El 8M no deja indiferente a (casi) nadie. Ni a quienes lo esperan cada año, ni a quienes lo boicotean de cualquier forma. ¿Pero qué es realmente el 8 de Marzo? ¿Qué sentido tiene un día como el 8M? ¿Qué se reivindica? ¿Es una jornada de celebración o se trata de un día de protesta que recuerda la lucha de la mujer el resto de los 365 días del año? ¿Debemos decir Día Internacional de la Mujer o Día Internacional de la Mujer “Trabajadora”? ¿Desde cuándo se conmemora?, y sobre todo… ¿qué recordamos?

Laura Vicente, historiadora anarquista, explicaba en una charla organizada por #CGTBarcelona hace algún tiempo sobre ‘Mujeres en el Movimiento Obrero’, el origen del 8M, que lo podemos situar en febrero de 1909, cuando se celebra por primera vez en la historia el Día Nacional de la Mujer. El acto estuvo organizado por mujeres socialistas tras una declaración de su propio partido, el Partido Socialista de los EE.UU., y en honor a una huelga que habían llevado a cabo trabajadoras textiles en 1908. Aquellas trabajadoras protestaron por las penosas condiciones de trabajo que padecían y exigían una reducción de la jornada laboral, mejores salarios y el derecho a voto.

En el año 1910, en la II Conferencia Nacional de Mujeres Socialistas que tuvo lugar en Copenhague (Dinamarca), se reiteró la demanda del sufragio universal y a propuesta de la comunista alemana Clara Zetkin, se reclamó el 8 de Marzo como “Día Internacional de la Mujer”.

Al año siguiente y pocos días de celebrarse como tal el 8M, el 25 de marzo de 1911 se produce el incendio en la fábrica de camisas ‘Triangle Shirtwaist’ de Nueva York. En él mueren calcinadas 146 mujeres obreras y 71 resultaron heridas muy graves. Al producirse el incendio no pudieron salir del edificio en el que trabajaban porque el patrón las había encerrado para “evitar robos”, dejándolas sin posibilidad de escapar del fuego. Estas mujeres en su mayoría eran jóvenes migrantes que procedían de Europa del este e Italia. La víctima de más edad tenía 48 años y la más joven apenas había cumplido los 14. Esta empresa empleaba aproximadamente a 500 obreros que trabajaban más de diez horas diarias, a las que había que sumar 7 más los sábados. Recibían por ello un salario entre 7 y 12 dólares. Trabajaban en condiciones inhumanas, encerradas y vigiladas, como quizás hoy lo hagan en muchos otros lugares del tercer mundo tantos seres humanos para… ¿Amancio Ortega, por ejemplo?

https://elpais.com/internacional/2021-02-08/mueren-electrocutados-26-obreros-de-un-taller-textil-clandestino-en-tanger-a-causa-de-las-lluvias.html

https://www.izquierdadiario.es/Mueren-28-trabajadoras-en-una-fabrica-textil-en-Tanger-la-cara-B-de-la-Marca-Espana

En plena I Guerra Mundial (1914-1918) se produce en Rusia una revolución, entre febrero y octubre de 1917.  El 8 de marzo de 1917 tienen lugar incidentes en las largas colas que se habían formado, principalmente de mujeres, para conseguir pan. Estos incidentes se convierten en pocas horas en manifestaciones espontáneas para exigir el final de la guerra, uniéndose entre las reivindicaciones del pueblo el pan y la paz.

Con todos estos aspectos históricos sobre el origen del 8M debemos reflexionar sobre varios hechos incuestionables.

El primero es que el origen del 8 de Marzo está asociado a la lucha de las mujeres trabajadoras asalariadas y a la industria textil, un sector muy feminizado en esa época en la que las niñas y las mujeres recibían por su trabajo unos salarios muy bajos, soportaban jornadas laborales muy largas y muy malas condiciones laborales. Emma Goldman, anarcofeminista, se ganó la vida como trabajadora del textil en EE.UU. y explica la situación a la perfección en su libro autobiográfico ‘Viviendo mi vida’. Otro ejemplo clarísimo es el de la anarcosindicalista Teresa Claramunt, tejedora que participó en la huelga “de las 7 semanas” de Sabadell en 1883 para exigir la reducción de la jornada laboral, tanto para los hombres como para las mujeres.

Por otro lado, esta jornada del 8M también está asociada al “socialismo”, que rápidamente introdujo, entre las reivindicaciones laborales, el derecho a voto. Esto era lógico porque la socialdemocracia consideraba fundamental desarrollar las mejoras a través de la vía parlamentaria, a través de las instituciones. Por lo tanto, son patentes desde los inicios esa intención de institucionalizar el 8 de Marzo.

Además, las mujeres no son solo trabajadoras asalariadas, sino que además están encargadas de lo que ahora llamamos “los cuidados”, o lo que es lo mismo, de todo lo necesario para que la vida funcione. Pero estos cuidados no están en el centro de la economía capitalista, sino que conforma la cara oculta de este modelo económico que tienen que afrontar SOLAS las mujeres desde siempre. Tenemos (vivimos) en un modelo en el que la vida no es responsabilidad colectiva, sino individual de las mujeres. El sistema necesita esa cara invisible para que se reproduzcan las relaciones sociales capitalistas que están basadas en el expolio de la vida, en el trabajo gratuito de las mujeres, pero también (en un sentido más amplio) en el robo de todo lo que entendemos por “vida digna”.

Todo esto explica que las mujeres tengan protagonismo en conflictos que ponen la vida en el centro: conflictos relacionados con la vivienda –desde la lucha por los alquileres más bajos, la lucha contra los desahucios-, con el alimento, con las rentas, la tierra, la paz, etc. En este sentido podemos hablar, como ejemplo de estas luchas, de huelgas de alquileres a principios del siglo XX protagonizadas por mujeres, como nos explicaba perfectamente en su charla la historiadora Laura Vicente.

Conviene tener todo esto claro, presente no solo cada 8 de marzo sino el resto del año. Y “nos conviene” porque hoy, a lo largo de todo el día, va a ganar la idea de que es el “Día de la Mujer”, obviando el término “trabajadora”.

Nada que ver tenemos las mujeres de la clase trabajadora con las burguesas que desde empresas, parlamentos y formaciones políticas de diferente color y signo continúan perpetuando la violencia institucional contra las mujeres. Nada que ver con ellas, porque el feminismo de Estado también es patriarcado.


Fuente: Macarena Amores