De todo lo leído y escuchado sobre los resultados del referéndum celebrado en Ford el pasado 7 de abril, se desprende como un cierto reproche, como una censura a la decisión que los trabajadores tomaron libre y responsablemente. Tenemos la corazonada de que si el resultado hubiera sido el esperado por la empresa, la valoración de la consulta habría sido de admiración y reconocimiento hacia la plantilla.
En primer lugar habría que aclarar que el rechazo a la oferta pactada por Ford con el sindicato UGT no supone ninguna tragedia, ni sitúa a los trabajadores en un escenario peor del que ya tenían ; que no es otro que el de dos nuevos expedientes de regulación de empleo (ERE) que la Generalitat acababa de aprobar en esos días. En todo caso, lo que ha evitado la plantilla con su voto negativo, es que se aprueben recortes en derechos tan importantes como el servicio de comedores, las vacaciones, las jubilaciones parciales y las condiciones de los nuevos contratados.
Que después de años de récord de ventas y enormes beneficios, haya una bajada de ventas (que, según los expertos, parece haber tocado fondo ya) no puede servir para que se exija a los trabajadores sacrificios inaceptables, como representaba el convenio de cinco años pactado con un solo sindicato (por muy mayoritario que éste sea, y luego veremos por qué es tan mayoritario) en el que no se incluía ningún punto positivo y sí graves recortes de derechos. Ni siquiera se contemplaba el pase a fijos de los eventuales que hayan entrado a partir del año 2005, con lo que se obligaba ?de paso ? a que las nuevas prejubilaciones se retrasaran de los 60 a los 61 años y el tiempo de trabajo de estos jubilados parciales se incrementara del 15 al 25 % de su jornada anual.
Lo curioso de este mal disimulado disgusto por la legítima decisión de los trabajadores de Ford, es que con el ajustado pero clarísimo resultado del referéndum se ha terminado con casi dos años de alabanzas al acuerdo (hasta ahora secreto) que UGT-Ford y Ford Europa firmaron el 29 de agosto de 2007. Por más que desde sindicatos como CGT se ha procurado rebajar ese entusiasmo ante unos contenidos que no se querían hacer públicos, determinadas y autorizadas voces se empeñaron en asegurar que el pacto de entre G. Pino y J. Fleming era una garantía para el empleo y la estabilidad en Almussafes.
Cuando por fin hemos podido tener acceso al texto del mismo, hemos visto que el cacareado acuerdo simplemente imponía al sindicato firmante el requisito de aceptar los recortes que posteriormente se plasmaron en la plataforma reivindicativa y en la oferta de convenio que la plantilla acaba de rechazar. En cuanto a los puntos de inversiones y empleo, el acuerdo es tan ambiguo, que la propia empresa los ha ido cambiando según sus intereses : ha retocado (a la baja) los niveles de producción asignados (cambiando los modelos adjudicados) y en lugar de cumplir con el compromiso de hacer fijos a los eventuales, les anuncia que podrán optar a un segundo contrato ? temporal, claro.
Ha sido, ésta del 7 de abril, la tercera ocasión en que la plantilla dice no al famoso acuerdo Pino-Fleming, aunque nos tememos que no faltará quien siga insistiendo en que ha sido un error no acatarlo, y tampoco dejarán los creadores del mítico líder de la UGT en Ford de alabarlo como el sindicalista hábil, correoso y tenaz que ellos creyeron ver.
A ese respecto habría que preguntarse cómo es que a casi nadie le extraña que un sindicato pueda tener 5.044 afiliados, de una plantilla de 6.933, y perder una votación tan importante. Tampoco parece un dato sospechoso que en Ford un solo sindicato tenga afiliado al 84% de la plantilla, cuando en España la media (a todos los sindicatos) no supera el 15%. ¿Nadie se ha preguntado si la empresa tiene alguna participación en las dudosas simpatías del personal por el sindicato de Gonzalo Pino ? El referéndum ha vuelto a dejar claro que el carnet del sindicato oficial en Ford puede servir para las contrataciones o los ascensos, pero a la hora de decidir, lo que vale es la opinión personal y libre de cada trabajador. Ésa ha sido la mejor lección del 7 de abril.
Por último y desde CGT, queremos apostar por una pronta reapertura de las conversaciones de la empresa con el comité, y por la negociación de un convenio que respete los derechos de los trabajadores, garantice el empleo a toda la plantilla y permita ir mejorando los salarios en los próximos años. Podemos aceptar un convenio de mínimos, pero nunca de recortes.
Fuente: Francisca Cuesta | Secretaria general de CGT-Ford