Volvemos a recordar, un año más, a Carlo Giuliani en otro aniversario de su asesinato a manos de un policía. De su muerte, en el contexto de la contracumbre organizada por el Movimiento Antiglobalización con motivo de la reunión del G-8 en la ciudad italiana de Génova, han pasado ya 23 años.
Un jovencísimo Carlo, de tan solo 23 años, se encontraba participando y colaborando en las protestas y movilizaciones que se prepararon durante aquellos días en la ciudad. El viernes 20 de julio, Giuliani decidió ir a la manifestación (previamente autorizada) de “Los Desobedientes”. En algún momento de la misma, y tras horas de duros enfrentamientos con la policía, los manifestantes decidieron entrar en la zona “Rossa”, que estaba cercada por ser el lugar más cercano en el que se iban a dar cita ese día los dirigentes de los países más poderosos del mundo.
Aquellos enfrentamientos fueron agudizándose y dieron lugar a momentos de mucha tensión entre manifestantes y fuerzas de represión del Estado italiano. En algún momento de la tarde, y en el transcurso de aquellos disturbios, justo en la calle Caffa y cerca de la plaza Alimonda, se escucharon dos disparos que salieron de un vehículo “land rover” militar.
Carlo estaba en el suelo en un gran charco de sangre. Un policía le había disparado desde muy pocos metros en la cabeza, hiriéndole de muerte. Estando aún en el suelo, su conductor (otro policía) no dudó en pasarle por encima hasta en dos ocasiones, produciéndole más dolor y agonía. Carlo falleció casi en el acto. Sus compañeros y los médicos que le atendieron en el mismo lugar donde fue herido no pudieron hacer absolutamente nada por evitarle aquel injusto final. La rabia era inmensa y las imágenes de su cuerpo inerte en suelo, con una sábana por encima, rodeado de policías, dio la vuelta al mundo.
La policía ha tenido, tiene y siempre tendrá licencia para asesinar y para campar impunemente entre nosotros después de hacerlo. Mario Placanica, el carabinero que asesinó a Carlo Giuliani, fue absuelto por un tribunal que alegó que el agente «actuó en defensa propia al enfrentarse al manifestante y que no lo mató de manera premeditada, ni empleando una fuerza excesiva». Pero las imágenes de aquellos momentos muestran otra realidad, y el crimen el joven anarquista genovés sigue sin resolverse.
Al día siguiente de la muerte de Carlo, la policía entró en la Escuela Díaz. Este era un espacio que se había habilitado por los movimientos sociales para recibir a los activistas que llegaron de diferentes partes del mundo, pero también acogió a la prensa internacional. Lo que tuvo lugar en la Escuela Díaz durante unas horas de aquella noche serviría perfectamente para guionizar cualquier película de terror. Las fuerzas policiales italianas irrumpieron en el edificio, arrasando literalmente todo lo que encontraron a su paso. Pegaron y torturaron a todas las personas que se estaban dentro en aquellos momentos, la mayoría de ellas solo dormían, por lo que la resistencia a los antidisturbios fue nula. Ninguno tuvo la menor posibilidad de huir, esconderse o defenderse.
Quienes mueren luchando viven para siempre. Por eso, todos los días son 20 de julio.
A Carlo.
Fuente: Secretaría de Relaciones Internacionales de la CGT