En Colombia, las protestas juveniles, alegres y pacíficas, no sólo lograron que el gobierno diera marcha atrás a una reforma de ley estudiantil, sino que despertaron en la población el interés por informarse en medios de comunicación diferentes a los convencionales.
La esperanza reescrita con ingenio y sin violencia
En Colombia, las protestas juveniles, alegres y
pacíficas, no sólo lograron que el gobierno diera marcha atrás a una
reforma de ley estudiantil, sino que despertaron en la población el
interés por informarse en medios de comunicación diferentes a los
convencionales.
Henry Alejandro Molano y Juan Camilo Biermann
Fotos: Véala
La esperanza reescrita con ingenio y sin violencia
En Colombia, las protestas juveniles, alegres y
pacíficas, no sólo lograron que el gobierno diera marcha atrás a una
reforma de ley estudiantil, sino que despertaron en la población el
interés por informarse en medios de comunicación diferentes a los
convencionales.
Henry Alejandro Molano y Juan Camilo Biermann
Fotos: Véala
Bogotá, Colombia. En
noviembre pasado, mientras caminábamos para reunirnos enla Plaza de
Bolívar de Bogotá, evitar cierto júbilo era tarea infructuosa. Había en
el aire una íntima convicción de estar participando en algo más grande
que la mera celebración por el aviso presidencial de retiro del proyecto
de reforma ala Ley de Educación Superior. Desde edificios, estaciones
de gasolina, tiendas y autobuses atrapados por el paso de la marcha se
veían carteles y se escuchaban consignas de apoyo: “¡Que viva el paro
estudiantil!”, “¡No dejemos privatizar la educación!”, “¡Abajo la Ley 30
y su reforma!” Hasta donde la vista alcanzaba se veían marchantes,
muchos de ellos disfrazados, cantando y bailando, sin que el recio
aguacero menguara los ánimos. Y así como ocurrió en Bogotá ocurrió en
Cali, Pereira, Medellín, Barranquilla, Bucaramanga, Tunja, Cúcuta,
Quibdó, Popayán, Neiva, Ibagué, Villavicencio, Cartagena, Manizales, San
Andrés… Pero, ¿a qué se debía tanto entusiasmo y tanta gente unida en
torno a una movilización social?
El paro nacional había sido declarado
desde la radicación, en octubre pasado, del Proyecto de Reforma
número112 ala Ley30 de 1992 o Ley de Educación Superior. Este proyecto
de reforma, según el gobierno, había sido debatido públicamente desde el
primer trimestre del año a través de numerosos foros y charlas. Sin
embargo, frente al resultado final quedaba claro que muchas de las
propuestas formuladas desde diversas instancias estudiantiles y
universitarias habían sido ignoradas. Así, ante la obstinación del
gobierno (cuyos rostros visibles son la ministra de Educación, María
Fernanda Campo, y el presidente de la república, Juan Manuel Santos) en
presentar su proyecto de reforma, desdela Mesa AmpliaNacional
Estudiantil (MANE) se convocó al paro nacional. Para cuando esto se
estableció, ya había siete universidades públicas en paro debido a su
incierta situación financiera y a los riesgos de seguridad que corren
tanto profesores como estudiantes.
La Ley 30 de 1992 y su reforma
¿Qué se le criticaba al proyecto de
reforma del gobierno? Principalmente la profundidad y ampliación que
daba al modelo de educación superior establecido ya enla Ley30 de 1992.
Exponemos algunos elementos:
– Educación entendida como servicio, condicionada por sus méritos en el mercado.
– Ampliación de la cobertura, definida
por la cantidad de estudiantes matriculados y no en términos de
estudiantes graduados o egresados. Para “garantizarla” se propuso un
aumento presupuestal en términos absolutos, cuya destinación específica y
forma de cálculo no se explicaron; en términos relativos, este aumento
ni siquiera garantiza las condiciones mínimas necesarias que permitan
ampliar efectivamente la cobertura en términos del gobierno.
