[ Artículo publicado en 1979 en la revista Bicicleta, n° 20, pp. 29-31. También en (http://www.almeralia.com/bicicleta/bicicleta/ciclo/20/16.htm), sin las notas actuales.]. En www.fondationbesnard.org

Inmersos [1], como estamos, en la sociedad de consumo y sus múltiples facetas, tanto en el mundo occidental, como en el oriental y en los países en vías de desarrollo, nos resulta difícil entender, y hacer comprender, el sistema organizativo monetario durante la guerra civil española. Es importante, para empezar, conocer, al menos brevemente, las ideas propuestas por los militantes anarcosindicalistas, y de otras ideologías, antes del 19 de julio de 1936.

Por lo que respecta al
ala marxista no hay problema: al igual que la desaparición, el
debilitamiento del Estado, se remite a una fecha imprecisa, el
problema del dinero y las diferencias salariales se mantienen, tanto
en Marx [2]
como
en los marxistas leninistas:
No se

Por lo que respecta al
ala marxista no hay problema: al igual que la desaparición, el
debilitamiento del Estado, se remite a una fecha imprecisa, el
problema del dinero y las diferencias salariales se mantienen, tanto
en Marx [2]
como
en los marxistas leninistas:
No se
puede tolerar que un maquinista de ferrocarriles reciba igual salario
que un copista. Marx y Lenin dicen que la diferencia entre el trabajo
calificado y el no calificado existirá aún bajo el sistema
socialista, e incluso después de la supresión de las clases…[3]

.

Del lado
libertario se advierten dos posiciones distintas. La primera es la de
Kropotkin en
La Conquista del pan, en
la que se preconiza « la toma del montón » y la puesta en común
de las riquezas, así como el rechazo de todas diferencias
salariales. La segunda, mantiene la moneda al mismo tiempo que los
bonos de consumo, para fin de suprimir el carácter especulativo del
ahorro, el préstamo, etc. Pierre Besnard fue quien mejor elaboró
esta teoría, pensando en un sistema de salario nacional, a partir de
bonos y de intercambios internacionales, eventualmente basados en el
oro.

La
práctica revolucionaria de 1933 y 1934 clarificó los conceptos. Por
ejemplo, cuando la tentativa insurreccional del comunismo libertario,
en Aragón en diciembre de 1933, el dinero fue abolido (Macario Royo:
Cómo implantamos el comunismo
libertario en Mas de las Matas,
Barcelona,
1934, p. 19), lo que puede vincularse tanto a los artículos de Isaac
Puente en torno al comunismo libertario, como a la influencia de
Kropotkin (muy leído en España): es decir, a una tradición comunal
y un rechazo visceral a la política burguesa (que, sin duda, hay que
ligar con la tradición religiosa del dinero como fuente de
perversión).

En 1934,
cuando la insurrección, voluntariamente limitada a Asturias, por
culpa de obscuras maniobras políticas, como en las socialistas y
comunistas del Bloque Obrero y Campesino (posteriormente, agrupado en
el POUM, aglomerado de grupos marxistas disidentes antes de las
elecciones de 1936), e incluso en las del PC [4], los comités
crearon bonos para que la población pudiera aprovisionarse; bonos
que, los comerciantes aceptaban.

Estas
dos experiencias fueron ampliamente comentadas en toda España. Y los
propios socialistas y comunistas del BOC y del PC, se extasiaron (a
pesar de Marx y de Lenin-Stalin), ante la capacidad de los
trabajadores asturianos en materia monetaria. Así, del lado
anarquista, la visión de Besnard (y Leval) de un salario y una
moneda privados de sus aspectos especulativos se acercaba a la de
Kropotkin -Isaac Puente, que implica la supresión del dinero. El
Congreso de la CNT de mayo de 1936, al adoptar una ponencia sobre el
comunismo libertario, no tomó postura, pronunciándose por una
fórmula ambigua [5]
basada
en el « carnet de productor ». Por otra parte, las demás
resoluciones, citadas por Antonio Elorza en el número 32 de la
Revista del Trabajo,
van del rechazo declarado al rechazo velado. Puede por tanto,
pensarse, que la madurez en la reflexión prerrevolucionaria de
acuerdo al proyecto de «reforma monetaria y esquema de circulación
fiduciaria en una economía social» que cito en mi libro, según
Valerio Mas (que fue quien me lo hizo conocer), no empezó hasta el
comienzo de 1936, en Granollers.

