Artículo de opinión de Rafael Fenoy Rico
Así como el gordo tocó a quienes la fortuna eligió, toca hoy 24 tocar la Navidad. Fiesta cristiana por antonomasia y primera grande del calendario litúrgico o eclesiástico. Pronto la iglesia, en el S IV, estableció una cierta unidad en el tiempo litúrgico mediante un calendario que fue configurándose como lo conocemos ahora en el S XVI y que desde el Concilio de Trento queda fijado, con alguna modificación hasta el Concilio Vaticano II el siglo pasado. Es un calendario “lunisolar” que marca diferentes fiestas a lo largo de 365 dias y conteniendo varios ciclos.
Así como el gordo tocó a quienes la fortuna eligió, toca hoy 24 tocar la Navidad. Fiesta cristiana por antonomasia y primera grande del calendario litúrgico o eclesiástico. Pronto la iglesia, en el S IV, estableció una cierta unidad en el tiempo litúrgico mediante un calendario que fue configurándose como lo conocemos ahora en el S XVI y que desde el Concilio de Trento queda fijado, con alguna modificación hasta el Concilio Vaticano II el siglo pasado. Es un calendario “lunisolar” que marca diferentes fiestas a lo largo de 365 dias y conteniendo varios ciclos.
Organizado en torno a las fases de la luna y el sol, como en otras religiones, sin embargo contiene fechas fijas relacionadas con los solsticios y equinoccios del año. Esto le ocurre a la Navidad, o noche del nacimiento de Jesús, casi coincidente con la noche más larga del año, el 21 de diciembre, en que precisamente “nace” el invierno. También es fija la “epifanía”, el 6 de enero, cuando los magos venidos de oriente “entraron en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, le adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, e incienso y mirra”. Sin que se sepa por qué no se da importancia a la “Circuncisión del Señor”, que como todo niño hebreo, el calendario concreta que fue el día 1 de enero. ¿Curiosidades? Seguro que más de una persona celebra fiestas religiosas sin saberlo. Y ello porque se sigue viviendo en una sociedad impregnada durante milenios, al menos dos, de la religión cristiana, amén de los anteriores milenios de religiones “paganas”.
El hecho de que las iglesias cristinas celebren la navidad ¿tiene algo que ver con la realidad del momento que se vive? Sólo distanciándose un poco tendría que responderse que nada de nada. En estas circunstancias sociales y económicas, no se está de buenas nuevas y las conmemoraciones de acontecimientos históricos no aportan conocimiento para resolver los graves asuntos que afectan a millones de personas en este país y a miles de millones en el mundo. Si un ente inteligente extraterrestre observara que ocurre en estas fechas tendría dificultades para explicar el estado de cuasi “euforia”, este año bastante mitigada, que se adueña del sentimientos de las personas. Esos inmensos deseos de felicidad ¿tienen una base real? Porque si, como dice el materialismo histórico, las condiciones materiales de vida, infraestructura, condicional el pensamiento (superestructura ideológica), estos dias no serían de fiestas. Y esta noche, la del 24 tampoco sería una Noche Buena.
Quienes creen que esta noche es “mágica”, sobre todo los niños y niñas, cada vez de más corta edad, vivirán estos instantes con agitada felicidad, esperando la llegada de Papá Noel, a pesar de los confinamientos. Porque su mundo está organizado por la lógica de los prodigios. Y posiblemente más de una persona eche de menos esa sensación de creer que mañana nace una nueva realidad más venturosa para la humanidad. Y ¿Quién se atreverá a quitarle la ilusión a la infancia?
Como también es cierto que no por mucho madrugar amanece más temprano y que si tu mal no tiene cura para que te preocupas, y si la tiene ídem de los mismo; la inmensa mayoría de la población se dejaran llevar por el deseo de que todos los seres queridos, cercanos o no, sean inmensamente felices, y se olvide al menos por unos instantes los graves problemas que les aquejan y que como estos seguirán existiendo mañana, esta noche, precisamente esta ¡sí o sí será Noche Buena!
Rafael Fenoy Rico
Fuente: Rafael Fenoy Rico