El Foro Social Europeo se inspiró en el lema global “Otro mundo es posible”, que expresa la necesidad de crear alternativas capaces de oponer resistencia al neoliberalismo. Desde su nacimiento en el 2002, el FSE ha proporcionado una oportunidad para debatir métodos y estrategias que conviertan ese lema en una realidad. Sin embargo, el proceso organizativo del Foro se ha convertido en un campo de batalla entre distintas filosofías sobre cómo progresar hacia el cambio social.

El Foro Social Europeo se inspiró en el lema global “Otro mundo es posible”, que expresa la necesidad de crear alternativas capaces de oponer resistencia al neoliberalismo. Desde su nacimiento en el 2002, el FSE ha proporcionado una oportunidad para debatir métodos y estrategias que conviertan ese lema en una realidad. Sin embargo, el proceso organizativo del Foro se ha convertido en un campo de batalla entre distintas filosofías sobre cómo progresar hacia el cambio social.

Lo que está en discusión es la manera de llegar a ese “otro mundo posible” y, en consecuencia, cómo decidir los objetivos del propio FSE. Aún cuando este proceso pudiera ser a la vez creativo y edificante, en realidad ha conseguido marginar toda una serie de oportunidades para el futuro desarrollo del propio FSE. ¿Cómo ha podido ocurrir todo eso ? Discutiremos en este artículo cómo este tipo de conflictos han sido consustanciales a la historia del Foro Social, y de qué manera se han intensificado este año en la preparación de Foro de Londres.

El movimiento anticapitalista como una red de movilización

El ya tan familiar lema “Otro mundo es posible” fue concebido para contrarrestar ciertas actitudes fatalistas que podríamos resumir en la expresión “no hay ninguna alternativa”. Esas actitudes habían reprimido la actuación de mucha gente que se oponía al proyecto neoliberal que se desarrolló a lo largo de los años 90. El nuevo lema ayudó a unificar las luchas de aquellos que querían una sociedad distinta aquí y ahora, no tan sólo “tras la revolución”. Surgió del mal llamado movimiento antiglobalización, al que también se ha llamado más tarde anticapitalista o movimiento por la justicia social. La descripción más reciente, “movimiento en red de movimientos”, enfatiza la aparición de nuevos agentes sociales que generan nuevas prácticas y nuevas relaciones.

Este fenómeno tiene muchos antecedentes, empezando por la difusión global de las luchas contra las políticas de ajuste estructural de los años 80. La revuelta zapatista de 1994 fue un catalizador para toda una serie de nuevas redes de resistencia y comunicación, especialmente a lo largo de los dos Encuentros Intercontinentales contra el Neoliberalismo y por la Humanidad. Los Encuentros tuvieron lugar en 1996 en Chiapas, y en 1997 en España, bajo el lema “Un mundo que contiene muchos mundos”. (1) Al año siguiente algunos de los participantes de los Encuentros fundaron la Acción Global del Pueblo contra el Libre Comercio y la OMC, que se apoyaba principalmente en organizaciones populares del Hemisferio Sur.

Esas movilizaciones proporcionaron un respaldo muy extendido a métodos de organización como los grupos de afinidad, las redes horizontales o los procesos de consenso. Por ejemplo, cada grupo local designa un delegado a una asamblea, que discute las propuestas intentando llegar a un consenso. Las disensiones se discuten de manera respetuosa, y se intenta integrarlas en la propuesta original para conseguir un acuerdo que sea aceptable para todos. Aunque el movimiento puede incluir coaliciones, es decir, aceptar delegados formales de ONGs o sindicatos, su mayor poder reside en la movilización creativa de redes horizontales que actúan de manera complementaria. Es el movimiento quien desarrolla las propuestas y los métodos alternativos, que dejan de ser propuestas teóricas que habrán de desarrollarse en un mañana ideal e hipotético.

Tales métodos han supuesto el éxito de numerosas protestas – por ejemplo, contra el Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI) en los años 97-98, los encuentros de la OMC en Ginebra en el 98 y en Seattle en el 99, la cumbre del FMI y el Banco Mundial en Praga en el 2000, que tuvo que ser suspendida prematuramente. Alguna parte de “la izquierda” se percató de que algo nuevo estaba sucediendo hacia el año 1999, aunque el movimiento anticapitalista había empezado a funcionar mucho antes de esa fecha. La novedad de las protestas de Seattle fue la demostración de que las redes globales de activistas podían converger en base a una cooperación horizontal a larga escala. Estas formas de organización se utilizaron también en las movilizaciones contra las cumbres de la Unión Europea y del G8.

