Durban, Sudáfrica.- Muy por encima de la calzada, frente a la famosa South Beach de Durban y a las olas del Océano Índico y a solo unas cuadras de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que reúne esta semana a unas veinte mil personas, siete activistas luchaban contra el viento para desplegar una pancarta que decía: “Escuchen a la gente, no a los que contaminan”.

No era una tarea fácil. A pesar del sol de la mañana y del cielo
celeste, el viento arreciaba feroz y el grupo que intentaba colgar la
pancarta no era precisamente bienvenido. Eran de Greenpeace y estaban
colgados del techo del Protea Hotel Edward.

No era una tarea fácil. A pesar del sol de la mañana y del cielo
celeste, el viento arreciaba feroz y el grupo que intentaba colgar la
pancarta no era precisamente bienvenido. Eran de Greenpeace y estaban
colgados del techo del Protea Hotel Edward.

Dentro, se desarrollaba el encuentro de ejecutivos del Consejo
Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible, una organización que
se presenta a sí misma como “una organización liderada por ejecutivos de
compañías con pensamiento de vanguardia que impulsa a la comunidad
empresarial mundial a crear un futuro sostenible para las empresas, la
sociedad y el medio ambiente.” Abajo, frente a la puerta del hotel,
mientras se acercaba la policía y muchas personas portaban carteles y
pancartas y cantaban en solidaridad con los escaladores, Kumi Naidoo
criticó al Consejo y lo calificó como uno de los “Doce mayores
contaminadores” según Greenpeace.

Naidoo no es un extraño para quien sigue de cerca las acciones
callejeras en Durban. Si bien actualmente es el director ejecutivo de
Greenpeace Internacional, una de las más grandes y visibles
organizaciones ambientalistas del mundo, en 1980, cuando tenía quince
años de edad, fue uno de los millones de sudafricanos que lucharon
contra el régimen racista del apartheid. Fue expulsado del secundario y
finalmente debió pasar a la clandestinidad. Reapareció en Inglaterra,
viviendo en el exilio, y prosiguió sus estudios en la Universidad
Rhodes. Durante años, Naidoo ha luchado por los derechos humanos, contra
la pobreza y a favor de acciones para combatir el cambio climático.

Mi colega de Democracy Now! Hani Massoud y yo nos escabullimos hasta
el techo para registrar el momento en que los siete activistas que
colgaban la pancarta eran arrestados. El escalador sudafricano Michael
Baillie, uno de ellos, me dijo: “Nuestro objetivo aquí hoy era denunciar
que los gobiernos están bajo la influencia excesiva de un puñado de
corporaciones que intentan influir negativamente en las negociaciones
sobre el cambio climático que se desarrollan aquí en Durban. Están
tomando al clima de rehén.”

Más tarde, durante la conferencia de la ONU
en el Centro Internacional de Convenciones Alfred Luthuli, llamado así
en honor al presidente general del Congreso Nacional Africano y primer
africano en ganar el Premio Nobel de la Paz, Kumi Naidoo me dijo acerca
de la acción de esa mañana: “No nos oponemos a la idea de dialogar con
las empresas, pero claramente las grandes empresas no se están moviendo a
la velocidad que necesitamos que se muevan. De hecho, nos tiran hacia
atrás. Por lo tanto, creemos que denunciarlas, nombrarlas, avergonzarlas
es esencial para que la gente sepa por qué estas negociaciones sobre el
clima no van a la velocidad que necesitamos que vayan.”

Entre los “Doce mayores contaminadores” de Durban figuran Royal Dutch Shell, ExxonMobil, Koch Industries y BASF,
así como asociaciones comerciales como la Cámara de Comercio de Estados
Unidos, el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible y
el Instituto Americano del Petróleo. Greenpeace denunció a estas
corporaciones y coaliciones corporativas por su presencia en Durban y
por sus acciones a lo largo del proceso de negociaciones sobre el cambio
climático, ya que van en perjuicio de un progreso significativo. El
informe completo, titulado: “¿Quién nos impide avanzar? La presión de la
industria contaminante en la negociación climática” explica de qué
manera estas corporaciones no sólo hacen fracasar la legislación sobre
el cambio climático a nivel nacional en todo el mundo, sino que además
obtienen acceso privilegiado a las negociaciones a nivel mundial, como
sucede en esta conferencia de vital importancia de las Naciones Unidas
en Durban.

El ex Arzobispo sudafricano Desmond Tutu pronunció un discurso
durante una manifestación previa a la cumbre en el que calificó al
cambio climático de “gran enemigo”: “Decimos que ésta es la última
oportunidad. Por favor, por el amor de Dios, tomen la decisión correcta.
Este es el único mundo que tenemos, el único hogar que tenemos; si lo
destruimos, nos hundiremos todos.» La ex Presidenta irlandesa Mary
Robinson agregó: “La gente está sufriendo debido al impacto del cambio
climático. Los que más sufren no son responsables, por lo que el mundo
rico tiene que asumir su responsabilidad. Tenemos que dar continuidad a
Kioto, seguir un camino que nos lleve a un acuerdo justo, ambicioso y
vinculante, y tenemos que hacerlo aquí en Durban.”

Existe un creciente consenso aquí en Durban respecto a que Estados
Unidos representa el mayor impedimento al avance de estas cruciales
negociaciones. Una coalición integrada por dieciséis de los más
importantes grupos ambientalistas de Estados Unidos publicó una carta
dirigida a la Secretaria de Estado Hillary Clinton, que supervisa
directamente las negociaciones sobre cambio climático por parte de
Estados Unidos. En la carta, los grupos señalan que a pesar de que el
Presidente Obama prometió originalmente durante su campaña liderar las
negociaciones mundiales sobre cambio climático, “tres años después,
Estados Unidos corre el riesgo de ser considerado no como un líder
mundial en la lucha contra el cambio climático, sino como un gran
obstáculo al progreso de esa lucha.”

La industria de los combustibles fósiles ejerce una enorme influencia
sobre el gobierno de Estados Unidos y sobre el pueblo estadounidense.
Lo logra invirtiendo decenas de millones de dólares en ejercer presión y
en campañas publicitarias destinadas a influir sobre la opinión
pública. Kumi Naidoo, que estuvo preso varias veces a causa de su
activismo, comparó la lucha contra el apartheid con la lucha contra el
cambio climático: “Si la gente de todo el mundo puede unirse —los
sindicatos, movimientos sociales, líderes religiosos, grupos
ambientalistas y otros— como vimos que sucedió el sábado durante la
marcha, rezo para que se produzca un milagro similar que lleve a estas
negociaciones sobre el cambio climático a un resultado justo, ambicioso y
legalmente vinculante.”


© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

http://www.democracynow.org/es/blog/2011/12/8/escuchen_a_la_gente_no_a_los_que_contaminan


Fuente: Amy Goodman