Como era de esperarse, el Tribunal Supremo ha condenado al juez Garzón por haber ordenado las grabaciones entre los presos del caso Gürtel y sus abogados, y, como era de esperarse también, unos han aplaudido y “brindarán con champán” y otros han protestado airadamente.

Yo no haré ni lo uno ni lo otro. Demasiado sé lo que es la judicatura en todos los países y aún más la española, en la que impera un talante descaradamente ultra reaccionario. Claro que no todos los magistrados son de un talante tan rancio y carca; pero de algún modo hay que serlo para impartir “justicia” en una “democracia” tan “atada y bien atada” al franquismo y al capitalismo más inmoral.

Además, en el caso concreto de esta sentencia, ¿cómo defender a un juez que, abusando de su poder, se permite intervenir las conversaciones de los presos con sus abogados?

Yo no haré ni lo uno ni lo otro. Demasiado sé lo que es la judicatura en todos los países y aún más la española, en la que impera un talante descaradamente ultra reaccionario. Claro que no todos los magistrados son de un talante tan rancio y carca; pero de algún modo hay que serlo para impartir “justicia” en una “democracia” tan “atada y bien atada” al franquismo y al capitalismo más inmoral.

Además, en el caso concreto de esta sentencia, ¿cómo defender a un juez que, abusando de su poder, se permite intervenir las conversaciones de los presos con sus abogados?

Pocos y muy limitados son los derechos de la defensa para sentar precedentes de este tipo. Nada justifica una tal violación. Ni aún siendo delincuentes de cuello blanco los perjudicados y por muy ligados al PP que estén. Como tampoco lo justifica el que otros jueces hayan hecho lo mismo antes y no se les haya encausado.

Seamos honestos y reconozcamos que la sentencia “es procedente y adecuada a Derecho”. Al “Derecho” en vigor. Aunque tal “adecuación” lo sea a un Derecho pervertido por los intereses de Estado y del Capital. Además ¿cómo ignorar que este Derecho está en total adecuación con lo que fue la “transición” de la Dictadura a esta “Democracia”? Esa turbio contubernio que se hizo para preservar los intereses y privilegios de los de arriba en uno y otro lado: tanto en el ámbito fáctico como en el constitucional y jurídico. Una “transición” (transacción) de fachada para hacer creer que el Derecho sería igual para todos. ¿Cómo sorprenderse ahora de que algunos magistrados, que no han tenido reparos en aplicar fielmente un tal Derecho, sean víctimas de haber olvidado la misión por la que estaban allí: perseguir a los de abajo y no a los de arriba?

Es difícil de saber si Garzón lo olvidó o si fue su celo represivo profesional el que le hizo rebasar los límites de sus prerrogativas. Pero, sea lo que sea, el problema ahora es que sus colegas del TS tienen las “manos limpias” para limpiarse la conciencia, en la otra causa que tienen incoada a este juez, por haber planteado tan mal la instrucción en el caso de los desaparecidos durante la guerra civil y el franquismo: perseguir a los responsables muertos y olvidar a los vivos (Fraga, etc.). Además de que la prepotencia de este juez ha servido en bandeja a la Derecha franquista el poder enterrar definitivamente la rehabilitación de las víctimas del franquismo por la vía judicial. Y ello no sólo por razones de Derecho, la existencia de la Ley de amnistía de 1977, sino porque la personalización a ultranza de tal rehabilitación, a través de Garzón, facilita a los políticos evadir su responsabilidad por permitir que esta Democracia siga validando las sentencias franquistas. Y eso más de 30 años después de la desaparición del Dictador y de múltiples legislaturas con gobiernos socialistas.

Desgraciadamente y sea cual sea el resultado de este otro juicio, el hecho es que la victimización de Garzón ha desplazado el combate, por la rehabilitación definitiva de las víctimas de la represión franquista y por la ruptura institucional con aquel régimen, a otro terreno que el político: al de la venganza personal. Y que, en consecuencia, ese combate sea falso e inútil. ¿Lo comprenderán todos los que hoy se movilizan en su defensa? ¿Llegarán a comprender que no debe proseguirse el combate en el terreno judicial sino en el político y a través de la movilización popular contra este sistema “atado y bien atado”?

Octavio Alberola


Fuente: Octavio Alberola