Entrevista a l@s coordinadores del Espacio de Prevención y Educación Libre “Els Donyets”, por Òscar Llago. Publicado en el Rojo y Negro 241 de diciembre 2010:

Una de las aportaciones más interesantes de éste nuevo siglo a la cuestión de la precariedad y los cuidados a las personas dependientes con la consecuente identificación y desarme del sistema patriarcal, económico y sociolaboral que soportamos, han sido las reflexiones entorno al Derecho Universal de CUIdadanía (CGT, Noviembre de 2004).

 

Pretendiendo seguir y profundizar con el debate abierto en la sociedad, entrevistamos a los coordinadores del Espacio de Prevención y Educación Libre “Els Donyets”, ubicado en Olocau, València. Con Wilhelm Reich y Alexander S. Neill como referentes, en “Els Donyets” llevan 17 años ocupandose de que los niñ@s tiendan hacía la autorregulación y el autogobierno.

¿Cuáles son las necesidades reales del bebé?

Pretendiendo seguir y profundizar con el debate abierto en la sociedad, entrevistamos a los coordinadores del Espacio de Prevención y Educación Libre “Els Donyets”, ubicado en Olocau, València. Con Wilhelm Reich y Alexander S. Neill como referentes, en “Els Donyets” llevan 17 años ocupandose de que los niñ@s tiendan hacía la autorregulación y el autogobierno.

¿Cuáles son las necesidades reales del bebé?

Si la niña o el niño pudiesen diseñar las relaciones con nosotros, nos pedirían que no los llevasemos tan de acá para allá, nada de habitaciones separadas para dormir, nada de guarderias “tempranas” que nos muestran colores en tablillas de colores, nada de “niñeras reales o virtuales”, que hacen piruetas para que engullas no sé qué, nada de prisas porque hay que ir a dormir o levantarse,…Nos piden, sobre todo, caricias y miradas, amor cercano, nuestra presencia no mediatizada, contacto cuerpo a cuerpo…Esas son nuestras necesidades ecológicas, la de nuestros niños y niñas, que también son las nuestras como especie, y que nuestra memoria filogenética nos mantiene vivas y actuales. Un mamífero humano es un bebé balbuceante, lactante, escuadriñador, con ganas de gritar y moverse, con necesidad de chupar y relamerse,.., con la sed clamorosa de nuestra “presencia”, pero no la de “cualquier otra presencia”…No hay en principio sustitutos para esa funcionalidad natural en edades tempranas de la vida – los 3 primeros años sobre todo- (¡Hasta los pingüinos del Antartico saben reconocerse entre miles de pajaros vestidos de frac!) Es el principio en la formación de la identidad humana, esa continuidad en la presencia.

¿Qué significa reivindicar una maternidad y paternidad consciente y ecológica?

La realidad fragmentada. Y los sentimientos secuestrados. Es así como vivimos muchos de nosotros el día a día cotidiano. Tiempo para comer, otro tiempo para trabajar, después ver la televisión y nos queda algún cacho para el amor o la diversión,..La vida se vuelve “especializada” y parcelada. También al niño o niña le toca vivir ese esquema, para desgracia suya. Y con todo, la naturaleza de ese bebé se rebela constantemente contra algo que no entiende…Sus necesidades son globales, y más primarias que la fragmentación o especialización en nuestros trabajos. Su demanda es como las de aquellos mamiferos cercanos, que tiene por parientes, de los que forma una familia felizmente terrestre. Es la realidad piel-a-piel, el contacto de las miradas, el mamar-succionar y el explorar el mundo, el ser escuchado-atendido por alguien como yo,…El bebé se rebela contra un esquema que no entiende: ahora toca mamá, luego guardería, un rato de tía-abuela, salpicado de presencias con el padre, otra vez mamá,..; le.resulta ininteligible un esquema que damos por supuesto en la cotidianidad de nuestros quehaceres adultos…No entendiendose la realidad, ésta se torna fantasmagórica, de imágenes rotas en espejos que es necesario volver a juntar. El “papá especializado”, la “mamá especializada” puede que ayuden a recuperar cotidianamnte ese amasijo de trocitos de realidad, pero a veces, a muy duras penas.