– Un sistema de subsidios a la demanda a
través del crédito bancario que garantiza el endeudamiento progresivo y
creciente de quienes deseen acceder a la educación superior.
– Pese a que no se hace explícito el
ánimo de lucro para las universidades, éste se reconoce al presentar a
la educación superior como fuente de mano de obra con formación básica
flexible, apta para el mercado internacional en el marco de acuerdos
internacionales, como el recién aprobado Tratado de Libre Comercio (TLC)
con Estados Unidos, a partir de una inversión pública que no se
corresponde con el IPC[1] o con la tasa de crecimiento económico.
Ante este panorama, el movimiento
estudiantil y otros estamentos sociales, incluidas voces expertas a las
que suelen apelar los medios tradicionales, adelantaron algunas
consecuencias:
– La consolidación de las universidades como productoras de mercancías bajo el principio de la eficiencia económica.
– Criterios de control de calidad
basados en resultados cuantitativos –en particular la cobertura y la
calidad estandarizada– sin que en éstos tengan verdadera relevancia
temas como la autonomía universitaria, la excelencia de los programas
académicos o la proyección profesional de los egresados.
– Un sistema educativo no estructurado,
sin diferenciaciones ni jerarquías internas, sin definición clara de
funciones propias ni articulaciones con otros segmentos del sistema
educativo.
– Relaciones de competencia de mercado
entre las universidades y los institutos de formación técnica por un
presupuesto insuficiente, y de dependencia del sector privado al
forzarlas a apelar a éste para solventar sus gastos.
– El establecimiento de una ley que no cuenta con la aprobación de los sectores educativos directamente relacionados con ella.
Movimiento en los medios
Al principio, medios tradicionales de información como El Tiempo, El Espectador, RCN (radio y televisión), Caracol Televisión o Semana
cuestionaron la comprensión dada al proyecto de reforma por parte del
estudiantado. “¡No te dejes engañar!”, “No insistan”, “Infórmate”,
repetía la propaganda que empezó a circular explicando las apuestas del
gobierno. Ante el paro y la movilización estudiantil aparecieron las
declaraciones estos medios y, aunque fueron alterando su discurso a
medida que la situación cambiaba, mantuvieron una postura de defensa del
gobierno y buscaron banalizar las exigencias y argumentos del
movimiento estudiantil. En los debates públicos entre la ministra de
educación y representantes estudiantiles se puso en evidencia lo bien
informado que está el movimiento estudiantil frente al reiterativo y
poco claro discurso de la ministra.
Ésta fue la primera evidencia que el
movimiento estudiantil colombiano hizo emerger. En varios medios
tradicionales los argumentos del gobierno flaqueaban, mientras que la
presencia de los voceros estudiantiles fortalecía al movimiento. En
pocas semanas algunos medios advirtieron la fortaleza del movimiento: no
solo tenía las razones de las que los defensores del proyecto carecían,
sino que se trataban de argumentos contundentes. Además, la
construcción de un programa mínimo para discutir con la sociedad y las
formas novedosas de protesta merecieron la simpatía de sectores que se
habían mostrado apáticos.
Y cuando las marchas, los “pupitrazos”,
las “besatones” y la movilización de cientos de estudiantes en las
calles por todo el país comenzaron a mostrar una forma de acción
inesperada para las comunidades que las presenciaban con algo de
desconcierto, risas y aceptación, los medios tradicionales criticaron
las molestias que generaban las protestas públicas en cuanto a movilidad
y resaltaron la cantidad de dinero que se perdía por cada día de paro
y, con el tiempo, se comenzó a insinuar que simplemente los estudiantes
estaban de vacaciones. No faltó la acostumbrada vinculación del
movimiento estudiantil con disturbios violentos, lo que se sumó a los
rumores de infiltración guerrillera en las movilizaciones y en el
movimiento estudiantil mismo.