La aplicación en la práctica

La
guerra planteó tres tipos de reacciones en torno a los problemas del
dinero. La primera, cronológicamente, es la que tuvo lugar en
Barcelona desde el principio de los combates, ya que los servicios
públicos (agua, gas, electricidad, etc.) continuaron funcionando y
el aprovisionamiento primario (pan, leche, etc.), siguió haciéndose,
lo que implica la preparación de los anarcosindicalistas y la
previsión de necesidades
¡Pan, la
revolución necesita pan! […]
Nuestra
tarea específica consistirá en obrar de manera tal que desde los
primeros días de la revolución y mientras ésta dure no haya un
solo hombre en el territorio insurrecto a quien le falte el pan,
Kropotkin en La
conquista del Pan, [p. 65, ed. Buenos Aires, 2005]
).

Durante
estos primeros días de fiebre, no hubo realmente reivindicaciones
globales: cada colectivo hizo el inventario de sus recursos y, al
mismo tiempo, pensó en qué medida podía contribuir a la
revolución. Me parece que pueden distinguirse dos tendencias,
partiendo de una actitud idéntica de reorganización del abanico de
salarios (los altos salarios de directores, subdirectores y empleos
honoríficos se suprimieron [6]

».), los salarios de
ingenieros y cuadros se mantienen, y los de los trabajadores manuales
se aumentan). La primera tendencia es la de trabajar menos y ganar
más, que se vio estimulada por la Generalitat y su decreto de 24 de
julio de 1936: sintomático de que, reducidos al estado de fantasma
jurídico, los catalanistas decretaran la semana de 40 horas y el 15%
de aumento en los salarios, a pesar de que las necesidades
revolucionarias eran grandes y la Generalitat no tenía ningún poder
sobre el Banco de España.

La
segunda tendencia es la de aplicar el salario único (como en los
transportes), lo que suponía que, globalmente, no podía darse
inflación ni mercado negro, y fue inmediatamente el caso, no sólo
de Cataluña, sino de toda la España republicana. Evidentemente, el
salario único no estaba fijado con rigidez, sino concebido pensando
en que también los precios se mantendrían fijos. La segunda fue la
que adoptaron los colectivos agrarios, a partir del anuncio de la
victoria en Barcelona, en lo que se designa normalmente como la
España republicana. También ahí se dieron dos tendencias: el
rechazo del dinero (quemado, incluso, en algunos casos) y la
instauración de la «toma del montón», y el establecimiento de
una moneda local. Las variaciones locales y las discusiones en
asambleas generales para modificar el sistema, son resumidas por un
testigo de la época: «
Todo lo que
se ha hecho, se hizo de inmediatamente y como ensayo. Durante los
primeros días se daban bonos para poder adquirir lo que necesitaba.
Más adelante, se hizo este papel moneda (el cual nos enseña), y
ahora hemos adoptado el sistema la fórmula del carnet de productor.
Hasta ahora, esto es lo mejor de cuanto hemos puesto en práctica»
(Bujalance, provincia de Córdoba,
reportaje de
Solidaridad Obrera,
25-9-1936,
La Autogestión en la
España revolucionaria
, p.
184 [
Autogestión y
anarcosindicalismo en la España revolucionaria
,
Buenos Aires, 2009, p. 78]).

