El día 5 de abril llegó a Valladolid desde Zaragoza, una guerrillera española : Esperanza Martínez. Una joven tan llena de vida que se desbordaba a través de su mirada y de su sonrisa. Nos dio un fuerte abrazo mientras nos agradecía que la hubiésemos invitado a venir, sin darse cuenta de que los privilegiados, los afortunados, éramos nosotros. Ibamos a proyectar el documental de Javier Corcuera “La Guerrilla de la Memoria” en La Casa de las Palabras, dentro de la programación de Los Martes Sociales y tuvimos la suerte de contactar con ella que enseguida aceptó venir a contarnos en vivo lo que ya contaba en el documental y a responder nuestras preguntas.


El día 5 de abril llegó a Valladolid desde Zaragoza, una guerrillera española : Esperanza Martínez. Una joven tan llena de vida que se desbordaba a través de su mirada y de su sonrisa. Nos dio un fuerte abrazo mientras nos agradecía que la hubiésemos invitado a venir, sin darse cuenta de que los privilegiados, los afortunados, éramos nosotros. Ibamos a proyectar el documental de Javier Corcuera “La Guerrilla de la Memoria” en La Casa de las Palabras, dentro de la programación de Los Martes Sociales y tuvimos la suerte de contactar con ella que enseguida aceptó venir a contarnos en vivo lo que ya contaba en el documental y a responder nuestras preguntas.




Desde el primer momento compartió su vida con nosotros. Una vida fascinante. Una vida dura. Una vida comprometida…

Su padre viudo, ayudaba a la guerrilla de la zona y cuando sus hermanas y ella lo descubrieron se unieron a la tarea. Así estuvieron algunos años hasta que se vieron obligados a unirse a la guerrilla porque sus vidas corrían peligro. Estuvieron un par de años en el monte. Mataron a su padre y a su cuñado y después ella se fue para Francia, pero no era una huida, era un cambio de frente. Allí tenía también una labor : ayudar a pasar la frontera a otros que necesitaban salir de la España de Franco.

Demasiado pronto la detuvieron. Nunca se aclaró quien se fue de la lengua, aunque ella tiene sus sospechas de quien la entregó, pero tuvo que pasar 15 años en la cárcel, privada de libertad, perdiendo su vida entre altos muros que ocultaban torturas y vejaciones.

A los 40 años volvió al mundo con toda su energía. 15 años no pudieron matar su sentido de la justicia y su compromiso ideológico. Mirando siempre hacia delante, pero con los recuerdos del pasado frescos en la memoria, continuó su camino. Se casó, con un hombre comprometido, como era natural, tuvieron un hijo y siguieron viviendo y luchando.

Resulta difícil escribir lo que nos transmitieron sus palabras, sus gestos, su actitud… pero hubo mensajes claros :

  •  No rendirse. No conformarse. Antes morir.

  •  Somos jóvenes y tenemos que coger el relevo y usar nuestra energía aún intacta. Estrenarla y exprimirla. La lucha es ahora nuestra.

  •  Respetar opciones de lucha distintas de las que personalmente elijamos y unir las fuerzas contra el enemigo.

  •  Conocer y recordar el pasado que nos ha traído hasta aquí para aprender de los errores y aciertos de otros que lucharon antes que nosotros.

    Conocer a Esperanza es comprender que la juventud no es una cuestión de edad. Ella era tan joven cuando tuvo que subir al monte, como cuando salió de la cárcel, como ahora, en el 2005, cuando ha venido a La Casa de las Palabras a animar a otros a que continúen en la lucha. La única diferencia es que tiene más experiencia y más trabas físicas. Una experiencia de 78 años y ciertas dificultades para andar.

    Unas 100 personas pudimos captar todo esto el 5 de abril en La Casa de las Palabras y ella, igual que yo, se sentía satisfecha de “ver tanta juventud comprometida” como dijo varias veces y el día 6, cuando fuimos a despedirla a la estación, aún nos dijo algo más : Mientras hay vida, hay ESPERANZA. Gracias a todos los que estuvisteis ese día, en su nombre y en el nuestro.

    Esperanza González del Val

    Grupo organizador de los Martes Sociales


    Par : C.G.T. Valladolid