El anarquismo ha tenido y tiene poca presencia en el ámbito académico, a diferencia del marxismo. Esto se debe, en gran medida, a que el anarquismo ha estado siempre más interesado por la práctica que por grandes disquisiciones teóricas. No ha sido nunca la pretensión del anarquismo adelantar un modelo futuro a aplicar, pero sí ser fiel en los medios a los fines perseguidos, de ahí la indiscutible influencia de las ideas libertarias en las prácticas y modos de organización de los movimientos críticos con la globalización capitalista.

Al anarquismo siempre se le ha acusado de falta de solidez teórica; a lo que David Graeber responde: «Más que una Gran Teoría, podríamos decir que lo que le falta al anarquismo es una Base Teórica: un mecanismo para confrontar los problemas reales e inmediatos que emergen de todo proyecto de transformación». Así que el propósito del presente ensayo no es otro que el de dar respuesta a la pregunta: «¿qué tipo de teoría social puede ser realmente de interés para quiénes intentamos crear un mundo en el cual la gente sea libre para administrar sus propios asuntos?».

Al anarquismo siempre se le ha acusado de falta de solidez teórica; a lo que David Graeber responde: «Más que una Gran Teoría, podríamos decir que lo que le falta al anarquismo es una Base Teórica: un mecanismo para confrontar los problemas reales e inmediatos que emergen de todo proyecto de transformación». Así que el propósito del presente ensayo no es otro que el de dar respuesta a la pregunta: «¿qué tipo de teoría social puede ser realmente de interés para quiénes intentamos crear un mundo en el cual la gente sea libre para administrar sus propios asuntos?».

La antropología ha tenido siempre una cierta afinidad con el anarquismo —con el que tuvo lazos más o menos estrechos a principios del siglo XX—, puesto que «los antropólogos son el único grupo de científicos sociales que conocen las sociedades sin Estado que existen en la actualidad; muchos han vivido en zonas del mundo donde los Estados han dejado de funcionar o al menos han desaparecido temporalmente y donde la gente se organiza de forma autónoma». La antropología dispone de unas herramientas y de un saber que puede resultar de gran valor para asentar las bases de un proyecto de transformación social cada día más urgente.

Fragmentos de antropología anarquista

  • David Graeber
  • 120 páginas – Precio:12 €
  • Virus: http://www.viruseditorial.net/index.php
  • Formato digital en pdf

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Reivindicando una antropología anarquista 

Por Pablo Romero (traducido del catalán original)

Este libro de fácil lectura puede considerarse la cristalización de una tendencia ya existente, la afinidad histórica entre la antropología y el anarquismo nunca explicitada. No se trata de la típica obra académica: tiene el carácter de un manifiesto y formalmente no es más -como dice el título- que un conjunto de fragmentarias pero sugestivas reflexiones a favor de una antropología anarquista. De hecho el original inglés se publica en 2004 en una editorial que explícitamente quiere dar espacio al desafío intelectual y político con rigor pero fuera de los estrechos márgenes de la publicación académica.

Esta tendencia se observa en el acercamiento progresivo entre el movimiento libertario y las ciencias sociales, algo que el autor -militante y antropólogo- reivindica e intuye pero no puede constatar cuando publica la obra (el libro comienza con un apartado sobre el «por qué hay tan pocos anarquistas en la academia?»). La prueba en nuestro país es que este lanzamiento acompaña una serie de publicaciones de este tipo que en los últimos tiempos están viendo la luz -entre ellas una nueva traducción al castellano de La société contre el État, de Pierre Clastres, en Virus mismo-, significativamente en editoriales militantes. Un signo de madurez de los movimientos sociales y el antagonismo ibéricos que se ilustra con esta traducción, al mismo tiempo síntoma de un estado de cosas y trampolín para el acompañamiento intelectual de la resistencia y la rebelión contra el orden establecido. En este sentido, la antropología social se sitúa en una posición privilegiada: su corpus de conocimiento, basado en la experiencia directa -la etnografía- de la infinita variedad y creatividad social y cultural humanas, pone al descubierto que lo que el capitalismo y la sociedad actual han querido naturalizar (la necesidad del Estado para el gobierno de los pueblos o la ética económica del beneficio individual, por poner dos ejemplos significativos) son excepciones y en algún caso auténticas novedades históricas.

Por eso consideramos esta obra la cristalización de una tendencia históricamente existente: para que un referente imprescindible de las ciencias sociales, que ha llevado a la crítica más fundamentada la economía neoclásica, el Essai sur le don de Marcel Mauss (1923 ), la citada obra de Clastres (1974), que reconoce el rechazo consciente del estado como una tendencia de la mayoría de sociedades existentes, o, tirando más atrás en el tiempo, el hecho de que Kropotkin se inspirara en las ciudades libres medievales o en las aldeas campesinos rusas para elaborar su teoría (influenciando directamente a un joven Radcliffe-Brown, convertido más tarde uno de los padres de la antropología social británica-), escriben una genealogía -señalada por el autor- que hermana la antropología y el anarquismo en la crítica más elocuente del Estado capitalista. Podemos concluir sugiriendo que esta cristalización quizás tenga que ver con otra tendencia citada al principio del libro: la proliferación en todo el mundo de movimientos que si bien no siempre se autodefinen como anarquistas, adoptan sus principios.

Ressenya publicada al setmarari Directa n.º 233, el 16 de juny de 2011