En los alrededores del llamado Mayo francés de 1968, el filósofo / sociólogo alemán Herbert Marcuse exiliado en USA, de donde fue expulsado por el gobernador de California Ronald Reagan acusado de inspirar las revueltas estudiantiles de Berkeley contra los poderes políticos y financieros, explicitó que el Sistema capitalista (o liberal) convertía al ciudadano en el hombre unidimensional, el individuo plano, fácil de manipular por aquellos poderes y sus instrumentos: los mass media (prensa, radio, TVs).
Lo complementaría el sociólogo y activista anarquista francés Guy Debord con su teoría de la sociedad del espectáculo, fomentada por el poder domesticar a los ciudadanos.
Lo complementaría el sociólogo y activista anarquista francés Guy Debord con su teoría de la sociedad del espectáculo, fomentada por el poder domesticar a los ciudadanos.
Los gobernantes del Imperio Romano ya lo practicaban: a la plebe hay que darle «panem et circenses». A esta plebe, que ha sido y es aún la que sostiene el Sistema explotador y alienante, Marx le decía la masa, y Nietzsche la chusma. No han variado demasiado las situaciones: hoy, por ejemplo, tenemos fútbol prácticamente cada día, y control solapado de los mass media: omitir noticias, por ejemplo sobre Islandia y el encarcelamiento de banqueros y políticos.
El fútbol es sin duda el opio del pueblo, del pueblo que se deja drogar por el poder. Bajo la apariencia democrática (una dictadura del liberalismo), funciona un fascismo postmoderno, sin camisas pardas hitlerianas ni camisas negras mussolinianas ni camisa azules franquistas.
A la oligaquia gobernante bajo, repito, la apariencia democrática, le basta con un dominio sobre los mass media, falsificadores de las realidades e imperio de la ideología dominante. Por ejemplo, el llamado intelectual crítico, surgido con Emile Zola a finales del siglo XIX, ha desaparecido y ha sido silenciado en el ostracismo. Ha sido sustituido por el «intelectual» reproductor de los valores del Sistema. Fue Pier Paolo Pasolini quien hace muchos años dijo que si el intelectual no es crítico, entonces es el bufón de sus dueños.
Por otro lado, hay que decir que existe el ciudadano rebelde contra el sistema, pero estos ciudadanos se encuentran aislados y dispersos y naturalmente no son nunca convocados por los poderes, los cuales tienen su clientela y sus prosélitos y los poderes masivos de convocatorias mediante los mass media monopolizados.
El poder, que mi amigo poeta y anarco Jesús Lizano define como la Pancracia, opuesto a la ACRACIA, se nutre de aquellos que siempre le dicen que SÍ a todo. Este SÍ masivo nutre al Sistema, pero de vez en cuando aparece un rebelde que dice NO.
Spartacus, ha pasado a la historia como el gran negador. Este esclavo se levantó ante el poder del Imperio Romano y dijo NO. Entonces miles de esclavos/as le siguieron en la lucha contra el poder del Imperio, con una rebelión masiva y liberadora, finalmente derrotada por la traición de unos comerciantes fenicios y la embestida de los ejércitos imperiales, justo al sur de la bota de Italia.
* Bernat Muniesa es historiador, sociólogo y escritor, y profesor de Historia en la UB. Artículo publicado en el núm. 145 de la revista Catalunya.
http://cgtcatalunya.cat/spip.php?article8508
Fuente: Bernat Muniesa