El jueves 20 de septiembre nos llega la información de que una mujer, de
origen chino, se había tirado por la ventana. El motivo es el miedo a la
policía que iba a su casa por una cuestión jurídica relativa a su patrón
por el cual trabajaba en negro. El jueves mismo comunican que el estado de
salud de la mujer es trágico, el sábado muere, pero, como si no fuera
importante, la noticia de su muerte ha sido difundida sólo el lunes, y
trescientas personas se encuentran abajo la casa donde se encontraba antes
de morir. Y aun nos acordamos de las otras tres personas, entre ellas un
niño, se habían tirado por la ventana para escapar a los controles cada vez
más masivos de la policía para evitar las expulsiones y los controles.
Muertos que se van a juntar a otros muertos, asesinados por las políticas
europeas : los muertos en la frontera, en el Mediterráneo como en el Océano,
los que han sido matados par balas de los militares, congelados en un
camión o en un barco que va hacia Europa.
Esto empieza a ser horrorosamente normal en una Francia que ha hecho de
la caza a los sin papeles su primera lucha. En periodo de Ramadán los
bloqueos de barrios enteros por el control de los papeles es una actividad
cotidiana de la policía parisina, sobre todo en las zonas de la ciudad con
mayor concentración de migrantes. El objetivo es aumentar el número
de expulsiones posibles, llegar hasta la cifra establecida por el Gobierno
al principio del año, y por eso no miran en la cara a nadie.
Una política de total represión la de Sarkosy, como aparece también en la
ultima ley sobre inmigración que acaba de pasar en el Parlamento. Un
ejemplo de la actitud que está tomando el gobierno, después del
endurecimiento de las reglas por el reagrupamiento familiar, es la
introducción del test de ADN para verificar los lazos familiares. Nos queda que
pedirnos : ¿cuánto dinero tiene que seguir pagando el migrante por este
test ? ¿A quién irá este dinero ? ¿De qué manera se utilizarán los datos
recogidos con el test ? El testigo de un migrante que vive en Italia, (donde este test se hace desde 6 hace años) nos hace comprender la paradoja de
esta propuesta, cuando declara que para hacer el test ha tenido que pagar
700 euros ¡sin que les sean devueltos !
Fuente: Sarah, Secretario Internacional de la CNT Francia