A finales de 2016, una sentencia del Juzgado de Lo Social nº 7 de Valencia dictaminaba la nulidad del despido de una delegada de CGT por parte de Marktel Teleservicios SL.

El motivo de fondo del fallo judicial, la vulneración del derecho fundamental a la libertad sindical, puso nombre a lo que la empresa ha sistematizado como política desde que la organización anarcosindicalista a la que pertenece Pepa Vañó, protagonista involuntaria de esta historia, se convirtiera en una eficaz herramienta de lucha por los derechos de los trabajadores.

El motivo de fondo del fallo judicial, la vulneración del derecho fundamental a la libertad sindical, puso nombre a lo que la empresa ha sistematizado como política desde que la organización anarcosindicalista a la que pertenece Pepa Vañó, protagonista involuntaria de esta historia, se convirtiera en una eficaz herramienta de lucha por los derechos de los trabajadores.

Cuando Pepa Vañó pisó por primera vez la empresa de telemarketing Marktel en el año 2004, ni se le pasó por la cabeza augurar que le dedicaría más de una década de su vida. Había logrado graduarse como Graduada Social, y lo que en teoría no era más que un trabajillo temporal a tiempo parcial mientras encontraba algo mejor pasó a convertirse en un trabajo que parecía definitivo.

Hasta que en 2014 tomara la determinación de formar parte de la candidatura de CGT al Comité de Empresa, impelida por la precariedad que día a día imponía con cada vez menos cortapisas la empresa del Marqués de Vivanco, Pepa era considerada por la dirección como una empleada ejemplar.

Ocupaba la categoría de teleoperadora especialista, 30 horas de jornada semanal, 700 euros netos mensuales. La falta de respeto a la normativa laboral y los abusos eran la tónica general.

Se hacía muy difícil la conciliación por ejemplo, Pepa fue madre por primera vez en 2005, y la reforma laboral de 2012 vino a profundizar en la indefensión de la plantilla. Frente a ello los sindicatos presentes en el Comité de Empresa apenas si alcanzaban a hacer poco más que sentarse a negociar y firmar recortes.

Fue precisamente un nuevo pacto regresivo entre UGT, CSIF y dos delegados de CGT en forma de convenio de empresa, el hito que puso en marcha a los trabajadores más combativos. El acuerdo fue denunciado por imponer condiciones por debajo del convenio del sector, ya de por sí muy mejorable, y los representantes de CGT que lo rubricaron dimitieron.

En el verano de 2014 se celebraron unas nuevas elecciones sindicales cuyo resultado apuntaló la labor de la Confederación: 5 delegados de CGT en un Comité de empresa de 9 miembros.

La experiencia, la voluntad de hacer valer los derechos, el buen asesoramiento y la organización efectiva no pudieron ser tolerados por Grupo Marktel: no en vano, su trayectoria evidencia que ha logrado imponer a la plantilla salarios y condiciones sociolaborales inferiores a la media en el sector.

Tal y como recoge el texto de la sentencia favorable a Pepa Vañó, la persecución sin paliativos a la acción sindical de CGT comenzó con la limitación a los delegados de CGT para el ejercicio de las horas sindicales. El marcaje a Pepa en particular se tradujo en una sanción por falta leve en mayo 2015, a los dos días de solicitar la sindicalista una excedencia para el cuidado de familiares, por no haber devuelto firmada en el mismo día la normativa interna de la empresa. Esta sanción, que fue denunciada, sigue pendiente de resolución. Y al mes siguiente, tras interponer la CGT una demanda solicitando a la empresa la aplicación del convenio colectivo del sector del Contact Center en lugar del convenio colectivo de empresa, Marktel, una vez finalizado el acto de conciliación, comunicó la incoación de un expediente disciplinario a Pepa imputándole una falta muy grave de “transgresión de la buena fe contractual”.

¿Qué alegó la dirección para justificar el despido disciplinario fulminante de la delegada? Nada menos que un seguimiento realizado por un detective privado que pretendía demostrar el uso por parte de la sindicalista de las horas sindicales para cuestiones personales. Y ante ello, los delegados de UGT y CSIF miembros del Comité de empresa apoyaron la decisión de la dirección presentando un escrito en el que manifestaban su “derecho de no realizar alegación alguna (contra la sanción a Pepa) al entender que la actuación de la representante atenta contra nuestros intereses en el Comité”.

A continuación, entró en escena la “Asociación de Trabajadores de Marktel”, una organización fantasma que cumplió con el objetivo de remover, azuzar, e intoxicar los ánimos de la plantilla. Para ello, se dedicaron a elaborar panfletos que distribuían en los puestos de trabajo, en los tablones sindicales, tildando de “lamentable la situación sindical de la CGT”, acusando también a los representantes anarcosindicalistas de “improductivos”, repitiendo el argumentario empresarial del uso indebido de las horas sindicales por parte de Pepa.

Y el escenario se hizo propicio para que la dirección y sus agentes movieran ficha e hicieran jaque mate a la representatividad de la CGT en Marktel Teleservicios. En julio de 2015 convocaron una “asamblea de revocación de la totalidad de los miembros del comité de empresa del sindicato CGT así como de los suplentes de la candidatura”. Se montaron dos mesas para la votación, una presidida por CGT, otra por el resto de miembros del Comité… Y la plantilla votó.

Salieron dos resultados contrapuestos sobre la revocación, y el que finalmente fue validado tras varias demandas judiciales, resultó ser el correspondiente al defendido por UGT y CSIF, a tenor del censo electoral que se utilizó en una y otra mesa.

A pesar de las enormes dificultades y de la derrota táctica que sufrió la CGT en todo este proceso, Pepa Vañó, recurrió su despido.

Esto fue lo que se encontró Pepa Vañó al volver a Marktel tras ser declarado nulo su despido.

La sentencia es clara y, no sólo es favorable a la trabajadora, sino que considera hechos probados una realidad que empresa y empleados sin conciencia de clase trataron de negar, maquillar y pervertir. Y es que, no sólo su despido disciplinario era injustificado y Pepa hizo un uso correcto de su crédito horario como delegada sindical, sino que eran absolutamente falsas y tendenciosas las acusaciones que se lanzaron contra ella. Con lo que la conducta de la empresa constituyó una vulneración a sus derechos fundamentales.

La anulación del despido implicó que Pepa fuera readmitida en Marktel. Pero, finalmente, volvió a ser despedida.

Esa segunda vez, Pepa Vañó decidió emprender un nuevo canino en su vida. Si en Grupo Marktel eran incapaces de asumir las normas de democracia más básicas, ella las haría valer de otra manera, como asesora externa a trabajadores y trabajadoras que se encontraran en situaciones complicadas y necesitaran de apoyo y conocimientos sindicales.

Porque la guerra de clases no ha acabado, la lucha sigue.

Programa de radio en el que Pepa relata su experiencia: ‘Acció Directa’ 29 març 2017

Equipo Comunicación CGT-País Valencià

http://www.cgtpv.org/confederal/lacomiadament-pepa-vano-delegada-cgt-marktel-teleservicios-declarat-nul?upm_export=print


Fuente: Equipo Comunicación CGT-País Valencià