Artículo publicado en RyN nº 379 de junio

Titular de periódico: “Las bajas laborales se disparan y preocupan a sindicatos y patronal”

Según los datos de Seguridad Social, las bajas laborales desde 2007, crecen a niveles inéditos “desde que hay registros” consolidados. La prevalencia de las Incapacidades Laborales por contingencias comunes1 por cada 1.000 personas asalariadas, se sitúa en un 43,3, duplicando la existente en el 2012 e in crescendo desde el 2020.
Las personas, asalariadas en cuanto trabajadoras por cuenta ajena y las autónomas, es decir por cuenta propia y como ciudadanos y ciudadanas con “derechos”, exigen un determinado modelo social y, en consecuencia productivo y de distribución de mercancías, que les asegure rentas, posibilidades de movilizarse en el entorno en el cual operan y desarrollan su vida, acceder a cuantos más productos mejor y al mejor precio y donde sus “estados de bienestar” especialmente se vean protegidos en lo referente a la salud.
El riesgo (por el hecho de trabajar) es un hecho objetivo, medible y cuantificable y, además, afecta más a quienes en la relación salarial son más vulnerables al carecer de contrataciones “fuertes” que les protejan de los riesgos.
El riesgo en las sociedades post-industriales, es decir desarrolladas y económicamente dinámicas, traspasa los muros de las fábricas, de las oficinas o de las casas (teletrabajo) y se convierte en un riesgo social, deteriorándose de manera progresiva la salud (biológica y mental) de todas las personas (especialmente de las clases asalariadas pobres y clases medias bajas), ante riesgos nuevos (cánceres, muertes ambientales, pandemias, soledad, depresiones…) ligados intrínsecamente con las formas de vivir y relacionarnos con la naturaleza y entre nosotras.
Hablar de la salud laboral y social en estas sociedades “ricas y dinámicas”, nos visibiliza que cada vez en mayor medida, nos igualamos a esas tres partes de la realidad, la que corresponde a sociedades condenadas a enfermedades que anulan la vida2 (carencia de alimentos, hábitat, agua, esquilmación de recursos, carencia de trabajo, guerras, desertificaciones, etc.) y por lo tanto, bueno es que partamos de este hecho, y adoptemos como asalariadas y personas sociales actitudes y modos de enfrentarnos a estos riesgos, de manera diametralmente opuesta a cómo nuestros patronos, políticos y sindicatos, llevan décadas y décadas haciéndo3.
La lógica dominante que rige es la de la eficacia y, cualquier otra lógica, por ejemplo, producir menos y con otros modelos productivos para cubrir las necesidades sociales de todos y todas; consumir bastante menos y cuidar el medio en el cual vivimos y nos relacionamos, supondría cambiar esta lógica de la “productividad, la eficacia y el crecimiento sin límites”, y requiere de voluntad y humanidad pensando en el bien común y la salud biológica y mental de todas las especies.
Nos encontramos en consecuencia con este planteamiento “democrático” con un aumento del riesgo (por el hecho de trabajar y por el hecho de vivir socialmente) hacia todas las zonas sociales, cada vez menos “protegidas”, cuya desprotección laboral y social se encuentra en relación directa con el desmantelamiento de los estados de bienestar para todos y todas y la privatización de un “buen estado de salud laboral y social” para las clases y personas poderosas y ricas.

NOTAS
1 Contingencias comunes, entiende la literatura científica y jurídica, son enfermedades que no obedecen a causas inherentes al trabajo, sino a causas sociales y la forma de vivir en estas sociedades y en consecuencia es un barómetro muy certero acerca de la buena o mala salud que tiene la ciudad, el pueblo o el medio donde vivimos.
No deja de ser paradójico que la relación laboral, según esta definición de contingencias comunes, nada tenga que ver con lo social, cuando dicha relación de la persona asalariada con el trabajo queda mediatizada por su “contrario”, el capital, que es quien tiene cuasi todo el poder de fijar sus condiciones en el trabajo y en consecuencia determina su mayor o menor grado de salud.
2 Cada año mueren en el mundo 2.200.000 trabajadores (OIT) y debiéramos pensar más en nuestro cotidiano hacer que un altísimo porcentaje de dichas muertes se producen como consecuencia de la “externalización del riesgo” que los países ricos, desarrollados, opulentos… realizan y ahora los riesgos se democratizan y se sufren en las sociedades ricas.
3 EL V AENC firmado por patronos y sindicatos mayoritarios institucionales en su capítulo VII, es preclaro…”Las organizaciones empresariales y sindicales firmantes de este acuerdo, manifestamos nuestra preocupación por los indicadores de incapacidad temporal derivada de contingencias comunes…” y adoptan los siguientes acuerdos: que las Mutuas Patronales aceleren la vigilancia y recuperación de las incapacidades temporales…

Desiderio Martín Corral
Gabinete de Estudios Confederal de la CGT

Este cuadro muestra un Sistema de Salud colapsado, al cual se ha deteriorado y empobrecido conscientemente, para satisfacción del mercado, a través de la medicina privada y las Mutuas Patronales.


Fuente: Rojo y Negro