Las sucesivas contrarreformas de los gobiernos de derecha y de izquierda desde 1993 (en 1995, 2003, 2007, 2010, 2014) han aumentado la edad a la que se abren los derechos jubilatorios, han aumentado el período de cotización para obtener jubilaciones completas, han penalizado a los que no tienen las anualidades necesarias mediante la introducción de un descuento, han modificado el cálculo de las pensiones y han reducido considerablemente el monto recibido. Pero el sistema actual sigue aún funcionando sobre la base de la consideración de las profesiones y está basado en mecanismos de solidaridad. El cálculo de la pensión individual está previsto en la ley, su importe se determina en función del salario y de la duración de las cotizaciones, se denomina régimen de "prestaciones definidas".

Detrás del sistema de jubilaciones, la jungla del capitalismo

El gobierno de Macron quiere remplazar el sistema actual por un sistema de jubilaciones basado en puntos. Lo hace en nombre de la universalidad, la sencillez, la transparencia… žno hace más que mentir abiertamente! El objetivo es reducir el monto de las jubilaciones y obligar a todos los trabajadores y trabajadoras a jubilarse más tarde, a trabajar más años.

Detrás del sistema de jubilaciones, la jungla del capitalismo

El gobierno de Macron quiere remplazar el sistema actual por un sistema de jubilaciones basado en puntos. Lo hace en nombre de la universalidad, la sencillez, la transparencia… žno hace más que mentir abiertamente! El objetivo es reducir el monto de las jubilaciones y obligar a todos los trabajadores y trabajadoras a jubilarse más tarde, a trabajar más años.

Hoy en día, cada persona puede saber cuáles son sus derechos, en función de los salarios percibidos y de la duración del período de cotización. Mañana, el valor del punto, la situación económica, el número de jubilados, la esperanza de vida… pasarán por alto estos derechos. La jubilación recibida dependerá del valor del punto en el año en curso, con una fórmula matemática para equilibrar las cuentas entre ingresos y gastos y teniendo en cuenta la esperanza de vida de cada generación…. Nos enfrentamos a lo imprevisible y a la falta total de garantías.

El gobierno sigue diciendo que quiere poner fin a los «regímenes especiales[1]» para que todos seamos tratados de la misma manera: además de que su única ambición en esta área sea la de pisotear los derechos obtenidos por varias categorías de trabajadores, en realidad, su sistema de puntos significa que ahora habrá tantos regímenes especiales como individuos.

Por otra parte, el sistema de puntos tiene en cuenta toda la carrera, mientras que hoy sólo se tienen en cuenta los mejores 25 años o los últimos 6 meses para el sector público (que tiene salarios menores y congelados desde hace años, NdT). Esto reducirá la pensión en el caso de carreras laborales irregulares, con interrupciones o períodos de pago más bajos. Las mujeres son las principales afectadas, dadas las desigualdades que persisten, desigualdades que esta contrarreforma va a profundizar.

El sistema de puntos es contributivo, «1 euro aportado da los mismos derechos a todos». «Una buena carrera, una buena jubilación»; y una mala carrera… Es la visión del mundo de la clase dominante, de la que Macron es uno de los portavoces, la que separa a «la gente que triunfa en la vida de la gente que no es nada[2]«.

Reivindicaciones solidarias

La Unión Sindical Solidaires y sus organizaciones afiliadas[3] han publicado argumentos, folletos, han organizado cursos de formación y debates, han puesto a disposición material militante (videos, pegatinas, carteles)[4]. Otras organizaciones han hecho lo mismo. Solidaires resume sus demandas de la siguiente manera:

Justicia social. La Seguridad Social, de la que forman parte las jubilaciones, sirve en particular para conceder derechos a las personas que (ya) no pueden trabajar para satisfacer sus necesidades. Estos derechos no deben ser vapuleados. Por eso, el sistema debe ser redistributivo. En un momento en el que los beneficios de las grandes empresas aumentan constantemente, en el que los dividendos alimentan a un puñado de multimillonarios, es más que justo exigir un aumento de los salarios y de las cotizaciones a la seguridad social, que deben utilizarse para mejorar nuestras vidas tanto ahora como en el futuro.

