El Banco Mundial propuso ayer un marco mixto para afrontar la reforma de los sistemas de pensiones, en el que se combinen elementos públicos que aseguren un nivel de renta mínima para los jubilados con elementos administrados a título privado.
La institución financiera advierte de que los planes públicos de pensiones «no están diseñados para mantener los niveles de prestaciones actuales ante los importantes cambios demográficos y económicos». Todos los países, ricos y pobres, encaran el mismo desafío. Pero el punto de partida a la hora de reformar los sistemas de pensiones son diferentes, por eso el Banco Mundial señala que no existe una solución universal.
Sin embargo, propone una estructura que se sustenta en la combinación de cinco pilares para garantizar la estabilidad económica y la seguridad de las poblaciones que envejecen. Si no se hace así, alerta de que «habrá que recortar el gasto en salud y educación o reducir radicalmente las pensiones de generaciones futuras para mantener a flote los sistemas vigentes».
La institución financiera propone un nuevo pilar cero o no contributivo -en forma de renta básica o pensión social- que garantice una cobertura mínima durante la vejez, para prevenir la pobreza. A éste se le sumaría un sistema contributivo vinculado al nivel de ingresos. También habría un pilar obligatorio bajo la forma de una cuenta de ahorro individual y un tercero de carácter voluntario (que podría ser patrocinado por el empleador).
Asistencia sanitaria
El Banco Mundial añade otro nuevo pilar social, no financiero, que integraría elementos como el acceso a la asistencia sanitaria, la vivienda o la ayuda familiar. «La experiencia demuestra que un diseño multipolar es más capaz de lidiar con los objetivos de los sistemas de pensiones y hacer frente con más eficacia a los riesgos políticos, económicos y demográficos», defiende. Añade que este sistema es más flexible porque permite a cada país modular sus políticas para dar respuestas a circunstancias y necesidades particulares.
Para el Banco Mundial, la mayoría de los regímenes en vigor no están en condiciones de responder a sus objetivos, crean distorsiones a la economía y no son sostenibles ante el reto del envejecimiento. La institución financiera señala, además, que los sistemas actuales están diseñados para trabajadores con dedicación plena y sin interrupciones en su carrera.
Dicho de otra manera, las mujeres y los trabajadores por cuenta propia o con un empleo temporal están más expuestos a la pobreza en la vejez. Por eso pide que se amplíen los sistemas «para dar acceso y transferibilidad a las prestaciones de estos trabajadores del siglo XXI».
SANDRO POZZI – Nueva York
EL PAÍS – Economía – 25-05-2005