Muy poco se mencionó acerca de la
participación de universidades privadas en la movilización o de los
mecanismos democráticos que fueron implementados dentro del movimiento
estudiantil para alcanzar consensos, organizar la movilización y tomar
decisiones estratégicas. Mayor relevancia le dieron a otros hechos, como
el reinado nacional de belleza, las eliminatorias al mundial de fútbol y
las presumidas bondades del TLC firmado con Estados Unidos.
De todas maneras, demostrados el ingenio
y la no violencia estudiantil a través de las manifestaciones
realizadas, los medios tradicionales apuntaron hacia la idea de que los
estudiantes no habían querido notar lo positivo que traía consigo la
reforma; incluso se hizo un particular llamado a la sensatez y a la
cordura, como si “movimiento estudiantil” se tratara de un problema
psicológico que obedece a los ímpetus juveniles. Irónicamente, esta
postura establecida frente al movimiento estudiantil –al que los medios
no consideran como tal y lo denominan protesta estudiantil o paro universitario–
ha despertado en la población el interés por consultar medios de
información menos oportunistas para evitar los filtros que se hicieron
evidentes en la comunicación, y acceder así a una información más amplia
y menos sesgada. El movimiento estudiantil hizo evidente que los medios
tradicionales en Colombia no solamente no son una muestra de
pluralismo, sino que son algo que requiere la sociedad.
Movimiento estudiantil 2012
Tras el logro del retiro efectivo del
proyecto de reforma en noviembre pasado y el levantamiento del paro
(condicionado por el cumplimiento de una serie de garantías mínimas
exigidas, no alcanzadas aún en todas las universidades), al actual
Movimiento Estudiantil se le presentan nuevos retos. Lo primero es
mantener su unidad y coherencia internas, fortaleciéndolas y
ampliándolas a medida que pase el tiempo. Lo segundo, consolidar
vínculos solidarios con otros movimientos sociales (campesinos,
indígenas, mineros, etcétera). Asimismo, el movimiento deberá mantenerse
como interlocutor participante en el debate y la definición de la
política gubernamental en educación. Pero sobre todo, formular una
propuesta alternativa de Ley de Educación Superior que garantice
accesibilidad, calidad, permanencia, proyección profesional y respeto
por la diversidad, teniendo en cuenta que lo que esto implica de fondo
es la transformación del modelo de sociedad y país que queremos en el
presente y para el futuro.
El movimiento estudiantil en Colombia
concluye este año con algunas universidades aún en paro, debido en buena
medida a que las garantías para restablecer las clases no se han dado
localmente. Ello hace que la unidad del movimiento sea el aspecto que
con más cuidado debe tratarse.
Tener la capacidad de reflexionar sobre
lo hecho no es un reto nuevo. El movimiento estudiantil colombiano está
aún a tiempo de escuchar con mayor atención las críticas que se formulan
desde el propio movimiento y desde otros espacios académicos y
sociales: cargar al movimiento estudiantil con las necesidades de otros
sectores, pensar la educación técnica y tecnológica desde una
perspectiva crítica como otras opciones de formación superior y pensar
las dinámicas que han permitido, luego de 40 años, volver a conformar un
movimiento estudiantil tan vinculante y amplio como el actual son sólo
algunas de ellas.
La construcción de pensamiento crítico
requiere fortaleza y las evidencias cotidianas nos dejan ver que la
fuerza no ha mermado. El entusiasmo de una sociedad que se atrevió a
salir a las calles, a aplaudir desde sus ventanas, a tocar las bocinas
de sus vehículos al paso de los manifestantes, a fijar en el papel y con
sus voces que otra forma de habitar el mundo es posible, no fue una
sorpresa. Lo que muchos medios ya han mostrado es evidente para muchos
de nosotros: hay una sociedad que quiere un cambio, que está dispuesta a
reclamarlo y a luchar por él. Desde Estados Unidos hastala Patagoniahay
una sociedad convencida de que sus orígenes están en la educación.
[1] Índice de Precios al Consumidor
__________
“Le ganamos el pulso al gobierno”: estudiantes de Colombia
Las y los estudiantes en Colombia, estamos
demostrando que continuamos desarrollando un papel importante, no sólo
en el plano de la agitación política, sino de la construcción de
propuestas, que superan lo meramente reivindicativo
Colombia.
