Artículo de opinión de Rafael Cid

Hasta ayer había una única “operación tándem” en marcha. Era la de las cloacas del Estado y comprometía al ex comisario Villarejo y a su socio El Gordo. Una suerte de poli malo y poli bueno, según el cristal mediático con que se mire. Pero ahora existe otra nueva “operación tándem” de parecida bipolaridad con dos poderes del Estado a pachas. Eso es lo que se deduce del “¡nunca máis!” del presidente de gobierno en la rueda de prensa exprés sobre el impuesto a las hipotecas. Solo que aquí los conjurados se llaman Pedro Sánchez y Carlos Lesmes.

Hasta ayer había una única “operación tándem” en marcha. Era la de las cloacas del Estado y comprometía al ex comisario Villarejo y a su socio El Gordo. Una suerte de poli malo y poli bueno, según el cristal mediático con que se mire. Pero ahora existe otra nueva “operación tándem” de parecida bipolaridad con dos poderes del Estado a pachas. Eso es lo que se deduce del “¡nunca máis!” del presidente de gobierno en la rueda de prensa exprés sobre el impuesto a las hipotecas. Solo que aquí los conjurados se llaman Pedro Sánchez y Carlos Lesmes.

Dos cabalgan juntos. El varas del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y el jefe del Ejecutivo socialista. Uno ha derogado el fallo de la sección especializada en tributos del TS que interpretaba el artículo 29 de la Ley Hipotecaria en favor del cliente. Todo para la banca. Como hasta la víspera desde que en 1995 el felipismo introdujera el impuesto de Actos Jurídicos Documentados (IAJD) para hacer caja. El otro, aparentando que enmienda a un adversario y sin embargo amigo, salta al ruedo anunciando que hará un decreto-ley para que “nunca más” el sujeto pasivo recaiga en el hipotecado.

Resultado: tanto da que da lo mismo. Los grandes del sistema financiero celebran el triunfo. Es su particular “no nos moverán” en el Ibex. Porque lo de Lesmes & Sánchez persigue el mismo objetivo: que no haya “nunca máis” retroactividad por los multimillonarios sablazos. Ambos han respetado al alimón el pautado de la vergonzante nota oficial donde se justificaba la revisión del fallo proscrito por el Pleno de la Sala. Por la “enorme repercusión económica y social” de la sentencia de referencia, decía el papelito. Quien pierde por goleada es la Justicia, cada vez vista con mayor desconfianza por el ciudadano. Ni es ciega ni es el fiel de la balanza.

Una separación de poderes a garrotazos. Si lo de Lesmes y sus palmeros es un gol en nuestro propio culo, lo de Sánchez es la versión peronista del guerrista ¡Montesquieu ha muerto! Ha perpetrado otro Aquarius, boyante por fuera y zozobrando por dentro. De una parte, con su anuncio de decreto-ley ad hoc trata de ganarse a los ocho millones de hipotecados cabreados, desactivando de paso las movilizaciones de un Unidos Podemos de capa caída. Y de otra, al tiempo que echa el candado a reclamaciones ex ante contra la banca, salva a las Comunidades Autónomas, verdaderas beneficiadas del tributo transferido, de dolorosos reintegros a gran escala.

Ya lo había pronosticado oportunamente la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en la mañana de autos. Mientras deliberaban los magistrados del Supremo en cónclave dejó caer que el montante total en litigio alcanzaba la bonita cifra de 5.000 millones de euros, grosso modo. Un aviso a navegantes. Máxime cuando el gobierno con más mujeres del mundo puede verse abocado a repetir, en el decisivo año electoral del 2019, el mismo presupuesto del PP (“antisocial”, según Sánchez en la oposición) que asumió tras el triunfo de la moción de censura. Por no hablar de las negativas consecuencias sobre el nivel de déficit y deuda convenido con Bruselas que tal dispendio sobrevenido provocaría. Por lo demás, a futuros la banca repercutirá el impuesto en el total del “crédito” hipotecario, porque la adquisición de una vivienda es un bien semielástico, pertenece al grupo cuya demanda no se frena con la subida del precio.

Es lo que tiene la ofuscada razón de Estado. Nunca descubre sus verdaderas intenciones con la banca. Ayer inventó la doctrina Botín, con el epilogo del indulto a su número dos y consejero delegado del Santander, Alfredo Sáez. Y hoy, a la vuelta de la esquina del gran rescate, proclama un “nunca máis” en tándem para que jamás se le pida cuentas por la herencia recibida.

Rafael Cid


Fuente: Rafael Cid