EE UU intensifica su lucha contra el terrorismo en los aeropuertos y planea tomar las 10 huellas dactilares de todos aquellos que quieran entrar en ese país para incorporarlas a un banco de datos compartido con el FBI. Hasta la fecha, y tras el 11-S, sólo era necesario someter los dedos índices de cada mano a examen a la llegada a cualquier frontera de Estados Unidos. Pero, según informaba ayer un portavoz del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, «a partir del verano» la práctica cambiará y «se comenzará a tomar huellas de los 10 dedos en varios aeropuertos».
Desde ese momento, los millones de personas que cada año visitan EE UU verán cómo sus huellas quedan almacenadas en los archivos de la Oficina de Investigación Federal (FBI, en sus siglas en inglés) junto a las de criminales y asesinos de toda índole.
La información, adelantada por el semanario británico The Observer, ha despertado, una vez más, a las organizaciones de defensa de derechos civiles que ven en la medida cómo se pretende equiparar a ciudadanos normales con sospechosos de terrorismo.
Para Liberty, un grupo británico de derechos civiles, «acumular las huellas dactilares de millones de pasajeros inocentes no servirá para disuadir a potenciales terroristas», declaró al Observer la directora de esa ONG, Shami Chacrabarty. «Esa propuesta enloquecida convierte a miles de viajeros respetuosos con la ley en sospechosos de terrorismo», denunció a su vez al Observer Simon Davies, director de Privacy International, grupo que hace también campaña a favor de la protección de la intimidad.
Fuentes del departamento de Seguridad Nacional aseguraron que 10 aeropuertos de Estados Unidos serán los primeros en poner en práctica la nueva norma -entre los que se encuentran Nueva York, Washington y Miami- y afectará a los países de la Unión Europea, Japón, Australia y Nueva Zelanda.
Quienes hoy vuelan a Estados Unidos, además de estar obligados a poseer un pasaporte de lectura digital, se exponen a que se rastreen todas las transacciones realizadas con sus tarjetas de crédito cuando éstas hayan sido utilizadas para comprar el billete de avión. Y quienes comuniquen una dirección de Internet a una compañía aérea se exponen a que se examinen los mensajes personales.
Pero los grupos de derechos civiles alertan que la tecnología empleada en la toma de huellas está lejos de ser infalible y que las vacaciones de una familia normal y corriente en viaje a, por ejemplo, Disneylandia, pueden acabar convertidas en una pesadilla si sus datos son confundidos con los de un potencial terrorista. Según un informe reciente del grupo de derechos civiles Statewatch, que citaba un estudio japonés de 15 sistemas biométricos, 11 de ellos no lograron detectar «falsas» huellas dactilares al cubrirse las yemas de los dedos con cinta de látex, según informaba el diario The Observer.
En Estados Unidos, el plan de tomar las 10 huellas dactilares ha causado también preocupación en los grupos de defensa de las libertades, que acusan al Gobierno de utilizar el pretexto de la lucha antiterrorista para reforzar su control sobre los ciudadanos. En la actualidad, los bancos de datos del Departamento de Seguridad Nacional cuentan con 71 millones de huellas.
La Comisión Europea no tenía ayer comentarios que hacer a los anunciados planes estadounidenses de incrementar sus controles sobre los pasajeros con la toma de las 10 huellas dactilares, pero está a la espera de las propuestas que Washington debe plantear para reformar, e incrementar, la información que las compañías aéreas ya proporcionan sobre los pasajeros que vuelan a Estados Unidos, informa Ricardo M. de Rituerto desde Bruselas.
El futuro paquete de medidas, que deberían entrar en vigor a partir de julio, sustituirá al pactado el pasado mes de octubre, cuando Bruselas y Washington acordaron la transferencia a Estados Unidos de 34 datos relativos a cada pasajero, desde su número de teléfono al de su tarjeta de crédito. Son datos que en su mayoría el viajero comunica al adquirir su billete.
Fuentes de la Comisión adelantaron entonces que cabía esperar intensas negociaciones esta primavera, ya que Washington iba a reclamar más informaciones. «Se negociará un acuerdo más amplio con Estados Unidos», adelantó una fuente.
Fuente: YOLANDA MONGE (El País)