Las redes de activistas han buscado nuevas formas de conectar las diferentes luchas a través de los espacios y los objetivos. Esta forma de actuar se expresa en lemas como “nuestra resistencia es tan global como el capitalismo”, o “cualquier lucha está conectada a todas las demás”. Del mismo modo, la frase “Ningún tema es prioritario” enfatiza cómo la explotación capitalista domina cualquier aspecto de nuestras vidas, de modo que para plantearse una resistencia que tenga posibilidades de éxito se hace necesario coordinar luchas aparentemente diversas. “Un No, muchos Síes”, un lema que pronunciaron por vez primera los Zapatistas, expresa la fuerza potencial de un movimiento anticapitalista que incluye visiones distintas del camino hacia una sociedad nueva. (2)

Para extender esas visiones y esos contactos, los activistas empezaron a establecer nuevas formas políticas – es decir, convocaron asambleas populares en América Latina y Foros Sociales en Italia. Un amplio espectro de movimientos contrarios al neoliberalismo hallaron la forma de cooperar, a pesar de sus diferencias de punto de vista y de cultura política. Hacia el 2003 los foros sociales habían congregado a varios centenares de activistas en Londres y Manchester, que empezaron a proponer acciones de forma regular. La defensa encarnizada de posiciones estereotipadas cedió el paso a serias discusiones sobre estrategia, en especial sobre las maneras de resolver las diferencias políticas y coordinar las diferentes luchas. (3)

¿Es el FSE un foro abierto a todo el mundo ?

El Foro Social Mundial se impulsó en esas iniciativas y métodos del movimiento anticapitalista, especialmente en los Encuentros y en los foros sociales locales. Según la Carta de Principios del FSM, un foro social es :

”… un espacio abierto para el pensamiento crítico, el debate democrático de ideas, la formulación de propuestas y la coordinación de acciones efectivas por parte de grupos y movimientos de la sociedad civil que se oponen al neoliberalismo y a que el capital o cualquier forma de imperialismo consigan dominar el mundo…

…El FSM será siempre un foro abierto al pluralismo y a la diversidad de actividades y métodos de coordinación de las organizaciones y movimientos que en él participen, así como evitará hacer distinciones por motivo de género, cultura, grupo étnico, edad o capacidades físicas, siempre que sus participantes se adhieran a esta Carta de Principios. No se permitirá participar en el Foro a las representaciones formales de los partidos políticos o a las organizaciones de carácter militar.”

Después del primer FSM en 2001, la Carta anunció de forma optimista que el Foro “se ha convertido en un proceso permanente de búsqueda y construcción de alternativas que no puede ser reducido al conjunto de actos que lo promueven”. Al mismo tiempo advertía de que el FSM “no constituye un centro de poder que puedan disputarse los participantes a los plenarios”. Sin embargo, el proceso organizativo se convirtió muy pronto en una lucha por el poder por parte de individuos que representaban de hecho a los partidos políticos, al tiempo que dificultaban el desarrollo efectivo de alternativas anticapitalistas, tanto en la teoría como en la práctica.

En el Foro de Porto Alegre en 2002, el Partido del Trabajo de Brasil controló el comité organizador de tal manera que excluyó a un gran número de activistas del proceso de toma de decisiones y los relegó a meras tareas de apoyo. En respuesta, muchas organizaciones y grupos de base establecieron su propia convocatoria alternativa (por ejemplo, a través de encuentros juveniles), al tiempo que denunciaban la manipulación del FSM “oficial”. En el FSM de 2003 en Porto Alegre, los organizadores marginaron un bloque entero de sesiones sobre la “vida después del Capitalismo”. En el Foro de 2001, la palabra clave había sido “nuevo” -nuevas ideas, métodos y caras-, como reconocimiento de que los métodos tradicionales de la izquierda habían fracasado. En 2003 la palabra clave parecía haberse convertido en “grande”, y lo que más importaba era conseguir escenificar manifestaciones enormes que vitoreaban a los oradores en los mítines. (4)

El Foro Social de 2003 en Mumbai fue controlado por cuadros de los partidos políticos desde el principio. La cultura estereotípica de “la izquierda” dominó el proceso de muchas maneras, a través de las conexiones con los partidos políticos, por ejemplo, mientras militantes liberados ocupaban la plana mayor de los plenarios, o también mediante la emisión de lemas a favor de la resistencia que disimulaban la carencia de alternativas reales (que no formaran parte de los programas de los partidos políticos). Como uno de los participantes denunció, el proceso organizativo había estado centrado en la consecución de fondos y en la lucha por el poder, aún cuando mucha gente suponía que se creaban “alternativas” por el mero hecho de manifestar oposición a la globalización económica. (5)

¿Es el FSE algo más que una concentración ?

