Artículo publicado en Rojo y Negro nº 393, octubre 2024

Un lenguaje neutro sin masculino genérico no solo beneficia a la igualdad entre ambos géneros binarios, sino que también a la dignidad de las personas no binarias, y no es siempre posible mediante circunloquios o con sustantivos epicenos. No hablaré aquí del neutro del latín, que era usado principalmente para seres inanimados o abstractos, ni del neutro moderno visible en los pronombres “esto”/“eso”/“aquello”, sino de una declinación específica por la letra E para personas cuyo género gramatical correspondiente es indefinido, desconocido, mixto o específicamente no binario.

No se trata de ninguna moda, sino de una corriente que salió a la luz en 1976, en cuanto mejoró la libertad de prensa española. Debiendo estar esta propuesta bien madurada antes de salir a la luz, estamos hablando de medio siglo de historia para la lengua castellana, donde no solo ha alcanzado éxito, sino que se ha extendido a otras lenguas también derivadas de latín.

Objetivos
Se atribuye a Einstein decir que se debe simplificar tanto como sea posible, pero no más. En este artículo describiré la declinación neutra propuesta en 1976 por el ingeniero y lingüista Álvaro García Meseguer para un lenguaje neutro en castellano mediante reglas simples que condensen tanto la propuesta original de Meseguer como el uso cuidadoso actual. Intentaré trasladar después esta propuesta a otras lenguas romances originadas en este país.
Para ello nos fijaremos en las palabras que, en nuestras lenguas romances, tienen género gramatical, como sustantivos, pronombres, artículos y adjetivos (tanto calificativos como determinativos). Asumiendo el plural, estas palabras generizadas pueden tener variantes para diferentes géneros gramaticales o no, o representar con un solo género gramatical todos los géneros semánticos, como es el caso de los sustantivos epicenos.
Sobre esta casuística, reduciré a 4 reglas básicas la formación de una variante neutra para los casos de Meseguer, independientemente de las coincidencias a que dé lugar. Si algunas coincidencias causan grave confusión, revisaré la forma de darles excepciones lo más sistemáticamente posibles dentro del uso vivo.

Reglas básicas
Primera: Si la palabra tiene forma en un solo género gramatical, se queda con su género único y sin variantes neutras. Ejemplos: “persona”, “víctima”.
Segunda: Si la palabra tiene la misma forma para ambos géneros binarios, esta forma será también la variante neutra. Ejemplos: “inteligente”, “hábil”.
Tercera: Si la palabra tiene una forma femenina en A distinta de la masculina, la variante neutra se forma sustituyendo esta vocal por una E. Ejemplos: “filósofo, -a”→“filósofe”, “autor, -ora”→“autore”.
Cuarta: Si la palabra tiene una construcción irregular del femenino, la variante neutra se formará también de modo particular. Ejemplos: “padre, madre”→“adre”, “actor, actriz”→“actuante”.

Observaciones
La aplicación directa de la tercera regla lleva a dos fenómenos importantes:
Variaciones ortográficas: cambiar la vocal A por la E en el neutro puede requerir cambios ortográficos para mantener la pronunciación del resto de la palabra. Ejemplos: “asiático, -a”→“asiátique”, “amigo, -a”→“amigue”.
Coincidencias de formas: la variante neutra puede coincidir con a masculina en el plural, como “autores”, o también en el singular, como “presidente”.
La variación ortográfica por esta regla es bastante predecible y aplicable mediante pocas reglas simples que ya aplican a la conjugación verbal. La colisión entre la forma neutra y la masculina genera una ambigüedad en los sustantivos que se resuelve mediante los determinantes o los adjetivos. Esto puede necesitar explicitar un artículo que en principio sería opcional, pero trae la necesidad de que los determinantes no presenten estas coincidencias.
En castellano, estas colisiones aparecen en casos particulares como los demostrativos “este” y “ese” o los posesivos enclíticos “mi”, “tu” y “su”. En estos casos, se puede parafrasear para resolver la ambigüedad, especialmente para enfatizar el neutro. Ejemplo: “este presidente de la asociación trans” se puede reformular como “le presidente de esta asociación trans” o, de modo más sistemático, “su presidente”→“le presidente suye”.
Habiendo soluciones de mínima intervención que resuelven la ambigüedad entre el masculino y el neutro, no es necesario optar por soluciones que añaden más reglas y excepciones innecesarias solo para reiterar la marca del neutro en castellano cuando ya queda claramente indicado.

Migración a otras lenguas
Una publicación abreviada del Llar cántabro trans/NB considera las lenguas galaico-portuguesa, astur-leonesa, cántabra, vasca, castellana y catalana-valenciana. Omitiremos el vasco por no ser romance y no poderse migrar la propuesta de Meseguer. Ya hemos tratado del castellano y, para las lenguas asturiana y cántabra, me remito a sus respectivos colectivos. Me centraré en la migración a las lenguas romances del oriente y occidente peninsular.
Como la única diferencia indicada para el valenciano respecto al catalán normativo son los posesivos “meui”/“teui”/“seui”, frente a “mevi”/“tevi”/“sevi”, agruparé ambas variantes de esta lengua. El conflicto del catalán es que, para las vocales átonas como las desinencias de género, neutraliza en buena parte de sus dialectos las vocales átonas A y E en schwa. Y, en los dialectos que las distinguen, se produce alternancia de A en singular y ES en plural, lo que hace inviable la solución de la E de Meseguer.
Sin embargo, como la I queda igual tónica y átona, les catalanoparlantes han llegado a la solución de utilizar la I como desinencia neutra estilo Meseguer. Parece una solución que conserva todo el espíritu y también casi toda la forma de esta modificación lingüística controlada.
Por su parte, la lengua galaico-portuguesa presenta varias colisiones indeseables de las formas neutras en artículos y demostrativos. Por ejemplo, derivando el artículo definido “o, a”→“e”, colisiona con dos palabras muy usuales en esa lengua, la conjunción “e” y la forma verbal “é”. Aunque el Llar recomendaba el artículo “le” en gallego, y también se atestigua la forma “il” en portugués, son formas excepcionales para lo que soluciona derivar “o, a”→“ê”, sin correspondencia en la ortografía oficialista gallega, cortando siempre la Xunta las alas a les gallegues.
Los casos del pronombre “elu” y de los demostrativos neutros en gallego y portugués son merecedores de un artículo aparte, ya que la solución del Llar colisiona con el masculino y los demostrativos deberían deshacer ambigüedades. Baste indicar como comentario final que, dado que unas contracciones novatorias traerían confusión con formas verbales, parece preferible no contraer con preposiciones el artículo definido neutro en ninguna variante de esta lengua.

Une militante de Burgos


Fuente: Rojo y Negro