Las cosas entre España y la gran Bretaña, nunca han ido bien. ¿Será por aquellos pactos borbónicos de familia? ¿Será porque la pérfida Albión nunca ha hecho nada constructivo, por la pobre España de siempre? ¿Será que, desde la intentona de la Gran Armada “vencible” de Felipe II, la gran bretaña se la tiene jurada? En estas estábamos cuando va Picardo, y manda tirar los bloques de cemento en el fondo marino, sin encomendarse ni a dios ni al diablo.
¿Será por aquello de dar por ….? O a lo mejor es porque alguien del Foreign Office lo requiere, para tener un agosto calentito. No queda aquí el asunto, ya que va Picardo, y sin cortarse un pelo, es franco. Es preciso matizar este concepto, ya que, si bien es sincero, no es leal, con un reclamado clima de diálogo, que tanto invoca entre todas las partes. Tampoco puede predicarse del Sr Picardo una franca amistad con España. Y aunque pudiera atribuírsele algún retorcimiento, no podría afirmarse que sus actos, y menos aún sus palabras, denotan simpatía, ni espontaneidad.
¿Será por aquello de dar por ….? O a lo mejor es porque alguien del Foreign Office lo requiere, para tener un agosto calentito. No queda aquí el asunto, ya que va Picardo, y sin cortarse un pelo, es franco. Es preciso matizar este concepto, ya que, si bien es sincero, no es leal, con un reclamado clima de diálogo, que tanto invoca entre todas las partes. Tampoco puede predicarse del Sr Picardo una franca amistad con España. Y aunque pudiera atribuírsele algún retorcimiento, no podría afirmarse que sus actos, y menos aún sus palabras, denotan simpatía, ni espontaneidad. Algunos de estos atributos, del término español “franco”, adornan su cabeza bien conformada, pero hacen craso favor a su argumentario, de que los controles de la Verja por los agentes de aduanas, son prácticas de tiempos de Franco. “Manu Militari”, es lo que ha usado Sir. Picardo, en las aguas de la bahía y sus declaraciones reflejan lo que realmente (francamente) opina de aquellos que hacen, por “sus atributos masculinos”, lo que les viene en gana. Franqueza, con franqueza debe pagarse y, sobre todo, si para ello se le espetan las 3 o las 4 verdades del barquero (que en eso de los números, las versiones populares de este relato, tampoco se ponen de acuerdo).
La primera gran verdad, es que cada cual cuenta la feria como le va o le fue en ella. Pregunten a diestro y siniestro. Observarán, primero miedo en muchas personas a decir, a manifestarse, porque aquí, ya se sabe, ¡no se quieren líos! Pero si alguna persona se anima, acoten lo que diga desde la perspectiva de “donde come”. Como decía Ronaldo recientemente “No escupo en el plato donde como”. La segunda verdad, es que los nacionalismos son la expresión del más grande de los egoísmos. El termómetro nacional sube de temperatura cuando los nacionalistas confían en obtener mejoras, con respecto a los “otros”, a los “no nacionales”. Este hecho, explica el tibio sentido patriótico, si se puede llamar así, de las personas de nacionalidad española con respecto al contencioso, histórico donde los haya, de Gibraltar. Quienes, a escasos metros de la verja, viven, porque trabajan dentro o pueden trapichear sacando tabaco (fundamentalmente), tienen mucho que perder, y nada que ganar, con estas disputas ritualizadas entre gobiernos. La tercera verdad, es que a todos los Gobiernos, tanto el Español como a los otros, les importa un bledo este histórico contencioso, que es usado como moneda de cambio en otros asuntos, o negocios, de mayor interés comercial y financiero.
Pero no es momento de reinventarse el texto popular, ya que si lo recordamos veremos que se ajusta a la perfección al tema que tratamos: La primera verdad va para España evidentemente: “Quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro”. La segunda va para el Gobierno de Gibraltar “El que no está acostumbrado a bragas [ropa interior], las costuras le hacen llagas“. La tercera es la que se dicen así mismo las miles de personas trabajadoras, españolas o no, que sacan algo de la Roca “El pan duro, duro; vale más que ninguno”. Por último, la cuarta, debería servir para todas las partes “El zapato, aunque malo, más vale en el pie que en la mano”.
Rafael Fenoy
Fuente: Rafael Fenoy