Eladio Villanueva, secretario confederal de CGT. "La primera reacción de muchos empresarios es despedir a los que se presentan por CGT"
Pamplona. Detrás de sus siglas es posible escuchar el eco de la historia del anarcosindicalismo español. La tradición de la CNT, el movimiento anarquista que tanta importancia cobró hasta la Guerra Civil, sigue alimentando a un sindicato que trata de recuperar el tiempo perdido durante más de una década de luchas intestinas. "En 1979 perdimos nuestra cita con la historia y dejamos que UGT y CCOO monopolizaran el espacio sindical", explica Eladio Villanueva.
Eladio Villanueva, secretario confederal de CGT. «La primera reacción de muchos empresarios es despedir a los que se presentan por CGT»


Pamplona. Detrás de sus siglas es posible escuchar el eco de la historia del anarcosindicalismo español. La tradición de la CNT, el movimiento anarquista que tanta importancia cobró hasta la Guerra Civil, sigue alimentando a un sindicato que trata de recuperar el tiempo perdido durante más de una década de luchas intestinas. «En 1979 perdimos nuestra cita con la historia y dejamos que UGT y CCOO monopolizaran el espacio sindical», explica Eladio Villanueva.

Aquel año, con la democracia apenas estrenada, la CNT vivió su ruptura en dos corrientes irreconciliables : una que pretendía luchar al margen de los comités y los cauces establecidos (elecciones sindicales) y otra que podría denominarse más posibilista, y de la que surge la actual Confederación General del Trabajo, que tras una serie de pleitos por las siglas comienza a funcionar en 1991 como CGT. Entonces apenas eran una gota dentro de un panorama copado en España por UGT y CCOO. «Nuestra lucha, sin embargo, está dando sus frutos y donde hace 15 años había un militante ahora hay una sección sindical entera. Poco a poco vamos creciendo», dice Villanueva.

En la actualidad, CGT cuenta con cerca de 80.000 afiliados, con unos 4.000 delegados sindicales en toda España «y con el impulso de querer transformar esta sociedad injusta desde la vinculación con los trabajadores», dice VIllanueva. «Me miran raro cuando digo que somos anarcosindicalistas, y esto es porque queda poca conciencia histórica de lo que es este compromiso del día a día con muchos trabajadores que quizá no sean anarcosindicalistas, pero que nos apoyan por nuestro modo de trabajar».

Así, la autonomía, «la capacidad de pensar y actuar con total independencia», es a juicio de su secretario general uno de los aspectos que vertebra el modo de trabajo de un sindicato con una implantación notable en el sector de la automoción, de la banca, las comunicaciones, correos y limpiezas, este último en Madrid, Barcelona y Valencia. «Construcción, hostelería y campo son nuestros grandes agujeros», dice Villanueva, que afronta su segundo y último mandato al frente de CGT. «Lo tenemos limitado por estatutos, y en una organización como la nuestra lo cierto es que no tendría mucho sentido», dice Villanueva, que cifra en un 20% la presencia de su sindicato en las matrices de la automoción.

automoción

Con 53 secciones en el sector del auto, CGT ha adquirido presencia y protagonismo en plantas como la de Landaben y fuera de la Comunidad Foral, en Seat-Martorell. Allí se han vivido este invierno momentos muy duros con el despido de más de 600 trabajadores, 150 de ellos afiliados a CGT. «Cuestiones como ésta nos hacen daño, pero también nos dan fuerza, porque en Seat se han producido desde entonces 50 nuevas afiliaciones», explica Villanueva, para quien el juicio de VW Navarra contra la sección sindical de CGT es «un intento de la empresa da asestar un golpe duro a nuestra organización. Han apuntado al bulto con la intención de crearnos problemas».

Villanueva considera que su sindicato, «teniendo en cuenta lo que está cayendo, posee un discurso moderado». «Lo que sucede ahora mismo es que el capital lo quiere todo, no están dispuestos a ceder en nada. Todo vale y todo se les acepta», dice.

contra la competitividad

En las grandes fábricas la conflictividad ha surgido en los últimos años como consecuencia de la implantación de la flexibilidad en la jornada, mecanismo empleado para ajustar costes e incrementar la productividad. «Nosotros partimos de una base distinta a la de los empresarios y a la de UGT y CCOO. No aceptamos la competitividad como el valor que debe regir la economía. Los trabajadores somos personas, no una pieza más del sistema de producción, y el proceso que estamos viviendo, con una interdependencia cada vez mayor en los horarios, atenta contra el derecho de los trabajadores a planificar su propia vida», dice.

Si a esto se une el recurso cada vez mayor a las contrataciones vía ETT y a la alta precariedad y los bajos salarios de buena parte del nuevo empleo, Villanueva cree que su sindicato «crece a contracorriente». «En la medida en la que crecen la flexibilidad y la precariedad tenemos que ser capaces de articular respuestas, porque somos la única fuerza capaz de ello desde una perspectiva estatal».

Para ello, el sindicato rojinegro se encuentra, sin embargo, con una resistencia fuerte por parte de los empresarios, que ven a CGT como una amenaza y como una fuente constante de conflictos. «Cuando nos presentamos, la reacción inmediata de muchos empresarios es intentar despedirnos», dice Villanueva, que pone como ejemplo el sector del telemarketing, «en el que cada candidatura es despedida». Estas situaciones terminan normalmente en los tribunales «y generalmente se acaban ganando», dice Villanueva. «De hecho, nuestro secretario de acción sindical a nivel confederal , Ángel Luis García, está despedido en Atento», dice.

Para los próximos años, CGT se ha fijado como prioridad avanzar en la implantación en la pequeña empresa, ámbito en el que su representación es menor «y en el que las relaciones laborales se viven de una forma mucho más individualizada». Villanueva alerta también contra la reforma laboral en marcha y pone como ejemplo de precariedad y de falta de derechos sindicales al gran comercio de distribución. «Son miles de trabajadores a los que vemos todos los días y que no tienen capacidad para organizarse».


Fuente: juan ángel monreal/diariodenoticias