No se da
una evolución de recursos que permita cambiar el comunismo por la
abundancia, ya que el racionamiento alcanzó a todos. Se dio también,
la permanencia de la jerarquía machista. En una economía no
racionada, la igualdad se instaura, de hecho, entre las personas y
los sexos. Al establecer el carnet de productor, los colectivos
rebajaban a la mujer, que siempre ganaba menos que los hombres.
Gastón Leval dice en la edición italiana de su libro (

Franco Né Stalin (le collettività anarchiche spagnole nella lotta
contro Franco e la reazione staliniana
,
1952):
En casi la mitad de las
colectividades agrarias, el salario que se le adjudicaba [a la mujer]
era inferior al del hombre, en la otra mitad era equivalente; estas
diferencias pueden explicarse teniendo en cuenta que la mujer soltera
pocas veces vive sola.
(pp. 314-315)
[7]. Por mi parte, y sin tener documentación de todos los salarios
según las colectividades, no veo que ningún colectivo agrario
aplicara la igualdad de salarios entre hombres y mujeres.

Estos datos permiten reagrupar
las dos situaciones –colectivos de ciudad y de campo–, por medio
de la adopción en ambos del salario familiar (según el número de
miembros de la familia), lo que sobreentiende al bloque, el clan
familiar, cuya evolución está sancionada por el matrimonio, la
marcha de los hijos … Y, naturalmente, la escala de salarios era
diferente para los hombres casados o solteros, las mujeres solteras,
los niños y los viejos (a veces separados).

Otro aspecto que coincidía en
ambas colectividades era el problema de los intercambios, la
adquisición de bienes fuera de los colectivos. En todos los casos,
la base, la estimación, se hacía en pesetas, y el acuerdo se
llevaba a cabo tanto en dinero de colectividad a particular, como en
trueque de colectividad a colectividad, cuando era posible. En este
punto nos encontramos con la falta de datos estadísticos acerca de
los productos disponibles tanto en el mercado (ciertamente
trastornado), como en las colectividades de la región y en las
propias ramas en autogestión.

Y
llegamos, naturalmente, al tercer aspecto: la banca, que se mantuvo
en manos de los (capitalistas) burgueses republicanos, a pesar de los
deseos de tomarla y el ejemplo de la requisa de la Banca de Oviedo en
1934 (lo que Federica Montseny subrayó al mostrar la gran conciencia
revolucionaria en relación con la Comuna de Paris, en
La
revolución de octubre. Quince días de comunismo libertario en
Asturias
de Solano Palacio). Se
pueden añadir deseos, y quizá hasta intentos, anarcosindicalistas
de apropiarse del oro del Banco de España en Madrid (ver, Santillán,
García Oliver, y el «Durruti» de Abel Paz), pero la colaboración
política impuesta por los dirigentes sindicalistas de CNT-UGT hizo
fallar la operación.

Hacia la autogestión

En esta
situación de doble poder, mortal y asesino para la autogestión como
ya lo habían demostrado los ejemplos precedentes (Alemania e Italia
en los años 1918-20, y la URSS de los años 1917-21), se advirtió,
sin embargo, una acentuación en el proceso autogestionario. En
Cataluña, una ley de octubre de 1936, destruyó completamente la
experiencia desde el punto de vista industrial, al hacer depender las
colectividades de los créditos gubernativos que se otorgaron según
el color político de los ministros y los responsables de las
colectividades [8]. En Aragón, una estadística regional de stocks y
necesidades funcionó al día, pero en cambio en lo relativo e
intercambios fuera de la región y con el extranjero, hubo ciertas
competencias entre el organismo responsable de las compras en el
exterior, y algunas colectividades lo suficientemente ricas como para
comerciar directamente, a pesar de que existía una caja de
compensación para las colectividades pobres. En la provincia de
Valencia, la situación se bloqueó enseguida «gracias» al PC que
propuso una organización de exportación de cítricos, saboteando la
de la CNT-UGT y llegándose a posiciones irreductibles: el rechazo
del comercio entre los organismos autogestionados y los que dependían
del PC.

