Artículo de opinión de Rafael Cid

Después de conocerse que la epidemia ha dejado fuera de combate al diputado de Vox Ortega Smith, y pendientes aún de datos sobre si también hubiera contaminado a los asistentes al mitin de Vistalegre, celebrado el pasado fin de semana en Madrid, la posibilidad de un coronavirus anticapitalista, o al menos de izquierdas, ha comenzado a gestarse en algunas testas intelectuales de reconocido prestigio.

Después de conocerse que la epidemia ha dejado fuera de combate al diputado de Vox Ortega Smith, y pendientes aún de datos sobre si también hubiera contaminado a los asistentes al mitin de Vistalegre, celebrado el pasado fin de semana en Madrid, la posibilidad de un coronavirus anticapitalista, o al menos de izquierdas, ha comenzado a gestarse en algunas testas intelectuales de reconocido prestigio.

Amparados en la <<doctrina del shock >>, un capitalismo del desastre cuyo auge anunciaba la activista canadiense Noami Klein, que reporta calamidades, guerras y cataclismos como la doma que utiliza el orden neoliberal para imponer su cartilla de racionamiento económico-social, algunos analistas de profundis están escrutando en la epidemia una especie de ángel exterminador del sistema. Otros, en el envés del mismo registro, cifran en sus efectos la treta del poder para postrarnos mansamente a sus pies.

Adicto al primer supuesto, y con la deslumbrante pirotecnia acostumbrada, destaca el profesor esloveno Slavoj Žižek. El que fuera candidato a la presidencia de su país en 1990 por el Partido Liberal Democrático, y hoy best seller de fervorosas multitudes pret a porter, acaba de dejar en Russia Today (RT) su inapelable veredicto sobre el coronavirus. Se trata, ha aventurado el pensador que un día se definió como <<filósofo estalinista radical>>, de un <<golpe al capitalismo a lo Kill Bill que podría reinventar el comunismo>>. Como un padre devorando a su hijo pródigo, así, la China de los sistemas, verde por fuera y roja por dentro, habría espabilado la epidemia para volver a dónde solía. Al comunismo de la revolución pendiente.

Escenario difícil pero no inviable, aunque precisaría de <<patologías previas>> en el seno aparato del Partido Comunista Chino que vigila hasta los sueños de la población en aquella inmensa fortaleza. Tal acaba de ponerse de manifiesto a raíz del acuartelamiento social decretado por el mando supremo de Pekín. Pero, lo intenso de Žižek, siempre rizomático, es que ve el proceso en marcha capaz de preñar otro mundo posible. <<Quizás otro virus, ideológico y mucho más beneficioso, se propague y con suerte nos infectara: el virus de pensar una sociedad alternativa más allá del estado-nación”. La conspiración biopolítica de las plagas como partera de la historia. En el contexto de la cabalística del modelo Žižek nada resulta inverosímil. De momento Vladimir Putin, el padrino del medio que ha difundido su arenga, ha sido reelegido por la Duma para ostentar la presidencia de Rusia hasta el 2036 sin necesidad de ser investido Zar.

El otro exponente de la comunidad de sabios que ha contemplado el estallido del coronavirus como una especie epifanía (mortal en su caso) ha sido Giorgio Agamben, mediante un discurso que contiene una asimilación ortodoxa de lo predicado por la señora Klein. Lo ha hecho cargando contra las medidas de emergencia adoptadas por las autoridades de su país que califica de <<frenéticas, irracionales y completamente injustificadas para una supuesta epidemia>> El autor de obras tan influyentes como Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida considera que las limitaciones de movilidad impuestas y la alteración de las condiciones de vida y de trabajo tienen que ver con <<una tendencia creciente a utilizar el estado de excepción como paradigma normal de gobierno>>.

Ciertamente, la inclinación de las democracias de mercado a reprogramar la sociedad civil en la servidumbre voluntaria ha sido un objetivo central de los trabajos de Agamben a lo largo de su ya extensa y brillante trayectoria. Lo nuevo ahora es que el italiano ha creído ver en esas disposiciones ejecutivas el signo de emergencia de un nuevo tipo de paternalismo totalitario, un algoritmo del sometimiento. <<Parecería –asegura en el texto citado- que habiendo agotado el terrorismo como causa de las medidas excepcionales, la invención de una epidemia puede ofrecer el pretexto ideal para extenderlas más allá de todos los límites>>.

Viento del este, viento del oeste, lo evidente aquí y ahora es que el coronavirus les prefiere ultras.

Rafael Cid


Fuente: Rafael Cid