JOSEP-MARIA Terricabras
El ruido mediático de casos espectaculares de terrorismo a menudo deja en la sombra otras decisiones judiciales absolutamente incomprensibles. Me referiré a dos muy recientes.
JOSEP-MARIA Terricabras

El ruido mediático de casos espectaculares de terrorismo a menudo deja en la sombra otras decisiones judiciales absolutamente incomprensibles. Me referiré a dos muy recientes.

Primera : después de cuatro larguísimos años de reclusión, cinco miembros de la llamada operación Dixan han sido condenados por la Audiencia Nacional a 13 años de prisión cada uno. La sentencia es incomprensible por varias razones. Fueron detenidos por primera vez como preparativo de la guerra de Irak : el propio Collin Powell los mencionó en la ONU. Pero al cabo de mucho tiempo, como no había razón para acusarlos, se les soltó.

Después fueron detenidos de nuevo, por fabricación y tenencia de explosivos. Pero la sentencia de estos días los declara inocentes en este punto. En cambio, los condena por pertenencia a banda armada. No obstante, está claro que ni el tribunal que dicta la pena puede creerlo. En realidad, uno de ellos, condenado también a 13 años, trabaja y vive desde hace meses tranquilamente, cerca de Banyoles, con su mujer y su hija. ¿Cómo puede el tribunal mantener en libertad a un peligrosísimo terrorista ? El tribunal no puede creer que lo sea. Pero le condena a 13 años.

Segunda : la detención incomprensible de Núria Pòrtulas, de Sarrià de Ter. Inicialmente, fue acusada de pertenencia a banda armada y de tenencia de explosivos. Bien ridícula debía de ser la acusación cuando, después de aplicarle la legislación antiterrorista y de declarar ante el juez también de la Audiencia Nacional, este le retiró los dos cargos. Pero, sorprendentemente, hizo que la encarcelaran por «conexión con grupos violentos anarquistas italianos». Otra ridiculez, porque la gran conexión es la amistad de Núria con un chico italiano que es anarquista y al que se acusa de haber cometido un acto violento (en concreto, quemar un vagón de tren). ¿Cuál es, pues, en realidad, el delito de Núria ? Ser amiga de un anarquista.

¿Y alguien se extraña del descrédito de la justicia ? ¿Y alguien se extraña de que los policías y jueces no sean vistos como una protección, sino como una amenaza ?


JOSEP-MARIA Terricabras
Catedrático de Filosofía.


Fuente: El Periodico