Acerca de la denuncia del Arzobispado de Toledo a un militante de la CNT, y de la FAI, por una conferencia en la que se abordaba los crímenes cometidos por la Iglesia Católica.

Acerca de la denuncia del Arzobispado de Toledo a un militante de la CNT, y de la FAI, por una conferencia en la que se abordaba los crímenes cometidos por la Iglesia Católica.

Antonio Ripoll | Tierra y Libertad

La Iglesia nunca ha tolerado la libertad en general, pero sobre todo para concretar más, nunca ha tolerado la libertad de expresión. La destrucción de libros, la quema de herejes, la condena de la libertad de prensa, han sido hitos en su historia que ni siquiera ellos mismos se atreven hoy a negar. Pero otra cosa es hablar de ello.

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Los crímenes de la Iglesia

«La puta, la gran puta, la grandísima puta, la santurrona, la simoníaca, la inquisidora, la torturadora, la falsificadora, la asesina, la fea, la loca, la mala ; la del Santo Oficio y el Índice de Libros Prohibidos ; la de las Cruzadas y la noche de San Bartolomé ; la que saqueó Constantinopla y bañó de sangre a Jesusalén ; la que exterminó a los albigenses y a los veinte mil habitantes de Beziers ; la que arrasó con las culturas indígenas de América ; la que quemó a Sagarelli en Parma. a Juan Hus en Constanza y a Giordano Bruno en Roma ; la detractora de la ciencia, la enemiga de la verdad, la adulteradora de la Historia ; la perseguidora de judíos, la encendedora de hogueras, la quemadora de herejes y brujas ; la estafadora de viudas, la cazadora de herencias, la vendedora de indulgencias ; la que inventó a Cristoloco el rabioso y a Pedropiedra el estulto ; la que promete el reino soso de los cielos y amenaza con el fuego eterno del infierno ; la que amordaza la palabra y aherroja la libertad del alma ; la que reprime a las demás religiones donde manda y exige libertad de culto donde no manda ; la que nunca ha querido a los animales ni les ha tenido compasión ; la oscurantista, la impostora, la embaucadora, la difamadora, la calumniadora, la repimida, la represora, la mirona, la fisgona, la contumaz, la relapsa, la corrupta, la hipócrita, la parásita, la zángana ; la antisemita, la esclavista, la homofóbica, la misógina ; la carnívora, la carnicera, la limosnera, la tartufa, la mentirosa, la insidiosa, la traidora, la despojadora, la ladrona, la manipuladora, la depredadora, la opresora ; la pérfida, la falaz, la rapaz, la felona ; la aberrante, la inconsecuente, la incoherente, la absurda ; la cretina, la estulta, la imbécil, la estúpida ; la travestida, la mamarracha, la maricona ; la autocrática, la despótica, la tiránica ; la católica, la apostólica, la romana ; la jesuítica, la dominica, la del Opus Dei ; la concubina de Constantino, de Justiniano, de Carlomagno ; la solapadora de Mussolini y de Hitler ; la ramera de las rameras, la meretriz de las meretrices, la puta de Babilonia, la impune bimilenaria tiene cuentas pendientes conmigo desde mi infancia y aquí se las voy a cobrar».

Así arranca La puta de Babilonia, el demoledor pliego de cargos del novelista y ensayista colombiano-mexicano Fernando Vallejo sobre la Iglesia, publicado por Planeta en 2007.