Artículo de opinión de Rafael Cid

Colocar en un puesto de salida en las listas electorales del 20-D a un ex jefe de la Defensa, era algo que solo cabía esperar de un partido fervorosamente ultranacionalista. Tal son los ecos que aún resuenan de aquel grito facha “ejército al poder”. De hecho, algunos grupos falangistas y nostálgicos del franquismo incluyeron en su día a militares de la vieja escuela en sus candidaturas, recibiendo en justo castigo por su osadía el desdén general de los desconcertados votantes.

Colocar en un puesto de salida en las listas electorales del 20-D a un ex jefe de la Defensa, era algo que solo cabía esperar de un partido fervorosamente ultranacionalista. Tal son los ecos que aún resuenan de aquel grito facha “ejército al poder”. De hecho, algunos grupos falangistas y nostálgicos del franquismo incluyeron en su día a militares de la vieja escuela en sus candidaturas, recibiendo en justo castigo por su osadía el desdén general de los desconcertados votantes.

Pero ahora ha sido Podemos, un partido que dice representar a la sociedad civil cabreada y al espíritu del 15-M, el que lo ha hecho y se pretende que es la cosa más normal del mundo. Como si el pasado no existiera; el mandato constitucional encomendando a las Fuerzas Armadas la misión de defender la “integridad” nacional (Art. 8 C.E.) fuera nimio y el conflicto sobre la autodeterminación en Catalunya no estuviera en el punto de mira de Estado. No parece que el “derecho a decidir” que Pablo Iglesias dice admitir case bien con este ordeno y mando de repescar antiguos mandos de la cúpula militar, como el antiguo JEMAD José Julio Rodríguez

¿Entonces a qué se debe esta injerencia castrense en lo que por antonomasia se supone la forma de representación política de la sociedad civil? Habrá mil explicaciones y teorías de la conspiración para desentrañar esta versión cuartelera de las puertas giratorias, que a buen seguro despertara pasiones encontradas. Pero, como ocurre casi siempre, la respuesta está a la luz del día: por epatar. Es decir, por volver a reubicar a Podemos en el trending topic del comadreo. Y además para ganar en originalidad a su competidor socialista que ha fichado a la también ex militar Zaida Cantera, víctima de acoso por un mando, para el puesto sexto de su candidatura en Madrid.

Iglesias ha repetido como divisa que hoy se milita en los medios y no en los partidos, y todo le fue a pedir de boca cuando La Sexta y otros canales privados le convirtieron en su estrella favorita. Luego, disipado en las obligaciones parlamentarias como eurodiputado en Bruselas, el aura se fue apagando. Hasta que el vapuleo recibido en el debate con el líder de Ciudadanos, el también político emergente Albert Rivera, le mandó un aviso que su ego no podía ignorar. Había que volver a la pequeña pantalla o, como aseguraban todas las encuestas, más dura podría ser la caída.

Y volvió donde solía. Abrió su casa de par en par a la reina del amarillismo cool Ana Rosa Quintana en Telecinco; se dejó querer de nuevo por los programas amigos (Gran Wyoming, Ferreras, etc.) y hasta hizo bolos en el Hormiguero de Antena 3 mostrando sus múltiples destrezas. ¡A grandes males grandes remedios! Esa es la verdadera clave del misil propagandístico lanzado por Podemos y su secretario general Pablo Iglesias para volver a situarse en órbita. En buena lógica surrealista, si de asaltar los cielos se trata mejor hacerlo de la mano de todo un general de división del ejército del aire.

José Julio Rodríguez Fernández, flamante número 2 de Podemos en Zaragoza para el 20-D, sustituyó en el JEMAD (Jefe de Estado Mayor de la Defensa) en el año 2008 al también general Félix Sanz Roldán, hoy director de la CNI (Centro Nacional de Inteligencia). La ex comandante Zaida Cantera de Castro acusó directamente a la cúpula militar de haber tapado los abusos sexuales que sufrió a lo largo de 2008 y 2009.

Rafael Cid


Fuente: Rafael Cid