Una madre se ata a las puertas de la factoría de Martorell para protestar por el despido de dos de sus hijos
BARCELONA.- Cuando hace 40 años Feliciano Sanromán empezó en Seat, ésta era una de esas pocas compañías que ofrecía un empleo tan fiable y duradero como el que las habladurías de la época otorgaban a la Administración y a la Caixa. Por eso, y pese a que los tiempos habían ya cambiado mucho, un día les dijo a sus dos hijos varones : « En la Seat tendréis siempre un sueldo seguro ».Para allí se fueron Juan (ahora 33 años) y Dani (20), tras un prolongado paso por la Escuela de Aprendices de la compañía automovilista.
Una madre se ata a las puertas de la factoría de Martorell para protestar por el despido de dos de sus hijos

BARCELONA.- Cuando hace 40 años Feliciano Sanromán empezó en Seat, ésta era una de esas pocas compañías que ofrecía un empleo tan fiable y duradero como el que las habladurías de la época otorgaban a la Administración y a la Caixa. Por eso, y pese a que los tiempos habían ya cambiado mucho, un día les dijo a sus dos hijos varones : « En la Seat tendréis siempre un sueldo seguro ».Para allí se fueron Juan (ahora 33 años) y Dani (20), tras un prolongado paso por la Escuela de Aprendices de la compañía automovilista.

Pero al final, los tres han coincidido en la empresa un breve lapso de tiempo. El despido del hermano mayor llegó hace seis meses. El del pequeño, el pasado 22 de diciembre, en el marco de la regulación que costó el trabajo a 660 personas. Ahora, el único que se mantiene es Feliciano, al filo de la jubilación y con medio pulmón mermado por una enfermedad. De hecho, el padre de familia es uno de los prejubilados que integran el plan de relevo de Seat -sustitución de veteranos por jóvenes-, lo que provoca que trabaje apenas 32 días cada año hasta que llegue a la edad real de jubilación.

De psiquiatras

La situación en el hogar, cuenta la madre, es triste. De psiquiatras en los últimos días, asegura. « Una casa sin arreglar ». Fue esa desesperación la que le llevó a encadenarse a las puertas del taller de montaje de Seat en Martorell (Barcelona) el pasado jueves. Ayer, con su acento sevillano confesaba estar « escacharrada » y tener « el culo que aún no ha entrado en calor » después de las cinco horas que permaneció enganchada a las rejas, de 10 de la mañana a 3 de la tarde, y que sólo abandonó previo acuerdo con los guardias civiles que le conminaron a abandonar la protesta.

Consuelo, de 58 años, explica que ha corrido muchas veces en su vida delante de los grises y que ha acudido a manifestaciones cuando éstas eran parte de las prohibiciones. « Alguien lo tenía que hacer », dice respecto a su reciente protesta, tras admitir que « siento rabia porque no puedo retorcerle el cuello a alguien ».

Tras engañar a su marido y al mayor de sus hijos, se personó en Martorell con la excusa de asistir a una movilización. Antes se había hecho con 20 metros de cadena, 10 mosquetones y pegamento para impedir su apertura en un arcón en el que decía llevar unas octavillas. Y dentro de su cuerpo, unas cuantas valerianas : « estoy tratándome en el psiquiatra, como mi hijo mayor ».

La madre asegura que la jubilación de su marido tendrá ahora que enjugar los gastos de dos hipotecas, una vez que uno de sus hijos ha vuelto a casa tras separarse y quedarse sin trabajo.« Todo el mismo año ».

En su opinión, lo lógico es que hubieran acabado con las jubilaciones parciales como la de Feliciano y se hubiera permitido que los « cachorros » se hubieran mantenido en la compañía. Total, dice, los sueldos ya no son lo que eran en los viejos tiempos. « Mi hijo no llegaba a cobrar los 700 euros, que no son ni 120.000 pesetas », apunta, reveladora.

Y lo peor, subraya protectora, « es que no han hecho nada para que les despidan ». En su opinión, los dos despidos no son más que fruto de decisiones sindicales. Mientras el padre es afiliado de la CGT, Juan eludió tener carnet de ninguna central y Dani optó por la UGT. Pero su decisión cambió cuando despidieron a su hermano y se empezaban a vislumbrar la posición de las organizaciones mayoritarias en la negociación por el expediente de regulación de empleo que afectaba en un principio a 1.346 personas.


Fuente: DANI CORDERO / EL MUNDO