Me comentan unos amigos, pareja afincada en Madrid, que durante la pasada JMJ Papal les fue de lo chungo pillar condones, ni en farmacias, supermercados o en máquinas expendedoras, situación embarazosa con mis colegas a cien, ni en el “Todo a Cien” les quedaban. Y no por precepto eclesial, sino por falta de previsión sometidos a una gran demanda celestial. Pues que nadie se sorprenda.

Más de
un millón de chavales en su edad de procrear y lejos de sus viejos. Era de
imaginar los muy tunantes. Son jóvenes. Pero la Iglesia es vieja, Rouco es
sagaz, pues una tajada más para la Iglesia con esto de la JMJ, que especula con
lo del cepillo en las farmacéuticas del anticonceptivo. Dios lo sabe. Un
consejo si quieren forrarse: inviertan en contraceptivos de aquí a un par de años.
Ocho millones de mocetes que se esperan en otra JMJ más. ¡Y en Río de Janeiro!

Más de
un millón de chavales en su edad de procrear y lejos de sus viejos. Era de
imaginar los muy tunantes. Son jóvenes. Pero la Iglesia es vieja, Rouco es
sagaz, pues una tajada más para la Iglesia con esto de la JMJ, que especula con
lo del cepillo en las farmacéuticas del anticonceptivo. Dios lo sabe. Un
consejo si quieren forrarse: inviertan en contraceptivos de aquí a un par de años.
Ocho millones de mocetes que se esperan en otra JMJ más. ¡Y en Río de Janeiro!

Pues más que a Brasil
yo los mandaba al cuerno, de África, pues cornadas da el hambre, dicen, más que
nuestro monumento al encierro. Que vayan y vean lo que pasa, los crudos
efectos del libre mercado, a ver si de una vez por todas la Iglesia que lo
condena todo, condena el capitalismo. Más de 9000 paquetes de comida sin abrir
se encontraron entre la basura del aeródromo que dejó la juventud del Papa, ¿ayuno
solidario o puto despilfarro?

Digamos que con el
apetito en la bragueta ya iban bien calientes. Los laicos también. Calientes
no por el frote carnal, sino por el del cuero policial, esa funda que reviste
las porras, y poco tiene de sensual.

Colectivo Malatextos – Goio Gonzalez Barandalla


Fuente: Colectivo Malatextos - Goio Gonzalez Barandalla