Para paliar la inercia de los
oponentes y los enemigos armados en torno a la autogestión, se
establecieron relaciones económicas basadas en la política y no en
la rentabilidad: Ascó (provincia de Tarragona) recibió una ayuda
financiera del sindicato de peluqueros de Barcelona (porque un
miembro de este sindicato se encontraba convaleciendo en la
colectividad) para comprar una bomba eléctrica para el agua; y la
misma colectividad empleó a compañeros del sindicato de ladrilleros
de Granollers, para la recogida de aceituna. Se comprende que en una
atmósfera de falta de confianza, las relaciones personales no
ofrecían la garantía necesaria, pero se podría haber dado un
mínimo de coordinación, en la misma provincia, en el caso de Ascó.
Nos parece que este caso se pudo repetir, ya que las relaciones
federativas entre las colectividades, no estaban suficientemente
claras todavía.

La CNT,
que no había querido autogestionar la banca, se vio en la necesidad
de crear una para financiar los organismos económicos
anarcosindicalistas. Aún reconociendo que «el ideal … la
supresión del dinero
(es)
indiscutible», se propuso un banco con tres funciones: banco para
los sindicatos; banco para los productores (análogo a las cajas de
ahorros actuales); banco para el comercio exterior (según Amezcua en
la
Soli, 16-2-1937,
pág. 2). El proyecto se realizó finalmente cuando el pleno
económico ampliado de enero de 1938 (ponencia reproducida en
La
CNT en la revolución española
, de
Peirats, T. 3, cap. 1), y me parece que, en la práctica, no fue, en
absoluto, efectivo.

Al nivel
de las colectividades, tanto industriales como agrícolas, mi
impresión es que la situación cotidiana del salario interno por el
carnet de productor, y el cambio del empleo de la peseta para las
compras exteriores (peseta que sufrió el alza de precios de toda la
zona republicana, mientras que los salarios agrícolas se
mantuvieron, más o menos, al nivel de finales de 1936), no
evolucionó sensiblemente entre 1937 y 1938 (para Aragón y
Cataluña), y 1939 para el resto de las regiones. Era una situación
bancaria estacionaria, que se movía en lo alto, pero nunca en la
base. Las colectividades gestionaban su producción y participaban en
el esfuerzo de la guerra, enviando gratuitamente al frente una parte
de su producción, y a veces acogiendo refugiados. Este esfuerzo no
era una inversión, en el sentido económico del término. Era
necesario ganar la guerra para reforzar la revolución, y para los
comunistas era, ganar la guerra para, eventualmente, comenzar la
revolución y, de hecho, las pérdidas económicas generadas por el
PC, tanto directamente (ataques a la autogestión en Aragón en el
momento de la recolección del trigo), como indirectamente (sabotaje
de la campaña de explotación de cítricos 1937-38), son difíciles
de estimar. Pero será necesario hacerlo para tener una visión
financiera global de la autogestión.

Este asentamiento, esta
continuidad de la vida económica con o sin moneda, o con una moneda
vaciada de su poder especulativo, es la característica más
importante de la experiencia. Pero también hay otros aspectos
importantes que estudiar: la transformación de ricos en pobres (por
ejemplo, en los pueblos colectivizados de Aragón donde la moneda
local o el carnet de productor, obligaban a los ricos a elegir entre
entrar en la colectividad o dedicarse a vegetar); el atesoramiento
eventual (regreso de la especulación) en ciertos colectivos, y a qué
nivel (¿los dirigentes eran un embrión de nueva clase?) Por mi
parte pienso que, si en las colectividades agrarias los ricos
sufrieron un cambio de condición, fue en los casos en que la CNT y
la UGT estaban unidas; pues, en los demás casos, el PC creaba una
sección de la UGT (para su propio beneficio), que protegía a los
ricos y los oponía a la autogestión. En las ciudades, a los ricos
apenas se les tocó. También pienso que, en las colectividades
agrarias los dirigentes eran, en su mayoría, conscientes de las
posibles desviaciones y tomaban precauciones; y, por el contrario, en
las colectividades industriales, tengo la impresión de que estaban
menos protegidos, sin que me sea posible poder proporcionar ningún
tanto por ciento.

