Artículo publicado en Rojo y Negro nº 393, octubre 2024

Víznar es un municipio de unos 1.000 habitantes situado a 9 km al NE de la ciudad de Granada, al pie de la Sierra de La Alfaguara. Es tristemente conocido porque en sus inmediaciones se asesinó y enterró al poeta García Lorca; pero no sólo a él.
Desde los primeros momentos en que triunfa el golpe de Estado del 36, Granada fue un escenario de violencia y terror para borrar todo rastro de la República. Los responsables eran el ejército, la oligarquía económica, la Iglesia y los partidos políticos de derechas; pero los ejecutores fueron militares, policías, guardias civiles, falangistas y civiles voluntarios integrados en las Escuadras Negras. La ladera de la montaña recorrida por el camino entre los pueblos de Víznar y Alfacar, junto con las tapias del cementerio de Granada, se convirtieron en lugar de horror, represión y aniquilación de centenares de personas que habían defendido y hecho uso de los derechos y valores conseguidos en la República. Se estima que en Granada fueron asesinadas unas 3.000 personas en tiempos de la Guerra Civil, y otras 3.000 en los años posteriores.
Las víctimas solían ser detenidas sin garantías jurídicas en sus domicilios, por la noche, con gran estruendo y griterío para amedrentar y aleccionar a familias y vecinos. Luego eran conducidas a Gobernación o a Comisaría, donde eran interrogadas y torturadas durante días. Después pasaban a alguna de las cárceles o bien eran conducidas en camiones al cementerio de Granada o a la carretera de Víznar a Alfacar. Los que a este segundo lugar llegaban, pasaban unas horas en “La Colonia” (un antiguo molino que en la etapa republicana fue habilitado como lugar de vacaciones de hijos de obreros), antes de ser “paseados” (sinónimo fascista de muerte) y ejecutados en algún paraje junto a la carretera. Los cuerpos eran abandonados en el campo y, al día siguiente eran ocultados bajo tierra, sin ningún tipo de ceremonia, por un grupo de masones, presos también en La Colonia que actuaban como enterradores. Los que eran subidos al cementerio eran fusilados en sus tapias y arrojados a fosas comunes. La Falange y las Escuadras Negras también hacían “sacas” sin control de presos de las cárceles o “paseaban” a gentes desde sus domicilios; al día siguiente los cuerpos tiroteados eran encontrados por los caminos en las afueras de la ciudad.
Los enterramientos en las laderas de La Alfaguara comenzaron en la zona de Puerto Lobo y después en diferentes áreas de Alfacar: Cañada del Colmenar, el Caracolar, campo de las Pepinas, para continuar finalmente en el paraje de Los Pozos, hoy conocido como “Barranco de Víznar”.
Bajo el yugo del miedo, el franquismo ocultó el recuerdo de aquellos asesinatos. La zona fue repoblada de pinos para disimular las fosas donde yacían las víctimas, rodeada de alambradas y vigilada de cerca por la Guardia Civil.
Ya desde finales de los años 40, algunos extranjeros, investigadores de Lorca, se acercaron a la zona en busca de la posible ubicación de los restos del poeta (Gerald Brenan, Claude Couffon, Agustín Penón, Ian Gibson), aunque sólo reunieron informaciones contradictorias. No es hasta 2009 cuando comienzan las primeras excavaciones en la zona, sin encontrar fosa alguna. En 2013, a propuesta del Ayuntamiento de Víznar, se comienza a investigar por el paraje de Los Pozos y comienza a testificarse la existencia de fosas con restos humanos con signos de violencia; la zona es declarada como Lugar de Memoria Histórica. No es hasta 2021 cuando se presenta el ambicioso proyecto “Barranco de Víznar, Lugar de Memoria Histórica”, auspiciado por la Universidad de Granada y la Secretaría de Estado de Memoria Democrática. Está financiado por el Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática y el Comisionado de la Concordia de la Junta de Andalucía. Y en él están plenamente involucrados la Universidad de Granada, con todo su cuerpo de personal técnico y científico, y el Ayuntamiento de Víznar, que ha puesto algunas de sus instalaciones municipales al servicio de la investigación y de la custodia de los restos exhumados. Es, por tanto, una colaboración modélica entre instituciones públicas al servicio de la recuperación de la Memoria y la Justicia.
