Este texto tiene su origen en un debate, que hemos comenzado Pepe Gutiérrez-Álvarez y yo en Kaos, sobre el "desencuentro" entre el comunismo (marxista) y el anarquismo:

 

Contestando a un comentario de Diana y a otro mío a su artículo sobre Sartre y Camus (1), Pepe nos propone ahora «Debatir sobre comunismo y anarquismo» (2); pues, «aunque estemos ya en tiempos de urgencias militantes», no debemos «dejar de lado el debate político y cultural».

 

Contestando a un comentario de Diana y a otro mío a su artículo sobre Sartre y Camus (1), Pepe nos propone ahora «Debatir sobre comunismo y anarquismo» (2); pues, «aunque estemos ya en tiempos de urgencias militantes», no debemos «dejar de lado el debate político y cultural».

Pues bien, dado que a mí, – aún no estando «en tiempos de urgencias militantes» (3) – también me parece necesario el debate «político y cultural», acepto el envite a debatir sobre comunismo y anarquismo a partir de la cuestión («la dictadura del proletariado, una falsa alternativa») que la historia (4) parece legitimar y que me parece sería más legítimo formular así : la vía marxista al comunismo, ¿una falsa alternativa (al capitalismo)?

Por supuesto, no me duelen prendas en reconocer que el fracaso de esa vía no significa que la vía propuesta por los anarquistas sea la verdadera ; pues también la historia impide afirmarlo. No sólo porque la propuesta anarquista tampoco ha permitido llegar al comunismo sino porque, además, el anarquismo no ha logrado aún superar totalmente la problemática del Poder en su práctica. A lo sumo, de lo que podemos prevalernos los anarquistas, es de haber visto confirmadas por la historia nuestras predicciones sobre la imposibilidad de llegar al comunismo a través del Poder, del Estado. Lo que no es ningún motivo de alegría; puesto que el objetivo que perseguimos no es tener razón sino hacer posible un día una sociedad comunista en la que de verdad lo común sea el bienestar y la libertad para todos. Ese ideal que tanto los anarquistas como los marxistas no paramos – por lo menos desde la Primera Internacional – de repetir que es nuestra mayor aspiración y razón de ser.

Partiendo pues de esta coincidencia, la de luchar por el mismo objetivo emancipador, es evidente que el predominio planetario del capitalismo, convertido en el paradigma del Progreso, hasta para los regímenes que  se pretendieron o se pretenden aún «socialistas»(5), nos interpela a todos los que pretendemos luchar contra ese sistema de explotación.   

De ahí que esté totalmente de acuerdo con Pepe en que «tanto marxistas que anarquista, por más que defendamos la memoria (común) de los hombres y mujeres que lucharon por otra sociedad y otra vida, estamos obligados a repensar en parte nuestras tradiciones».

Así pues, si partimos de esta obligación común, de repensar (en parte o algo más) nuestras tradiciones, me parece que debemos hacerlo con rigor y sin ánimo polémico : tanto para encontrar las causas del fracaso actual del movimiento emancipador como para potenciar éste en un futuro próximo. Es decir: que debemos esforzarnos por ver la realidad tal cual ella es y no verla como desearíamos que ella fuese. Pues es a esa realidad que, anarquistas y marxistas, debemos enfrentarnos para transformarla.  

Sobre la realidad actual y las alternativas al capitalismo

Sobre lo que es hoy la realidad económica, social, política y cultural del mundo, tras el fracaso de todas las tentativas de transformarlo por las vías propuestas por el marxismo (sea la socialdemócrata o la revolucionaria), no creo que pueda haber discrepancias (6). No sólo porque  ese fracaso es indiscutible sino también porque el predominio capitalista mundial lo es igualmente. Y eso a pesar de que en ninguna otra época de la historia habían sido tan evidentes el carácter injusto y los efectos nefastos de este sistema para la especie humana.

¿Cómo pues no preguntarse por qué tal derrota ha sido posible? ¿Por qué el marxismo, pese a haber conquistado el Poder y ser hegemónico en casi dos tercios del planeta durante décadas, no ha podido impedir esa vuelta atrás?

Sí tal fracaso no hubiese sucedido más que en un país, se podría pensar y sin duda se encontrarían causas coyunturales para explicarlo ; pero, el hecho de que todas esas experiencias hayan acabado en lo mismo, obliga a pensar que la causa está en la ideología misma. En el querer imponer la emancipación desde arriba en vez de buscar que se produzca desde abajo.

 La causa hay que buscarla pues – como ya comienzan a hacerlo algunos marxistas – en el hecho de haber creído que la «conquista del Poder» lo permitiría (7), en no haber tenido en cuenta lo que el sentido común y la ciencia hacían obvio : que la autoridad no produce libertad, que sólo la libertad puede hacerla posible. Que el Poder sólo tiene una lógica, como sólo la tiene el capitalismo : la de crecer y perpetuarse.

Ahora bien, lo sorprendente no es pues que tal involución se haya producido sino que por ser «fieles a su fe revolucionaria» les cueste tanto a los marxistas reconocerlo e imaginar ahora «un proyecto revolucionario a partir de la experiencia de las revoluciones pasadas» para contribuir, sin pretensiones de dirigirlo, al «renacimiento de un movimiento social» que «aportará probablemente respuestas inéditas» (8).

Respuestas inéditas para los marxistas y también para los anarquistas, puesto que nuestra «fe revolucionaria» nos ha impedido igualmente imaginar una eficaz contribución para potenciar ese movimiento social que está por “renacer” o que ya ha nacido en muchas calles y plazas del mundo para reivindicar el derecho de todos a decidir. Esa reivindicación antiautoritaria que ahora – creo Pepe que estarás de acuerdo – nos es común à anarquistas y marxistas. Por lo menos a cuantos no creemos ni queremos ser “la vanguardia de la Revolución”.    

Notas :

(1) http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/80302-acusar-a-sartre-en-nombre-de-camus.html

(2) http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/80511-debatir-sobre-comunismo-y-anarquismo.html

(3) Supongo que tales «urgencias» son las de la participación (?) en las elecciones próximas.

(4) Los fracasos de todas las experiencias para imponer el comunismo a través del Poder: desde la rusa y china hasta la cubana, etc.

(5) http://www.kaosenlared.net/colaboradores/item/79936-el-capitalismo-paradigma-del-progreso-¡hasta-para-el-“socialismo”.html

(6) «(…) la crisis de dirección y del proyecto del movimiento obrero es fruto de tres factores combinados: los duraderos efectos sociales de la crisis (cambio social); los efectos acumulativos desorganizadores de la política de las direcciones reformistas y populistas frente al primer choque de la crisis; los efector profundos de la crisis del “socialismo realmente existente. (…) En los países imperialistas, los partidos estalinistas desacreditaron la revolución y los social-demócratas la reforma». Daniel Bensaïd, «Una nueva época histórica».

(7) «Algunos camaradas parecen sorprendidos por la pregunta que se plantea en el informe: “¿dónde está el poder?”. Se puede responder simplemente que la lucha de clases comienza, como dijeran los clásicos, de Marx a Trotsky, en la arena nacional y que su horizonte estratégico continúa siendo, en primer lugar, la conquista del poder político en escala nacional. Esto no es falso, pero ya no es totalmente verdadero.» Daniel Bensaïd, «Una nueva época histórica».

(8) Idem.

Octavio Alberola

 


Fuente: Octavio Alberola