El día de hoy, observamos con gran satisfacción el auge que ha tenido, y
que seguirá teniendo, el fortalecimiento del movimiento estudiantil
colombiano y su respectiva movilización.
El proceso comenzó en el mes de marzo,
cuando las diferentes universidades concurrieron en lo que se denominó
Encuentro Nacional de Estudiantes Universitarios (ENEU), allí se afirmó
la necesidad de articularnos a través de un proceso organizativo que
permitiera la unidad en la acción, propuesta que a pesar de haberse
realizado en encuentros anteriores, encuentra su nacimiento gracias a la
coyuntura. El gobierno había presentado a la opinión pública su
proyecto de reforma a la Ley de Educación Superior.
De esta forma, hoy hemos podido confluir
en la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE), proceso que ha permitido
en aspectos organizativos, rebosar las organizaciones, colectivos,
grupos de trabajo y darle cabida a todo el estudiantado que ha planteado
su sentir en ellas. Para nosotros es importante mencionar que en la
MANE no solo participan los estudiantes de las universidades públicas,
sino también los de las universidades privadas y los de las
instituciones de educación superior técnicas y tecnológicas.
Las y los estudiantes en Colombia,
estamos demostrando hoy en día que continuamos desarrollando un papel
importante, no solo en el plano de la agitación política, sino de la
construcción de propuestas, que superan lo meramente reivindicativo.
La MANE, a pesar de estar en
construcción ha mostrado su capacidad de movilización y su fuerza en los
argumentos, lo cual le ha permitido dar la pelea en el debate público y
en las calles a través de la movilización.
¿Qué hemos ganado?
El gobierno retiró del Congreso de la República, el órgano legislativo colombiano, el proyecto de reforma a la ley 30 de 1992, mediante la cual se
organiza el servicio público de educación superior. Así mismo emitió un
comunicado comprometiéndose públicamente a conformar junto con los
docentes, rectores y demás miembros de la comunidad académica, una mesa
de diálogo, con el fin de construir una reforma a la educación.
De esta forma, se dieron las tres
condiciones exigidas por la MANE para el regreso a clases, le ganamos el
pulso al gobierno, considerando esta una victoria parcial y
preparatoria para lo que viene de aquí en adelante que es el poder
construir una reforma educativa de manera amplia, democrática e
incluyente, que garantice el derecho a la educación con cobertura,
financiamiento, calidad, autonomía y democracia.
Este periodo significó para el
movimiento estudiantil un constante de jornadas de movilización y
presión política, siempre teniendo como bandera lo que representaba para
la educación superior, no solo la reforma a la actual ley 30 de 1992, sino también exponiéndole a la sociedad colombiana la lamentable realidad de la educación que evidencia un retroceso.
A pesar de que no hemos podido superar
la constante estigmatización que pretende favorecer unas minorías en
Colombia, durante estas jornadas de movilización que hemos tenido desde
el mes de marzo hasta este momento, hemos ganado favorabilidad y
credibilidad en la opinión pública.
¿Qué se viene ahora?
A partir de este momento, se nos vienen
retos de gran transcendencia, uno es el fortalecimiento del movimiento
estudiantil a través de la MANE, lo cual permite una articulación
nacional, y supera los sectarismos, principismos y localismos, de modo
que permite construir una propuesta de contenido político que no se
quede en lo reivindicativo y sea una verdadera propuesta de cambio a
largo plazo.
Asimismo, debemos consolidar la
construcción de mesas de trabajo locales, que nos permitan pensarnos
desde lo amplio, gremial e incluyente la propuesta de reforma a la
educación que tanto soñamos.
Como Proceso Nacional Identidad
Estudiantil, invitamos a todos los países latinoamericanos a
movilizarnos por la defensa de la educación como un derecho que es
nuestro, y por el cual debemos exigir garantías para nuestro goce
efectivo y pleno, teniendo en cuenta que las transformaciones sociales
deben realizarse con la fuerza de un continente luchador, que no permita
aplastarlas.
