Artículo de opinión de Rafael Cid
Cuando mejor pintaban las cosas para Podemos gracias a la implosión Cifuentes, surge lo inesperado y se da la vuelta a la tortilla. De estar todo el mundo pendiente del mastergate y la salida de urgencia, voluntaria o con los pies por delante, de la presidenta de la Comunidad de Madrid, se ha pasado al campo contrario. Ahora, la cosa ha cambiado de eje. Ni arriba ni abajo, dentro o fuera. Porque lo que se ventila en el mundo de Podemos y aledaños es si la batalla de Madrid es el principio de una victoria o el prólogo de un funeral.
Cuando mejor pintaban las cosas para Podemos gracias a la implosión Cifuentes, surge lo inesperado y se da la vuelta a la tortilla. De estar todo el mundo pendiente del mastergate y la salida de urgencia, voluntaria o con los pies por delante, de la presidenta de la Comunidad de Madrid, se ha pasado al campo contrario. Ahora, la cosa ha cambiado de eje. Ni arriba ni abajo, dentro o fuera. Porque lo que se ventila en el mundo de Podemos y aledaños es si la batalla de Madrid es el principio de una victoria o el prólogo de un funeral.
Pero lo que algún mal pensado podría interpretar como una tentación de “tamayazo” al revés, no resiste la explicación oficial dada por los afectados. Ni es creíble que la perspicaz Carolina haya cometido el inmenso error de dejar un documento-lapa en manos de su equipo, ni que Ferraz desconociera la “cumbre secreta” entre el líder de los socialistas madrileños, José Manuel Franco, y la alcaldesa a mediados del pasado diciembre. La tentación vive arriba.
Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible, que decía “El Gallo”. Estamos otra vez ante el típico y obsceno juego de poder con que los profesionales de la política, emergidos y emergentes, nuestros representantes, dirimen sus diferencias. Y llegado a esta situación, los ciudadanos debemos abandonar la posición de simples espectadores para exigir el respeto que merecemos por el hecho fundamental de que somos nosotros quienes pagamos sus juergas pendencieras. Y eso requiere adoptar el “modelo Capone”. Es decir, indagar el delito más allá de las apariencias. Buscando la “pistola humeante” en las entrañas del relato. Veamos.
La noticia de la “operación Bescansa”, en realidad Errejón-Bescansa, la dio en primicia en la tarde del miércoles 18 el diario de Jaume Roures, un medio que habitualmente acoge de buen grado todo lo que venga del pablismo. De suyo, en sus páginas se alojan las plataformas de entrevistas televisivas del tándem Monedero-Iglesias, y como es de sobra conocido en plena crisis del procés el magnate de la IV Internacional mantuvo una reunión en su casa de Barcelona con Iglesias y sus incondicionales en la zona. Encuentro de cuyo contenido y trascendencia se supo menos que del que en su día mantuvieron Iglesias y Errejón con Zapatero y Bono en Madrid, poco después de confirmarse Podemos como el partido revelación en las europeas del 2014.
Pero si importante es el cómo mucho más revelador es el cuándo. Y el minutado refleja esta secuencia como madre de todas las batallas. Acto primero: Iglesias sale a la palestra lanzando un amenazante “tonterías, ni una”, frente a la pretensión de Iñigo Errejón para conformar su candidatura a la presidencia madrileña con plena autonomía. Acto segundo: inopinadamente, frente a las imposiciones de Ramón Espinar, boss de Podemos en la comunidad, el partido se allana y concede que el formato de elección en primarias se haga en una sola vuelta, otorgándole también libertad para conformar su propio programa. Acto tercero y definitivo: estalla la filtración que deja tocado a Errejón y hundida a Bescansa, y demuestra a “tutti quanti” el juego sucio de la pareja, a pesar de la generosidad demostrada por el secretario general de Podemos y su dirección.
Eso a un lado de la barricada madrileña. Porque al mismo tiempo, y como si se tratara de un acto reflejo, el periódico El País, competidor de Público, enemigo declarado de Roures y adversario indisimulado de Iglesias, publica la noticia del ofrecimiento del PSM a Manuela Carmena para que encabece la lista socialista en las próximas municipales. Con todo lujo de detalles, porque la información concreta la buena disposición de la alcaldesa al pacto, hasta el punto de poner en su boca que, de llevarse a cabo, se llevaría a la portavoz de Ahora Madrid Rita Maestre (Podemos), al concejal de urbanismo (José Manuel Calvo), y a la primera teniente de alcalde Marta Higueras (carmeniana acérrima), porque “estaba muy harta de algunos”. Con semejante potaje, resulta un insulto a la inteligencia afirmar que Pedro Sánchez no estaba en esa onda. Y más confuso y proceloso aún es el hecho de su divulgación a toda pastilla en el digital de El País la tarde de autos ¡cuatro meses después de haberse celebrado! ¿A qué estamos jugando?
En fin, que cada cual saque sin conclusiones. Pero lo que ya no tiene enmienda es la confirmación “urbi et orbi” de que la nueva política utiliza los mismos trucos y miserias que la vieja, y que todas las conspiraciones se adoban con el imprescindible concurso de los medios de comunicación afines. Eso si lo expuesto no fuera solo la punta de un iceberg mucho más profundo e importante. Porque, entre zipi y zape, el ayuntamiento del cambio que preside Manuela Carmena y el partido que vino a regenerar la vida política española acaba de dar el pistoletazo de salida a la mayor operación (otra) urbanística de todos los tiempos en la Villa y Corte.
Tras 25 años de bloqueo por sus connotaciones especulativas y urbanicidas, la alcaldesa junto con el PSOE coral del somos la izquierda, el corrupto PP y Ciudadanos ha aprobado el proyecto Madrid Nuevo Norte (antes Operación Chamartín). Un colosal panal de negocio para los grandes de la banca y las constructoras (vuelta al ladrillo) que la propia Carmena calificaba ese mismo día en su periódico favorito (hasta su jefe de comunicación tiene ese pedigrí) como “el urbanismo del cambio”. Un diario que en las últimas semanas ha estado presionando a la corporación inflando supuestos abusos de gestión –“Las subvenciones municipales crecen un 75% a año y medio de las elecciones” (14/04); “Carmena dio a dedo 20.000 euros a la experta de Podemos que auditó al PP” (16/04) o “La antigua firma de un cargo municipal ganó un concurso de 775.000 euros” (18/04)-. Como dijera Iglesias: “hoy no se milita en los partidos, se milita en los medios”. El secreto está en la masa.
Rafael Cid
Fuente: Rafael Cid