Artículo publicado en Rojo y Negro nº 377, abril 2023

Más de 50 organizaciones de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Francia, Paraguay, Uruguay, Perú a las que se sumó la CGT del territorio español fueron partícipes del XIV Encuentro Latinoamericano de Organizaciones Populares Autónomas (ELAOPA) celebrado este año en Rosario provincia de Santa Fe en Argentina. En la ELAOPA se dan cita diferentes tipos de organizaciones populares autónomas que en algunos casos son financiadas por sindicatos y en otros poseen una economía autónoma. El objetivo principal de la ELAOPA es “fortalecer las organizaciones populares y el protagonismo de los pueblos latinoamericanos”.

La ELAOPA comenzó con una presentación por parte de un representante de cada organización que expuso brevemente cuáles eran sus actividades, cómo se organizaban, cuáles eran los objetivos de su participación o cómo habían logrado ayudar a la comunidad. Para luego poner en común en los distintos ejes de trabajo, las  problemáticas más concretas donde incidir y finalmente, entre todas, resolver algunos de los planteamientos desde la experiencia de las organizaciones presentes que trabajaban en los distintos países y lograr así nuevas soluciones.

Uno de los ejes de trabajo fue el sindical, donde se debatió sobre la organización de las tareas de los sindicatos y la lucha defendiendo nuestros principios en el sector público y en el privado, tanto para pensar estrategias de lucha y organización por reivindicaciones sentidas por el conjunto como para proyectar la recuperación de aquellos sindicatos que tienen anquilosadas direcciones reformistas o a la hora de habitar las organizaciones sindicales y de convivir con otras corrientes. Tender lazos de solidaridad con otros gremios y sectores en lucha fue otro de los fines. Las articulaciones y coordinaciones sindicales fueron la base de nuestra estrategia a la hora de pensar en la unidad del movimiento obrero, una unidad basada en la calle y en la acción directa.

En el ámbito estudiantil se fue trazando el camino de la recuperación de los organismos gremiales y sindicales del sector, se pensó la mejor forma de conjugar la defensa de la educación pública, los problemas básicos del estudiantado, el ir generando una impronta de clase y autónoma de las organizaciones estudiantiles —vinculadas a los problemas reales de los sectores populares y la conflictividad social—, sin perder de vista una metodología acorde a los diferentes perfiles militantes.

En cuanto a la lucha feminista, teníamos el desafío de seguir avanzando en la incorporación a la agenda reivindicativa general (de aspectos como son el acceso a la libre interrupción del embarazo o el fin de la violencia machista), las distintas problemáticas y reivindicaciones de cada sector laboral. Transversalizamos una agenda general y reivindicaciones específicas en nuestras organizaciones populares, e imprimir en cada compañera/o un estilo militante acorde a nuestros principios en torno a un feminismo de las de abajo. Asimismo fue necesario debatir aquellos mecanismos que funcionen para combatir la opresión machista tanto en los ámbitos sociales como en cada organización.

También tuvimos presente observar posibles desviacionismos o peligros de institucionalización en este ámbito de lucha. Para la defensa del medio ambiente, los bienes comunes, el territorio y las propias comunidades se hizo imprescindible pensar ejes aglutinantes y relacionar las distintas problemáticas de acuerdo a cada región. Saber hacia dónde y cómo acumulamos fuerzas no fue tarea sencilla y mucho menos cuando la disputa por el territorio no solo involucra al Estado sino a terratenientes, empresas trasnacionales y los cárteles de la droga. En las barriadas populares se buscaron aquellos ejes convocantes/aglutinantes a la hora de avanzar en la organización de los vecinos, en un contexto de profundización de la pobreza y carestía. Afrontando desde la lucha la preocupante descomposición de las redes solidarias y comunitarias que el avance de la represión, el narcotráfico y la violencia social viene desplegando. En la tarea cotidiana debemos marcar la diferencia con las relaciones clientelares que teje Estado y las organizaciones punteriles, o la prédica de resignación e individualismo de las iglesias y ONG. El riesgo de institucionalización —siempre latente— fue un elemento a no descuidar.

Estos fueron los ejes aglutinantes de la ELAOPA. Se habló  de qué forma se organizan en los  barrios (centro social, asamblea, movimiento, ateneo, multisectorial), qué formas organizativas les permiten acumular fuerzas, qué dinámicas tienen que tener las organizaciones de base militante (periodicidad, convocatoria, temario, ejes de lucha), los problemas a los que se enfrentan los sindicatos sectoriales y la manera de hacer que las listas más combativas salgan elegidas —aquí hago un inciso y explico que en la mayoría de países sudamericanos que participaron en la ELAOPA, los sindicatos son gremiales y son las diferentes listas que se presentan, las que marcan la tendencia política que llevará el sindicato durante el tiempo de vigencia electoral—. También se debatió en cómo luchan contra la opresión machista en los barrios, sindicatos y organizaciones de base, entre otros temas.

Algunos de los ejes aglutinantes, que estaban presentes en todos los países, era el acceso a una vivienda digna en las comunidades más aisladas, paralelo a los problemas con el agua potable y la falta de ayuda por parte de los Estados a estos sectores. En Brasil y Colombia en los ateneos se están organizando para ayudar a los jóvenes de la Comunidad a acceder a la Universidad. Ya que parece que solo pueden acceder a la Educación universitaria los que tienen medios. También se organizan actividades de apoyo escolar. En Uruguay y debido a la gran crisis que provocó el COVID y la falta de recursos en los sectores más desfavorecidos, nace las organización de comedores populares, es el Caso de la Cumparcita, una Olla Popular donde cada domingo dan de comer a 500 vecinos del barrio de la Teja y donde además se realizan actividades para que los “gurises” (niñas y niños) puedan salir de la calle y hacer actividades educativas o deportivas queriendo concienciar a la comunidad del trabajo social, de la ayuda mutua y no sólo de la ayuda como algo implícito.

En Chile, por otro lado, tienen la problemática de encontrar centros de acción comunitaria. El Estado no provee espacios para los jóvenes con lo cual se ha perdido el sentido de ayuda social. Con déficit de atención y el consumismo constante los jóvenes se apoyan más en las drogas. En el caso de Paraguay, dos compañeros explicaron que de forma unipersonal estaban ayudando a una comunidad entera llamada el Bañado donde viven personas de pueblos originarios que el Estado quiere desalojar, ya que el coste de esas tierras ha aumentado, con la excusa de darles una vivienda mejor en otras tierras más alejadas y poder generar un negocio inmobiliario ahí.

Luego de todas estas experiencias compartidas y cambio de ideas y opiniones quedaron en común algunas proyecciones que eran comunes a todos los pueblos en Latinoamérica. La tarea de recuperar la Memoria de los pueblos, la transformación de subjetividades a través de otros valores, la unión y coordinación entre organizaciones sociales sindicales y estudiantiles en los territorios o profundizar debates y mantener la unidad entre las organizaciones presentes nos llevaron a un fin de semana fructífero donde la CGT debatió, aportó y se trajo un trabajo útil para seguir creciendo junto a los demás sindicatos y organizaciones libertarias en la defensa de nuestros valores anarcosindicalistas allá donde vayamos.

Carla Aguirre y David Blanco


Fuente: Rojo y Negro