Artículo publicado en Rojo y Negro nº 396, enero 2025
Javier Corcuera (Lima, 1967), director y guionista de documentales, llegó a Madrid a finales de la década de 1980, desde entonces ha realizado su trabajo entre nuestro país y Perú. En su filmografía figuran películas como «La espalda del mundo», «Invierno en Bagdad», «La Guerrilla de la Memoria», «Sigo siendo (Kachkaniraqmi)», «El viaje de Javier Heraud» o «No somos nada», sobre la banda de punk La Polla Records. Corcuera además impulsó el taller de imágenes de la CGT que produjo a finales del siglo XX varios documentales sobre luchas sociales y también fue uno de los ideólogos del festival internacional de cine del Sáhara (FISAHARA).
Se van a cumplir 25 años de tu primera película, La espalda del mundo, que narraba tres historias: la lucha del pueblo kurdo, la pena de muerte en Estados Unidos y el trabajo infantil en Perú. ¿Qué valoración haces?
Es duro decirlo pero las cosas no han cambiado mucho, incluso han ido a peor, porque, por ejemplo, cuando rodé la historia del niño y el trabajo infantil en el Perú es la misma que ahora, el tema de la pena de muerte en Estados Unidos no ha cambiado, las ejecuciones en Texas siguen igual que siempre, al margen de que es un sistema siniestro, pero es que, además, en el caso del Kurdistán la represión es incluso peor que cuando estuvimos. Así que es tremendo que, 25 años después, la película siga vigente porque los problemas no hayan cambiado y que incluso hayan empeorado.
Tu cine ha desarrollado por un lado una mirada hacia los ‘invisibles’, pero también has puesto en valor a protagonistas de una mirada anómala o rebelde con sus circunstancias. ¿Qué personajes te han llamado la atención y por qué?
Todas las personas que salen en las películas que he rodado me han marcado mucho, todas por igual. En Invierno en Bagdad, en La espalda del mundo, en las que hice en Colombia durante la guerra interna o cuando estuve con los músicos palestinos… en todas las películas por las que he ido pasando ha habido personas que me han marcado y de las que he aprendido mucho. En situaciones muy difíciles nos han dado ejemplo de fuerza, resistencia y humanidad increíbles. Han sido testimonios que me han invitado a pensar mucho porque nunca he rodado con personas derrotadas, al contrario.
Dice el escritor Paco Ignacio Taibo II que sus libros reivindican la “memoria social”. Hiciste La guerrilla de la memoria sobre los maquis, pero tu filmografía de alguna manera también deja testimonios, como el del poeta peruano Javier Heraud, que parecían olvidados. ¿Hasta qué punto es importante reivindicar la memoria?
Es fundamental para saber quién eres. El cine documental se vuelca siempre sobre la memoria. Es precisamente la memoria visual de un país, un lugar, un momento, una persona o una lucha. Entonces nunca debemos cansarnos de hacer películas que reivindiquen la memoria, es fundamental.
En los últimos años has enfatizado tu cine en la atmósfera musical de los pueblos. En ese sentido: ¿Sigo siendo es la panorámica de la música popular de un país y No somos nada el de una generación?
En el caso de Sigo siendo es el retrato de un país entero o, por lo menos, de los tres grandes mundos del Perú: el mundo andino, la costa y la selva, la Amazonía. Es una película de personajes, de historias. No es solo una película estrictamente musical, intenta también atravesar un país, reflexionar sobre quiénes somos, sobre cuál es nuestra identidad y a partir de ahí descubrir unos mundos que son los que componen el Perú. Quería contar el Perú y pensé que lo mejor era cantarlo porque somos lo que cantamos. En el caso de la película de La Polla Records también es una película que atraviesa, porque lo increíble de la inteligencia de las letras de Evaristo es que no caducan, no eran coyunturales, han atravesado generaciones y fronteras y es de eso de lo que habla la película.
Fuiste impulsor del taller de imagen de CGT, qué recuerdas de ese tiempo y qué valoración haces.
Fue una experiencia muy importante, fue una escuela donde empezamos a hacer películas con otras personas. Tengo un recuerdo increíble, estoy muy agradecido de ese tiempo. La apuesta de CGT por tener en esa época una productora fue muy importante porque no eran solo los cursos de formación, era también producir materiales audiovisuales para los movimientos sociales. Recuerdo que hice con mi gran amigo Jordi Abusada Hablan los rebeldes con los y las zapatistas, en la que fue fundamental la ayuda de José Luis Humanes, o cuando fuimos con Fernando León a rodar a la ex–Yugoslavia durante la guerra… Fue un centro de producción tremendo para un sindicato como CGT, algo increíble porque nadie hizo eso y fue un trabajo documental muy bien valorado. Siempre recordaré y agradeceré a las y los compas que lo hicieron posible.
¿En qué proyectos andas actualmente?
He terminado un corto documental que se llama Mariem sobre la cantante Mariem Hassan, una de las figuras más importantes de la cultura saharaui. Refugiada, cantante, enfermera, desde niña en los campos de refugiados y cuando ya estaba con una enfermedad irreversible nos invitó a rodar su último testimonio. Un corto que recorre su vida, la historia del pueblo saharaui y su música.
También estoy con una película que empecé durante el estallido social en Perú hace dos años. Las fuerzas policiales y el ejército asesinaron a más de 50 personas en medio de la explosión social. La película empieza ahí, está rodada cerca de la frontera con Bolivia y el lago Titicaca, en Puno, donde hay población quechua y aimara. Es también una reflexión sobre 200 años de República en la región, una película que hace preguntas sobre qué ha pasado allí. Lo que está pasando en Perú es terrible, hay una represión muy fuerte, con un gobierno donde la derecha y la ultraderecha están acabando con todo. Es una película que espero sirva para denunciar la situación.
Jacobo Rivero
Fuente: Rojo y Negro