Solidaridad intergeneracional. Hoy, se supone que debemos trabajar hasta los 62 años, pero las personas abandonan el trabajo a la edad media de 60 años debido a una enfermedad o al desempleo. Al mismo tiempo, los jóvenes tardan en encontrar un verdadero trabajo y sobre todo, un verdadero salario. Y si es cierto que vivimos más tiempo, no lo vivimos necesariamente en buena salud. Así que decimos no a trabajar más y más años para un patrón.

Igualdad entre hombres y mujeres. Las desigualdades en el trabajo y en la familia tienen un impacto en los salarios y en el empleo de las mujeres. Esas desigualdades se incrementan al jubilarse, dejando a muchas mujeres sin medios para vivir. No queremos limosnas, sino un sistema de pensiones que corrija la discriminación en lugar de profundizarla. Es lo que se llama un sistema solidario.

  • Para todos los regímenes jubilatorios, jubilación no inferior a 75% del último salario o ingreso.
  • Ninguna jubilación por debajo del salario mínimo definido por la ley.
  • 37 años de cotizaciones para la obtención de una jubilación completa.
  • Ningún descuento.
  • Para poder pagar las jubilaciones y pensiones, los aportes a la seguridad social deben realizarse para todos los ingresos: salarios, primas no incluidas en los salarios, participación en los beneficios, utilidades, dividendos, etc.
  • Edad legal de jubilación a los 60 años y 55 años para los trabajos ya reconocidos como insalubres y/o pesados. Respeto de los derechos adquiridos en todos los sectores profesionales.
  • Mantener los derechos familiares y el derecho al cuidado de los hijos de las mujeres -mientras no se logre la igualdad salarial- a través del aumento de las pensiones y jubilaciones. Aumento para ellas en función de las desigualdades salariales observadas.
  • Cotización a la seguridad social del empleador equivalente a un trabajo a tiempo completo en los puestos de trabajo a tiempo parcial.
  • Aplicación de la licencia de maternidad y paternidad, bien remunerada y sin que implique pérdida eventual del empleo.
  • Desarrollo de instalaciones (guarderías u otras formas) para niños preescolares.
  • Derecho a residencia en Francia a todos los extranjeros que hayan cotizado para poder beneficiar de su pensión.
  • La Seguridad Social debe cubrir el 100% de la pérdida de autonomía.
  • No al sistema de puntos que reduce las pensiones, aumenta las desigualdades y reduce la solidaridad.
  • Integración de los regímenes complementarios de pensiones y jubilaciones a los regímenes de base, convertidos en años de aportes.
  • Mantener los sistemas de anualidades mediante la derogación de las reformas regresivas.

¿Cómo ganar?

La huelga de diciembre no surge de la nada. Ha sido construida, con ritmos diferentes, en y por las organizaciones sindicales involucradas. El elemento unificador fue el llamamiento unitario de UNSA, CGC, FO, SUD/Solidaires de la RATP (RATP: Transportes públicos parisinos), luego apoyado por la CGT, lanzado tras la fuerte huelga del 13 de septiembre y que se dio más de tres meses para construir una huelga renovable indefinida.

Atreverse a tomar la iniciativa de la ampliación de la huelga llevó más o menos tiempo, dependiendo de los grupos militantes, pero se hizo. A nivel interprofesional y nacional, Solidaires decidió rápidamente llamar a una huelga indefinida a partir del 5 de diciembre, haciéndose eco de los llamados ya lanzados por algunas de sus federaciones. En octubre, el Comité Confederal de FO (Force Ouvrière) hizo lo mismo, en términos algo más ambiguos en cuanto a la condición de huelga indefinida; la CGT (Confédération Générale du Travail) adoptó la misma posición en noviembre; la FSU (Fédération Syndicale Unitaire), por su parte, guarda silencio sobre la cuestión de la renovación del llamado a la huelga. Finalmente, se realizó un llamado unitario, con CGT, FO, FSU, Solidaires. En varios sectores profesionales y departamentos franceses militan también la CNT-SO, la CNT o la UNSA; a veces incluso la CFDT, como en la SNCF (Compañía ferroviaria), pero no hay que descartar que la CFDT, sobre todo, se retire lo antes posible del movimiento e intente romperlo.