¿Es posible conciliar vida laboral y satisfacción de las demandas del bebé?

Tener trabajo -y bien remunerado- tendría que venir a la par de una protección social al entorno infantil; a la madre en primer lugar, al padre, a ese sistema familiar entero que está ayudando a crecer y madurar a la prole humana. Y eso tendría que permitir a la madre otro estatus en ese ámbito de atención, al menos hasta los 3 o 4 años de vida del infante. El que no exista una lactancia-amamantamiento hasta los 3 o 4 años, permitida y asumida por toda la sociedad no es un problema laboral de la madre y los empresarios que quieren deshacerse de ella en la empresa, es un problema social básico, de la forma en que resolvemos esas necesidades más básicas en la crianza, es entender qué priorizamos, y qué sociedad estamos deseando y construyendo. Asumir por todos otro enfoque cambia la perspectiva humana del problema.

¿Cuál es el papel que juega la escolarización infantil temprana?

La satisfacción de las necesidades básicas del infante nada tiene que ver con la creación de espacios sustitutorios, “precoces”, que estiren por los pelos el desarrollo infantil, y que se pueda mantener el derecho laboral de las madres y los padres al trabajo. Este esquema “especializado” desde muy temprana edad es el que va justo en detrimento de las demandas infantiles, es constrictivo. Otra cosa es que existan y que no haya más remedio que su utilización para familias en aras de su supervivencia real. Y puede que las personas que allí estan trabajando sean maravillosas, con empatía de relación,..Ese no es el problema. El problema social continua sin resolverse. ¿Por qué en lugar de tanta publicidad y empeño en que llevemos nuestros hijos/as a las guarderias y escuelas infantiles, no se dedican más esfuerzos sociales respetar las verdaderas demandas de las madres, de las demandas emocionales de esos hombres y mujeres que están creciendo? ¿No nos importan sus sentimientos? ¿No nos importa su impacto a largo plazo? ¿sus consecuencias personales y sociales?

Abocar, masivamente, a niños y niñas, y de forma temprana a espacios sociales a los que por naturaleza no están preparados, implica que las estructuras afectivas se resienten, pasamos del “vivir acorde a las sensaciones-percepciones fundamentales” a adaptarnos y moldearnos en un proceso que al niño niña le viene grande, no es lo que desearía: socialmente y de forma global no supone ninguna ventaja. Por otro lado, es abdicar de la función paterna en la crianza. ¿Quién es el secuestrador o quién se deja secuestrar en todo esto?

¿La racionalidad de las tareas tendría que ver con otro esquema de crianza?

Los primeros huelguistas ingleses expresaban su ira rompiendo los relojes contra las paredes de la fábricas. Esos relojes eran el símbolo que les robaba el tiempo de vivir y gozar. Hoy, trescientos años después, tendriamos que reinvidicar, más allá de eso, nuestra función maternal y paternal que está en entredicho, que nos encamina -sigilosamnte- a otra perspectiva de relación eductiva, que nos la están robando ; que se pretende una delegación complaciente.

Las demandas sociales no tienen que referirse únicamente al derecho al trabajo digno, sino primeramente, cómo y cuáles tendrían que ser los modelos de relación en nuestra sociedad. Y uno de los más importantes: ¿cómo atendemos a las demandas globales educativas de nuestros niños? ¿podemos pensar que sus necesidades afectivo-emocionales van a ser cubiertas? Hacernos eco de ese papel imprescindible de madres y padres es desenpolvar nuestros propios sentimientos del niño/a que fuimos. Sentirlo es la base del cambio.

Y la reinvidicación es fundamentar la felicidad de la infancia, su armonía como personas, más en contacto en nuestra relación ecológica en el mundo. Al fin y al cabo, es el primer ecosistema al que tenemos que proporcinar cuidado, el de la crianza responsable.

Òscar Llago i Giménez, es afiliado de CGT-València.