Con la caída del Telón de Acero y el fin de la Guerra Fría, los gobiernos occidentales han tenido que inventar nuevas excusas para continuar malversando el dinero público en gastos militares.
Fábricas de muerte doblando la esquina
Aquel lema, tantos años vigente, de “si vis pacem para bellum” (si quieres la paz, prepara la guerra) ya no se lo creía nadie -excepto quienes viven de ello ; ésos no cambian salvo a cañonazos, nunca mejor dicho-. Así, en aquellos años, dan a luz nuevos subterfugios para aumentar el despilfarro castrense y mantener viva la exigua llama de aceptación de los ejércitos. Los más conocidos son sin duda las “acciones humanitarias” y la “lucha contra el Mal”, también conocido como “terrorismo internacional”, una amenaza inventada por los gobiernos y difundida por los media que se ha convertido en el justificante universal para hacer lo que quieren allá donde quieren. Ha sido un buen intento, pero incluso quienes al principio no se dieron cuenta de los objetivos reales de toda esta trama embaucadora -los mismos objetivos que habían perseguido siempre-, han tenido pruebas evidentes para comprobar los verdaderos motivos de toda esa parafernalia dialéctica. El más claro, lo acontecido en Irak.
Entonces todo esto para qué. ¿No sería más sencillo abolir los ejércitos, dejar de fabricar armas y utilizar todo el dinero malgastado en gastos militares para fines socialmente provechosos ? Porque, a fin de cuentas, ¿de qué nos defienden los ejércitos ?, ¿de posibles enemigos como Marruecos a quien, por cierto, el Estado español vende armas ? Pero mejor sería preguntarnos primero ¿de qué queremos defendernos : de ese enemigo hipotético o del paro, la exclusión, la pobreza, el problema medio ambiental, la desigualdad de género… ? En cualquier caso, hay cosas que no han cambiado con el paso de los siglos y “aunque los ejércitos y los gobiernos se vistan de seda, ejércitos y gobiernos se quedan”. La historia lo deja claro : el verdadero papel de los ejércitos es defender los intereses económicos y geoestratégicos de los gobiernos enriquecidos, aunque eso suponga que el 85% de la población mundial apenas consuma el 15% de la producción total del Planeta. En otras palabras : los ejércitos son los garantes de que unas pocas personas se forren a costa de muchas. Por eso, van aquí, allá (aprovechando para experimentar con armas nuevas) ; quitan a alguien del poder (siempre en nombre de la democracia y la libertad) y ponen a otro (generalmente a una marioneta controlada por ellos), de vez en cuando crean una guerra, que siempre viene bien para reforzar la fabricación y el tráfico de armas.
Aquí se enmarca la fabricación y el tráfico de armas, un negocio redondo en el que el Estado español se sitúa en los primeros puestos del ránking mundial gracias a la exportación de armas a países que destacan por el “escrupuloso respeto” a los Derechos Humanos como Colombia o Israel. Generalmente, la fabricación y tráfico de armas lo vemos como algo lejano. Sin embargo, en muchas ocasiones las empresas más importantes de armamento se ubican cerca de nuestras casas, en ellas trabajan gente de nuestro vecindario y son financiadas con parte de nuestros impuestos. Con todo ello y bajo el velo de la producción civil, crean muerte y destrucción a miles de kilómetros de ahí.
Éste es el caso, entre los muchos que podríamos citar, de Sener, una ingeniería cuya sede central está en Getxo, zona residencial cercana a Bilbao, junto a la parada de metro de Gobela. Mientras los niños y niñas juegan en el parque que hay junto a la empresa, en ella se trabaja en varios proyectos de gran interés, sobre todo en términos de matar y exterminar gente. Otros niños y niñas tendrán más difícil eso de jugar en un parque con jardines regados. Hagamos un breve repaso. En primer lugar, Sener fabrica diversos componentes de los nuevos misiles de crucero “Taurus” KEPD-350 que serán empleados por los aviones cazabombaderos F-18 y los nuevos “Eurofighter”, y quizá también por las fragatas F-100 y los submarinos S-80. Es decir, unos “pepinos” similares a los “Tomahawk” estadounidenses de cinco metros de longitud y con un radio de acción de 600 kilómetros que cuestan un millón de euros cada uno. ¡Menuda cocada !
Pero la cosa no acaba aquí. Sener también participa en la construcción del “Eurofighter” o avión de combate europeo, en concreto está diseñando la tobera para el motor EJ200 del avión. Se jactan de haber mejorado la maniobrabilidad de esta máquina de matar. Los enemigos lo tienen difícil, con esos pepinos cargados en esos aviones… Los turbopropulsores de los mismos también los fabrica Sener a través de otra industria controlada por ella llamada ITP (Industria de Turbopropulsores) y radicada en el parque tecnológico de Zamudio (Bizkaia). Que a su vez -todo queda en casa- participa en la fabricación del motor del helicóptero de combate Tigre. A estas alturas, no queda enemigo vivo, pero por si alguno se escapa, los carros de combate M-60 -en los que Sener trabaja en la fabricación de los simuladores de puntería- pueden matar a los peligrosos enemigos que se escondan entre los escombros de sus casas.
Sener y otras empresas sin escrúpulos que se dedican a enriquecerse a costa de la muerte de gente tratan por todos los medios de ocultar su participación en la industria militar con actividades civiles. Sener, por ejemplo, también diseña carriles-bici aunque, por supuesto, éstos no son tan rentables como todo aquello con capacidad para matar y destruir. Además, por si el negocio no fuera redondo del todo, Sener se encuentra entre las 14 empresas en las que Gobierno Vasco invirtió 38 millones de euros con la excusa de evitar la fuga de proyectos empresariales… Proyectos como éstos y todos sus precursores y financiadores ya se podían “fugar”, pero no a otro país o continente, sino a otra galaxia, a una de ésas en las que no hay oxígeno ni agua. Esto sería sin duda un paso más -que muchos ya hemos dado- para que esta sociedad globalizada se crea que “nullus exercitus pacem defendit” (ningún ejército defiende la paz). Habrá que empujar.
Josune García (KEM-MOC)
Par : Cgt Salamanca
Fuente: Josune García (KEM-MOC)