Soplan vientos de lucha como hace tiempo que no soplaban. Los llamamientos sindicales a nivel de todas las profesiones y gremios, además de las convocatorias interprofesionales[5], siempre necesarios pero a menudo simbólicos, dan la pauta de la importancia que va a tener esta huelga. Esas convocatorias amplían los llamados sectoriales recientes de los trabajadores ferroviarios, de los estudiantes, del personal de los hospitales, etc.

Allí donde la movilización parece ser más fuerte es porque las demandas sectoriales, locales e incluso de categorías de trabajadores, son prioritarias. Eso no representa ningún problema: Que las personas en huelga definan sus demandas en base a su experiencia diaria es algo estrictamente lógico.

La huelga, con asambleas generales diarias, ocupación de locales, discusiones informales, es el momento en el que se establece el vínculo entre la situación concreta de cada día y la ruptura con el sistema. ¿Harto de jefes y de órdenes estúpidas? ¿A quién y para qué sirve la jerarquía, cómo podemos desafiarla y prescindir de ella? Es más fácil hablar de eso a partir de nuestro puesto de trabajo, con aquellos con quienes trabajamos todos los días, juntos, que imaginarlo de una manera abstracta.
Lo mismo ocurre con muchos otros temas: ¿qué es esta «competencia» de la que se nos habla en las empresas? Dado que hay millones de desempleados, ¿por qué no reducir el tiempo de trabajo de todos? ¿No podemos permitírnoslo? ¿Qué pasa con los miles de millones de aportes a la seguridad social y con los impuestos robados por las grandes empresas y los más ricos? ¿Qué pasa con los beneficios que recaudan los accionistas, recompensando a los que no trabajan?
Las jubilaciones no son una discusión de tecnócratas. Son una opción política que consiste en subrayar que las pensiones de mañana se financian con las cotizaciones de los trabajadores de hoy (y de ayer) y que, por lo tanto, corresponde a los trabajadores decidir cómo utilizar esos fondos: no a los empresarios, no a las instituciones que trabajan y gobiernan para ellos. ¿El fin de los regímenes especiales? Sí, pero nivelando hacia arriba, porque se puede hacer si se decide y si lo imponemos. “¿Dirección del movimiento o apoyo a la auto organización?”

La convergencia con los chalecos amarillos, más allá de algunos casos locales, sigue siendo complicada. El innegable reflujo de este movimiento es una de las razones: pero ¿cuántas luchas han durado tanto -más de un año- como dura la de los chalecos amarillos? La dificultad que tiene una gran parte del movimiento sindical para situarse frente a este movimiento es otra cosa. Tenemos que estar abiertos a lo inesperado, es una necesidad para cualquiera que quiera inventar una nueva sociedad…
¿Cómo podemos asegurarnos de que los miles de proletarios que se han integrado al movimiento de los Chalecos Amarillos encuentren su lugar en lo que se está preparando a partir del 5 de diciembre? Se trata de una cuestión importante. Por un lado, a finales de 2018, los Chalecos Amarillos demostraron que era posible ganar una gran batalla social de una manera probablemente demasiado limitada pero que contrasta con las sucesivas derrotas sindicales. Por otro lado, para volver a la cuestión de la democracia en la lucha, a la cuestión de la necesidad de un movimiento que permita a todos participar en las discusiones, debemos encontrar vías para que las asambleas generales de los huelguistas en las empresas y en las rotondas de los chalecos amarillos converjan e intercambien, se complementen y se enriquezcan entre ellas. No se trata de vincular una de las dos dinámicas a la otra, sino de crear una nueva, más fuerte y común.

