Tamiflu que nos asiste, amén de a su propio bolsillo.
Nuestras instituciones sociales están fundadas en ideas sofistas ; mientras éstas sean aceptadas generalmente, estarán a salvo las instituciones edificadas sobre ellas. El gobierno permanece fuerte porque el pueblo piensa que la autoridad política y la compulsión legal son necesarias. La acariciada superstición de que lo que existe es algo permanente, contrapone unos miedos con sus antagónicos en nuestra dialéctica fetichista. Nuestra democracia vitalicia es absolutismo, es otra variante sutil de aquel despotismo ilustrado que reinó por Europa un par de siglos atrás. Tenemos miedo a ser libres, a no creernos capaces de conducir nuestros propios destinos, y como nuestra estupidez no abarca límites, más tememos a un mundo desmilitarizado que a las propias guerras que nos protegen de esa amenazadora igualdad global. Nosotros, que ahora nos chupamos los conflictos bélicos por la tele, acabaremos siendo protagonistas, no lo duden, porque el fascismo como la estupidez, tampoco tiene límites, los recursos de la madre tierra, sí, y así llegará el día en que se cuenten con los dedos de un muñón, con la imposibilidad de empuñar el puño alzado, á tout les misérables sans-culotte.
Goio González-Colectivo Malatextos