Artículo publicado en Rojo y Negro nº 382 de octubre
Soy Jorge Fernàndez, nacido y crecido en el Distrito Marítimo de la ciudad de València. Como tantísimos valencianos, la «aspra diàspora» del proletariado de la tiza me ha traído un poco más al norte: a Reus, donde vivo y trabajo desde hace tres años como maestro en la escuela pública. Tengo 27 años y llevo tres afiliado y militando en la CGT de Catalunya.
Hijo prematuro de la sanidad pública, siempre estudié en la pública. En la época de los recortes, viví de primera mano lo que se conoce como Primavera Valenciana. Básicamente protestábamos por aspectos tan cotidianos como no tener calefacción o fotocopias y la respuesta de las instituciones era enviarnos antidisturbios a abrirnos la cabeza y declarar que éramos el enemigo. Y así, teniendo claro ellos que la clase trabajadora y el estudiantado organizado éramos su enemigo, nosotros también lo empezamos a aprender. Una generación que aprendimos a base de golpes y descalificaciones que lo público no solo hay que defenderlo con uñas y dientes, sino que hay que construirlo día a día de manera colectiva para ponerlo al servicio de la emancipación de nuestra clase.
En la universidad formé parte de la asamblea de estudiantes de Magisterio y también participaba en algunas historias a nivel de barrio, sobre todo vinculadas a cuestiones históricas, populares y comunitarias. Trabajando como profesor de repaso, monitor de comedor y de becario en la universidad empecé a plantearme el tema de organizarme en la CGT, pero no fue hasta que tuve más estabilidad como maestro que di el paso.
Existe un panorama social de desorganización donde prima el individualismo y nos bombardean constantemente con estos criterios. Desde hace mucho tiempo creo que nos han intentado alejar de cualquier rastro de organización colectiva para que la gente no sea consciente del poder que tenemos si la clase trabajadora está organizada en sindicatos de clase, autónomos y asamblearios. Es por esto que creo que una cosa importante sería tejer complicidades intergeneracionales para recuperar el hilo multicolor de las luchas que hemos ido construyendo. A partir de aquí, es necesario que construyamos una organización útil para conquistar nuestro futuro.
En definitiva, nos hace falta recuperar la palabra sindicato. Muchas veces se habla de la juventud como pasotas y no es cierto. Hay muchísima gente joven haciendo cosas en colectivos sociales, ecologistas, vecinales, de vivienda, etc. y hay veces que nos cuesta entender y hacer entender que el sindicato no es una organización laboral, sino que es una organización que abarca todos los aspectos que nos afectan como sociedad y como clase trabajadora. Por otra parte, debemos preguntarnos qué podemos hacer para que nuestra organización dé cabida a estas realidades y pueda ser una herramienta útil. También creo que es importante participar de espacios transformadores y desde la acción social se pueden hacer muchas reivindicaciones y enriquecer debates y acciones. Creo que en Reus tenemos esta visión muy clara y la gente organizada en otros espacios nos tiene en consideración porque ven que donde hay reivindicaciones y lucha, allí estamos aportando codo a codo: desde las Plataformas 25N, 8M, UCFR, 1r Maig combatiu, Aturem Hard Rock, Antifeixistes Priorat y tantas otras.
Además, creo que la experiencia de militar en un sindicato de actividades diversas me ha permitido entender la importancia del sindicalismo de clase, del apoyo mutuo. No nos organizamos solo con otros profes, sino que también compartimos organización, debates y acciones con gente de otros ámbitos como puede ser el 112, Correos, empresas de la petroquímica, Ambulancias o telemarketing. Así estás obligado a abrir la mirada y conoces nuevas perspectivas y realidades. Uno de los principales retos que tenemos es conseguir que la gente milite más allá de su propia sección o sector y eso es imposible si no nos conocemos.
Si queremos cuidar a la afiliación y sobre todo que ésta se convierta en militancia, es imprescindible realizar buenas acogidas, fomentar la participación y dejar de lado dinámicas de hacer las cosas por inercia sin estar abiertos a cambiar, así como las peleas internas que, por otra parte, se dan en prácticamente cualquier colectivo. Una vez entiendes cómo funciona la estructura de la confederación (que hay que adaptar a los diferentes contextos y nuevas realidades), ves los potenciales que tiene. Por ejemplo, he tenido la oportunidad de participar en plenos y congresos confederales y territoriales de mi sector y una de las experiencias más enriquecedoras fue participar en una comisión de ponencias que me permitió tener una visión global y que, debatiendo y buscando el consenso, dio lugar a los primeros acuerdos que teníamos como federación sectorial en el territorio.
Otro aspecto que creo imprescindible trabajar y cuidar especialmente es el tema de la comunicación. La verdad es que hay que reconocer que en algunas ocasiones nos ha gustado el feísmo o, lo que es lo mismo, hemos descuidado el tema un poco. El tema estético tiene que ir acorde con los contenidos, estrategias y objetivos pero es importante no estar utilizando estilos, formatos y medios antiguos que no llaman en absoluto la atención a la mayoría de la gente joven. Sinceramente en las redes sociales nos está ganando la batalla la ultraderecha y es muy triste ver como maestro la impotencia y la dificultad de combatir o contrarrestar los discursos horribles que copan las pantallas de nuestro alumnado.
Que viva la lucha de la clase trabajadora y, sobre todo, que vivan las que se organizan para hacer las luchas posibles porque son las imprescindibles.
Jorge Fernàndez
Sindicat d’Activitats Diverses CGT Baix Camp-Priorat
Fuente: Rojo y Negro