La solución no puede estar en un simple «llamado a unirse a la movilización sindical». No será fácil[6], pero tal fusión sería decisiva. Aquí se plantea la cuestión de la autonomía de los movimientos sociales, el papel de apoyo de las organizaciones ya constituidas: ¿dirección del movimiento o ayuda a la auto organización?

Concretamente, desde el inicio del movimiento, el problema se va a plantear: ¿una huelga masiva el jueves 5, renovada el viernes 6? ¿Presencia importante en rotondas, en los peajes u otros lugares habituales de los Chalecos Amarillos (o manifestaciones) el sábado 7? Porque «estamos aquí, estamos aquí… por el honor de los trabajadores y por un mundo mejor[7]«, sigue siendo un hermoso programa de lucha. ¿Verdad?

Como vemos, el éxito de la lucha que se viene depende de las iniciativas locales: no debemos dejar de lado la necesidad de construir y de mantener una huelga indefinida; pero una de las lecciones del movimiento de los Chalecos Amarillos es que debemos combinarla con acciones y convergencias que sólo pueden ser decididas localmente y no a través de instrucciones nacionales.

La movilización en Francia está lejos de ser aislada. El vínculo existe con el movimiento de pensionistas y jubilados del Estado español, que convoca una manifestación el 5 de diciembre, pero también con lo que está ocurriendo en muchos países de todo el mundo.

La Red Sindical Internacional de Solidaridad y Luchas[8] es una herramienta. El contexto político en Francia no puede analizarse desconectado de la situación mundial: sin idealizar ni tomar nuestros deseos por realidades, resulta claro que nunca, desde hace mucho tiempo (1968…), ha habido al mismo tiempo tantas revueltas populares, algunas de ellas de gran magnitud, en todos los continentes.

Artículo enviado por el autor, miembro de la Red Sindical International de Solidaridad y de Luchas, el 29-11-2019. Publicado en francés por A l’encontre http://alencontre.org/. Traducion Ruben Navarro


[1] Plan de jubilaciones diferente del llamado plan «general». Se trata de la función pública, de las empresas en las que existe (o existía) un Estatuto y no un convenio colectivo: SNCF (trenes), RATP (transporte público de pasajeros de París), etc. Pero también los militares y la policía, a los cuales el gobierno mantendría el régimen especial.

[2] Frase pronunciada por el presidente Macron dos meses antes de su elección en 2017.

[3] Las federaciones sindicales profesionales, como SUD Salud y Servicio Social, Solidaires Finanzas Públicas, SUD-PTT (correos), SUD-RAIL (trenes), SUD Industrie, SUD Commerce et Services, SUD Éducation, …, las Uniones interprofesionales de Solidaires, locales y departamentales.

[4] https://retraites.solidaires.org/

[5] Las convocatorias interprofesionales tienen un significado político importante y son un punto de apoyo para los activistas de las pequeñas empresas; pero en términos de movilizaciones, tienen un mayor impacto en las manifestaciones que en la huelga propiamente dicha. Esto depende sobre todo del trabajo sindical en servicios, obras, oficinas, etc. En este sentido, los llamados unitarios a una huelga indefinida por parte de la CGT, Solidaires y las federaciones de FO (y a veces más amplias) son muy significativos.

[6] Sobre este punto, ver «Gilets jaunes, autour d’une révolte sociale», Les utopiques n°12, Editions Syllepse, verano de 2019 : https://www.syllepse.net/gilets-jaunes-autour-d-une-revolte-sociale-_r_64_i_764.html

[7] Uno de los cantos que se han vuelto tradicionales en las manifestaciones de los Chalecos Amarillos.

[8] Red Sindical Internacional de Solidaridad y de Luchas: http://www.laboursolidarity.org/?lang=es


Fuente: Red Sindical Internacional de Solidaridad y de Luchas