[1] TORRES RESTREPO CAMILO, Mensaje a los Estudiantes, Periódico Frente Unido Número 9. 21 de Octubre de 1965.
________
Por la construcción de una nueva educación en Colombia
La academia no puede seguir alejada de la realidad del país y mucho menos de las necesidades de la gente y sus luchas.
Manuel Oyola, Camilo Leal (Estudiantes de la Universidad Nacional de
Colombia, CEAT –Colectividad educativa por una academia transformadora)
Fotos: Prensa Universidad
del gobierno nacional por reformar la educación superior en Colombia nos
ha puesto a los universitarios en el centro de la opinión pública.
Nosotros, los estudiantes, profesores y trabajadores que hacemos vida en
la universidad hemos salido a las calles a defender la educación
pública, y hemos logrado derrotar un proyecto de ley que oficializaba y
legalizaba la educación como una mercancía, y a sus estudiantes los
convertía en esclavos del sistema financiero. Después del
posicionamiento de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE) en agosto,
que reunió ampliamente a todas las manifestaciones y expresiones
estudiantiles, comenzó el debate sobre el ¿qué hacer contra la reforma?,
que llevo al paro nacional estudiantil desde el 12 de octubre, una
semana después de que fue radicado el proyecto de ley en el congreso de
la República de Colombia, y a la realización de jornadas de movilización
y discusión nacionales y locales.
Fue así que saliendo a las calles,
subiéndonos a los buses, haciendo foros, hablando con la gente, con
marchas, con besos, con creatividad, trabajo y sobre todo el apoyo de
todos los sectores sociales y la gente, logramos que el gobierno
nacional retirara el proyecto de reforma del Congreso de la Nación;
ahora la lucha por construir un nuevo proyecto de educación superior que
refleje los intereses de la comunidad universitaria y de la sociedad en
su conjunto adquiere una mayor importancia, el debate sobre lo que se
enseña en las universidades, en los institutos técnicos y tecnológicos
no solo le corresponde a estudiantes y profesores sino que es un tema
que se debe discutir con toda la sociedad.
En este sentido nosotros, los
estudiantes y profesores que construimos educación tenemos el deber de
plantearnos preguntas sobre nuestro quehacer académico, sobre nuestro
oficio, y sobre nuestra existencia como estudiantes en una sociedad
profundamente desigual e inequitativa. Si pretendemos construir una
universidad distinta a la que tenemos es porque sentimos que la
universidad de hoy está en una crisis profunda, no solo económicamente,
sino que su deber en la construcción de nación se ha puesto en cuestión,
no solo desde los proyectos que intentan convertirla en una vulgar
mercancía sino desde la misma sociedad que se siente ajena al
conocimiento que desde ella se produce, y que cuestiona lo que se está
haciendo con los recursos que se destinan para la educación superior. De
esta manera comenzamos a preguntarnos lo que queremos como pueblo
colombiano, y se abre el debate donde no sólo se trata de escribir una
reforma o proyecto de ley desde los actores universitarios que dialogue
con el gobierno, se trata también de encontrarnos con los otros sectores
sociales y construir una propuesta de educación completamente nueva,
amplia y popular, la academia no puede seguir alejada de la realidad del
país y mucho menos de las necesidades de la gente y sus luchas.
Esta oportunidad histórica que nos
impone la coyuntura, resultado de la ofensiva del capital contra el
trabajo desde el último cuarto del siglo XX, y del renacer de la
resistencia y contraofensiva de los explotados en el mundo, nos pone en
una situación de lectura y re-lectura de la actualidad, que nos
permitirá avanzar hacia una sociedad donde la educación sea un eje
fundamental para el cambio y la transformación social, y de este modo
hacia un futuro mejor.
¡¡Tejiendo territorio, construyendo una academia transformadora!!
Fuente: Desinforménomos