Se puede señalar que los
intercambios basados en el trueque siguieron estando en vigor (países
del Este-países del Oeste, en la mayoría de los casos), y que si
los anarcosindicalistas hubieran podido poner en práctica su sistema
(el ejemplo del proyecto monetario), habría podido funcionar. Por el
contrario, el punto oscuro sigue siendo el del modelo patrón, la
estimación a partir de la peseta, necesariamente sujeta a la
inflación y dependiente de la banca; yo no tengo conocimiento de un
intento de establecer intercambios a partir de otra forma de cálculo
(la hora de trabajo de una colectividad agraria de tal región; los
artículos fijos: pan, leche o carne). El asunto está todavía por
explorar.

______

NOTAS:

1
Escrito en 1978, con pocas notas
de 2011 y algunos retoques estilísticos.

2
Indirectamente en «la producción
de la plusvalía absoluta, capítulo sobre el trabajo y su valor»,
al final del mismo en la traducción integral de
El
Capital
: Esta
fuerza de trabajo que se materializa, pues, durante los mismos
períodos de tiempo, en valores relativamente más elevados, lo de
valor superior a lo normal se traduce, lógicamente, por un trabajo
superior.
-Tomo I, pág. 158, La
Habana, 1965-.

3
Stalin, en 1931, en Cuestiones
del leninismo,
Moscú, 1947, pp.
420-421, texto auténtico; citado en Zemliak [=Mintz] traducido del
francés, en
Kropotkin Obras,
Anagrama, p. 120.

4
El PC se valió del POUM como
ariete contra Trotsky, hasta el disparate de asimilar fascismo y
trotskismo, y por tanto también el POUM. La paradoja es que Trotsky
nunca aceptó el POUM porque le quería imponer que ingresaran los
militantes en el PSOE y la UGT para darles una orientación
revolucionaria. O sea que el POUM no tuvo ningún apoyo, y desde la
CNT-FAI nada tampoco (por intolerancia y zacandillas mutuas), si bien
hubo grupos como los Amigos de Durruti que estuvieron muy próximos
de los poumistas [2011].

5
No veo porqué puse una opinión
tan negativa: Isaac Puente la sostenía y viene de Pierre Besnard
[2011].

6
Los salarios superiores presentan
todavía «sumas» injustificables; por ejemplo, cuando la ocupación
en 1973 de la fábrica Lip en Besançon se supo que un ministro,
actual eminencia gris de Giscard [presidente de la república],
Poniatowsky, recibía un salario como «ayuda para los consejos de
gestión. [Este político fue condenado por corrupción y sigue
procesado en 2011. La situación global de enchufe es todavía más
acentuad en la actualidad, 2011].

7
Ver el texto entero en “Principios
y enseñanzas de la Revolución española”
(http://www.fondation­besnard.org/article.php3?id_article=1182).

8
En el Oeste ocurre todavía y en
el Este también, pero bajo la fórmula de relaciones de corrupción
– [enchufe, cuña 2011]-o
tolkach,
que tienen por misión sentarse en los ministerios o en las antesalas
de empresarios -proveedores hasta que obtienen los créditos, los
bonos de compra, los materiales o los equipos necesarios
.(Panorama
de la URSS,
número de febrero
-marzo 1979, en el «Correo de los países del Este», pág. 155, y
siguientes, citando a
Pravda,
25-2-72, pág. 3 y a
Izvestia,
18-1-78, pág. 6).)

______

Descargar el pdf