En el año cuarto del siglo XXI se repite, en la pequeña localidad iraquí de Fallujah, la atrocidad perpetrada por los nazis en Gernika, las cometidas por los aliados en Dresde, Hiroshima y Nagasaki, las que pusieron en práctica los romanos contra Numancia y Cartago : la ciudad arrasada con todo y sus habitantes.

En el año cuarto del siglo XXI se repite, en la pequeña localidad iraquí de Fallujah, la atrocidad perpetrada por los nazis en Gernika, las cometidas por los aliados en Dresde, Hiroshima y Nagasaki, las que pusieron en práctica los romanos contra Numancia y Cartago : la ciudad arrasada con todo y sus habitantes.

De acuerdo con informes recientes de prensa, las tropas ocupantes estadunidenses, exasperadas por la dignidad y la determinación de la resistencia iraquí en esa ciudad de mayoría sunita, optaron por lanzar sobre ella y sobre su gente el poder de fuego combinado de aviones, helicópteros, tanques, artillería y tropas de asalto terrestres.

El sitio de Fallujah comenzó a principios de este mes luego que una muchedumbre de la localidad asesinó a cuatro mercenarios ocupantes e incineró, mutiló y arrastró sus cadáveres por las calles de la ciudad, en un acto sin duda bárbaro, repugnante e inadmisible, pero que expresó de manera contundente ante los medios informativos del mundo el odio que los estadunidenses han cosechado entre los iraquíes por la invasión, la destrucción y el dislocamiento generalizado de Irak.
Desde que cercaron la ciudad, las fuerzas extranjeras dejaron en claro su intención de imponer en Fallujah un escarmiento implacable a las indómitas organizaciones de la resistencia y a los iraquíes en general : cualquier desafío a los invasores será castigado con la muerte de civiles, con la destrucción de casas, escuelas, hospitales y mezquitas. De hecho, hasta antes de los ataques en gran escala alcanzados ayer, en lo que iba del asedio -más de 20 días, buena parte de ellos transcurridos en una confusa e incierta tregua-, los invasores habían dado muerte a más de 600 habitantes de la localidad.

Tan indignante como el crimen de guerra que el gobierno de George W. Bush está perpetrando en Fallujah es el silencio con que el autodenominado «mundo civilizado» responde a los angustiosos llamados de auxilio -a la ONU, a Europa, a quien sea- que los cercados habitantes de la ciudad sunita emitieron en días pasados, antes de que las tropas agresoras emprendieran esta suerte de asalto final que ahora está en curso y que no consiste en un «operativo antiterrorista», como pretenden hacer creer los ocupantes, sino en causar el mayor sufrimiento posible a la población civil y provocar en la ciudad inerme la máxima destrucción que permita el poder de fuego del ejército más poderoso del mundo.

La Casa Blanca podrá asesinar a buena parte de la población de Fallujah y destruir las casas, las iglesias, las tiendas y los cementerios de esa ciudad, envuelta ahora en llamas por efecto del bombardeo, pero no logrará con ello doblegar la voluntad de libertad y soberanía de los habitantes de Irak.
Por el contrario, ahondará el odio que se expande en el mundo árabe e islámico contra Estados Unidos, y alimentará y multiplicará, de esa forma, las amenazas a la vida y la seguridad de los ciudadanos del país vecino.


Par : MIGUEL