Artículo de opinión de Jordi Martí i Font

Eduardo Galeano, Günter Grass… literatura grande, gran literatura que hoy ha dejado de vivir en su formato más reconocido por la mayoría de los humanos, el del ser vivo que llevaba estos nombres, uno y otro. Hoy el formato de ser vivo ha dejado paso al literario. Uno y otro convertidos sólo en libros, palabras, frases… Un mal día el 13 de abril del 2015.

Eduardo Galeano, Günter Grass… literatura grande, gran literatura que hoy ha dejado de vivir en su formato más reconocido por la mayoría de los humanos, el del ser vivo que llevaba estos nombres, uno y otro. Hoy el formato de ser vivo ha dejado paso al literario. Uno y otro convertidos sólo en libros, palabras, frases… Un mal día el 13 de abril del 2015.

Günter Grass, uno de los grandes narradores alemanes del siglo XX, llevaba encima la losa de haber participado en su juventud a las Waffen-SS, el cuerpo de combate nazi. Lo reconoció en 2006 y por eso una parte de la intelectualidad europea decía que su moral, su ética, no tenían ya valor. Es una opinión legítima pero yo hoy, cuando leo «El tambor de hojalata» continúo viendo una forma de ser, escribir y proponer que son irreductiblemente rebeldes. Grass admitió su «error» de juventud y según algunos esto sólo ya lo valida para continuar ejerciendo como éticamente irreprochable. En todo caso, «Mi siglo», el otro libro suyo que a mí me ha llegado adentro, es un buen ejercicio de anatomía humana sin cuerpo, a partir de las actitudes y las formas de hacer de los humanos que vivimos encima de esta bola.

De Galeano sólo puedo expresar emociones positivas. Palabras y frases en él me hacían y me hacen sentir emociones más allá de la razón, allá donde habitan los sentimientos más profundos, pero cuando por lo que sea pongo en marcha la razón, entonces todavía es mejor. Por lo tanto, sólo puedo resumir y decir frases positivas. Sé también que su maestría ha llegado mucho más allá de lo que se podría llegar a pensar, se ha pintado en plazas y paredes, se ha convertido en lema de carpetas y pancartas, voz de los que no tienen voz o más voz todavía de los que tienen y no la hacen oír. Con él muchos hemos crecido y nos hemos hecho grandes, y haciéndonos grandes hemos conocido personajes y maneras que nos hacían más humanos. De «Las venas abiertas de América Latina» al «Libro de los abrazos», Galeano era antes de que nada un periodista que pensaba y no reproducía las palabras del poder. Era, por eso, luz iluminadora pero sobre todo caricia que mima y besos que besan, un abrazo de literatura.

Que la tierra les sea leve. Nosotros no renunciaremos a ser complejos y a soñar locuras.

Jordi Martí Font


Fuente: Jordi Martí Font