Artículo de opinión de Rafael Cid
<<Gobierne quien gobierne las pensiones se defienden>> ha sido uno de los lemas recurrentes de la marea pensionista. Pero en realidad la pancarta siempre tuvo más de fachada que de realidad. En la mayor parte de las movilizaciones que las asociaciones de jubilados realizaban su objetivo preferente era el rechazo de la reforma de Mariano Rajoy, y muy de lejos, y con sordina, de la de José Luis Rodríguez Zapatero, que fue la primera en aplicarse.
<<Gobierne quien gobierne las pensiones se defienden>> ha sido uno de los lemas recurrentes de la marea pensionista. Pero en realidad la pancarta siempre tuvo más de fachada que de realidad. En la mayor parte de las movilizaciones que las asociaciones de jubilados realizaban su objetivo preferente era el rechazo de la reforma de Mariano Rajoy, y muy de lejos, y con sordina, de la de José Luis Rodríguez Zapatero, que fue la primera en aplicarse. De ahí que a larga se impusiera la idea, fruto del sobado y rentable maniqueísmo derecha-izquierda, que toda la artillería había que dirigirla contra la del PP. Incluso en el ambiente estaba que, con un gobierno de coalición progresista en la Moncloa, criticar la de los socialistas era hacer el juego al enemigo. Poli malo, poli bueno, todos cazan incautos.
Y donde dije digo ahora digo Diego. El 19 de febrero del año pasado, Unidas Podemos (UP) se levantaba de la Comisión del Pacto de Toledo (un tinglado patrocinado por la antigua y corrupta CiU en los noventa) de manera sorpresiva, frustrando la ratificación del borrador ya aprobado con las recomendaciones para <<actualizar>> el sistema público de pensiones. Según una de sus representantes, la ahora ministra de Trabajo Yolanda Díaz, UP no podía aceptar un planteamiento que buscaba <<recortar las pensiones>>, exigiendo que la edad de jubilación volviera a los 65 años en que estaba hasta que Zapatero lo elevó hasta los 67. Pero en verdad se trataba de un golpe de efecto, motivado por el cálculo partidista. La confederación morada entonces pastaba en la oposición y presumiblemente a las puertas de un adelanto electoral. Indisponerse con cerca de nueve millones de pensionistas no parecía un buen negocio cara a las urnas para los de Iglesias. Como se acaba de demostrar ahora, con UP disfrutando ya de las mieles del poder en un gobierno progresista de la sedicente izquierda. Como si hubieran comprendido que la doctrina del shock publicitada por Naomi Klein también puede servir de herramienta política para sus intereses cortoplacistas.
Aprovechando el fragor del estado de alarma en ciernes para tratar de frenar la segunda ola de la pandemia, ahora sí, Unidas Podemos ha complotado con los restantes partidos del arco parlamentario para trasladar al Ejecutivo (a ellos mismos) nuevas reformas para <<mejorar el sistema público de pensiones>> (en el argot de la institución que lleva la marca de la provincia del bolo). En sustancia una de cal y cinco de arena. El documento ahora aprobado por unanimidad habla de recuperar la revalorización de las pensiones con el IPC y de <<alargar la edad real de jubilación y acercarla a la edad legal>>, que en sucinto esperanto significa agravarla y empobrecerla. Precisamente lo que UP esgrimió hace solo 20 meses para salirse de aquel cónclave austericida. Una propuesta que sin duda Bruselas agradecerá. Aunque resulte incongruente y doloso que el país con más paro juvenil de la Unión Europea (el 44% de los menores de 25 años antes del mazazo de la Covid-19) lo celebre dilatando aún más la salida del mercado de trabajo de los mayores con o sin patologías previas. La nueva normalidad.
Esto significa que la contrarreforma emprendida por el PSOE en 2010, con el plácet de CCOO y UGT, se queda tal cual, y que, por el contrario, la del PP de 2012 se rectifica justamente. Con ello, como ocurre con el incremento de la deuda pública que pagarán las generaciones futuras para confort de las presentes, jóvenes y adolescentes, hipotéticos jubilados cuando les llegue su hora, serán los más perjudicados. Una estafa generacional. Hay que recordar que el hachazo dado al sistema público de pensiones por Rodríguez Zapatero fue estructural, mientras que el de Rajoy fue sobre todo coyuntural, inducido por los efectos económicos y sociales de la crisis financiera del 2008. Esta actuó fundamentalmente para devaluar la cuantía de las percepciones vivas, y aquella para empeorar las condiciones de los plazos para acceder a la prestación, aumentar los años de cotización que dan opción a la pensión máxima y ampliar la edad de jubilación. Lo que pasa es que las movilizaciones de los afectados que llevaron la presión de la calle a las instituciones se centraron en la del PP y minusvaloraron la del PSOE. La eterna canción cuando en el gobierno están <<unos de los nuestros>>. Entonces protestar es hacer el juego a la derecha. Lo suyo es probar la cicuta de la resignación.
Rafael Cid
Fuente: Rafael Cid