EL FSM inspiró el primer Foro Social Europeo, que tuvo lugar en Noviembre de 2002 en Florencia, en donde se concentraron unas 60.000 personas -más de dos veces la cifra que sus organizadores habían previsto. Este Foro se hizo famoso por ser la plataforma de lanzamiento de la protesta global del 15 de febrero de ese año contra la esperada invasión de Irak por parte de EEUU y el Reino Unido. En cuanto al procedimiento, el primer FSE otorgó a los activistas una considerable libertad para dar forma al encuentro. Tanto el ayuntamiento como los sindicatos aportaron recursos desde el principio, sin exigir a cambio un control exagerado sobre la organización. Sin embargo, en parte a causa de su formato de serie de conferencias y de la enorme asistencia, algunos comentaron que este foro parecía más bien “una concentración de tres días”.

El segundo FSE, que se llevó a cabo al año siguiente en Paris, tuvo un control relativamente mayor por parte de los cuadros de los partidos políticos. Cuando una red de foros sociales franceses solicitó un espacio para reunirse, por ejemplo, su petición fue denegada. A pesar de ello, esos activistas encontraron una iglesia abandonada para reunirse y consiguieron expandirse en una red paneuropea formada por foros análogos al suyo. La principal oportunidad de coordinar acciones, la Asamblea de Movimientos Sociales del domingo por la mañana, se centró en afirmaciones programáticas que tenían muy poco que ver con los debates estratégicos sostenidos a lo largo de todo el encuentro. De hecho, la declaración final fue escrita en esencia por un grupo de trabajo que la confeccionó antes de la asamblea, y al que tan sólo se podía acceder mediante invitación del comité organizativo.

También adelantándose a las conclusiones, un grupo desconocido había propuesto organizar el FSE de 2004 en Londres. Esa oferta generó sospechas e incluso hostilidad en el Reino Unido, por distintos motivos : La ausencia de consultas al movimiento sentaba un pésimo precedente para la transparencia y el procedimiento democrático de la organización. La oferta la realizaron cuadros de algunos partidos políticos : miembros del Socialist Workers Party (SWP) ocultos bajo la fachada de la organización Globalise Resistance y miembros de Socialist Action (SA) bajo la máscara de participantes de la Campaña para el Desarme Nuclear (CND). La cúpula del SWP atacó públicamente a los foros sociales diciendo que “carecían de representatividad”, ya que no se basaban en una estructura de delegados de coaliciones políticas. Tales métodos y programas contradecían los principios explícitos del FSM. Aún peor, convocar un FSE en Londres en 2004 distraería energías de los proyectos y campañas locales, dividiendo aún más al movimiento anticapitalista británico, dada la extendidísima desconfianza hacia los que pretendían organizar el Foro.

Por tanto, algunos activistas del Reino Unido (especialmente los de los Foros Sociales de Manchester y Londres) lanzaron una serie de advertencias criticando la propuesta. Cuando la asamblea europea del FSE la aceptó a pesar de todo, estos militantes intentaron “democratizar el FSE”. Expusieron su criterio sobre lo que debía ser un proceso democrático, en forma de unas condiciones mínimas necesarias para desarrollar el encuentro de Londres. Por ejemplo, algunas personas habían sido ignoradas o insultadas en los encuentros preparatorios en Londres, a causa de que no eran delegados oficiales de las organizaciones, así que propusieron que se permitiera a todo el mundo participar en el proceso.

Esas demandas de democratización obtuvieron un amplio respaldo en las reuniones europeas, pero resultó muy difícil aplicarlas al volver a Londres. El comité organizador forzó la aceptación de propuestas concretas -alegando que de otra manera la Autoridad Metropolitana de Londres o los sindicatos mayoritarios se negarían a proporcionar fondos para el Foro. Así, el control de los recursos, junto con una cierta tendencia a arrogarse representatividades de todo tipo, operó como un chantaje político durante el proceso. Este tipo de maniobras impidió una discusión a fondo sobre el contenido y los procedimientos del Foro, o sobre cómo éste podía usarse para crear “un mundo nuevo”.

Radical Philosophy en la red
http://www.radicalphilosophy.com/

Traducción : Revista polémica
http://usuarios.lycos.es/polemica

N.del T. : Como el artículo es un poco extenso, hemos decidido fraccionarlo en dos partes. El resto del artículo, junto con las notas, aparecerá en breve.


Par : Revista Polémica