El equipo de investigación está dirigido por el arqueólogo de la UGR Francisco Carrión; y está compuesto por arqueólogos, historiadores, antropólogos físicos y forenses, sociólogos y el Departamento de Genética de la UGR, de gran prestigio a nivel internacional. El objetivo no es sólo recuperar los restos humanos allí depositados, su memoria y su dignidad, sino que, a través del proceso de investigación científica y multidisciplinar, actuar como garante de veracidad y acumular todas las pruebas para que se investiguen como delitos de lesa humanidad los asesinatos de las personas cuyos cuerpos han sido hallados.
El resultado de estas 4 campañas de excavación ha sido la exhumación de 132 cadáveres de 18 fosas; 101 hombres y 31 mujeres. Las víctimas fueron profesores universitarios, maestros, políticos, feministas, miembros de asociaciones, sindicalistas, trabajadores de diversos gremios: dependientes de comercios, mecánicos, ferroviarios, fontaneros, albañiles, costureras, trabajadores de la fábrica de explosivos de El Fargue, trabajadores públicos… e incluso militares republicanos.
En general, hombres y mujeres se encuentran en fosas separadas, aunque hay fosas mixtas. El 90 % fueron asesinados por disparos en la cabeza, hasta 4, lo que demuestra el ensañamiento con que actuaron los ejecutores; el resto, por proyectiles en otras partes del cuerpo.
El mayor impacto causado en el equipo fue encontrar los restos de un niño de entre 11 y 14 años, con un lapicero y una goma de borrar en su bolsillo; quizá traído aquí junto a su padre o asesinado porque a él no lo encontraron. Turbador también fue el hallazgo de una fosa con 10 hombres maniatados a la espalda. Y muy emotivo fue el levantamiento de la fosa del “Sindicato de la Aguja”, donde han aparecido los restos de 12 mujeres (una de ellas de entre 15 y 19 años) que militaban en este fuerte y reivindicativo sindicato de costureras, de gran participación en actos públicos, algo que la conservadora sociedad granadina no toleraba. Es posible que algunas de las mujeres aquí yacentes en estas fosas sufrieran antes violaciones y torturas; se han encontrado cadáveres con fracturas en brazos, cráneos y costillas.
Se han tomado muestras óseas de todos los cadáveres para su identificación genética, que pasarán a bancos, andaluz y estatal, de ADN para futuras identificaciones. También se han tomado muestras a unas 70 familias que reclaman los restos de sus desaparecidos en la Guerra Civil.
Los informes de las investigaciones han sido enviados a la Fiscalía de Derechos Humanos y Memoria Democrática (sin competencia jurisdiccional; es decir, que no puede acometer investigaciones ni presentar querellas); la cual los ha remitido a la Fiscalía de Granada. Ésta ha realizado una primera calificación como “indiciariamente constitutiva de delitos de homicidio, asesinato, detención ilegal y/o desaparición forzada cometidos en el contexto de crímenes contra la humanidad”. No se conocen más actuaciones de la Fiscalía provincial; sólo conocemos otras sentencias en las que los jueces se niegan a investigar torturas y asesinatos de la guerra civil y el franquismo, alegando que la Ley de Amnistía de 1977 está vigente e impide su labor, ignorando el Derecho Internacional sobre delitos de lesa humanidad y las recomendaciones que la ONU ha hecho al gobierno de España.
La campaña de 2024 finalizó con la devolución a los familiares de las primeras 2 víctimas identificadas: Juan de Dios Díaz Adarve, trabajador de la fábrica de El Fargue, y de Antonio Rosales Ruiz, enfermero; y con la celebración de las I Jornadas de Memoria Histórica en Víznar.
La próxima campaña en 2025 continuará con la excavación de otra fosa que ya está localizada y la prospección arqueológica en los alrededores en búsqueda de otras posibles. El equipo de investigación estima que se llegará a la recuperación de aproximadamente 200 cadáveres de víctimas.
(Y Lorca no ha sido encontrado).

J. Ángel Moreno
CGT-Granada


Fuente: Rojo y Negro