Fahrenheit 9/11, la nueva película de Michael Moore, en la que se critica despiadadamente la invasión de Irak, no podrá ser vista por adolescentes con menos de 17 años si no van al cine acompañados de sus padres o tutores.
El documental, que ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes y que tras muchas vicisitudes se estrenará en Estados Unidos el próximo día 25, ha recibido la temida R que hace sudar a los distribuidores estadounidenses y que otorga la Motion Pictures Association of America (MPAA).


Fahrenheit 9/11, la nueva película de Michael Moore, en la que se critica despiadadamente la invasión de Irak, no podrá ser vista por adolescentes con menos de 17 años si no van al cine acompañados de sus padres o tutores.

El documental, que ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes y que tras muchas vicisitudes se estrenará en Estados Unidos el próximo día 25, ha recibido la temida R que hace sudar a los distribuidores estadounidenses y que otorga la Motion Pictures Association of America (MPAA).

¿El motivo ? «Sus imágenes violentas y perturbadoras y su lenguaje», ha dicho la MPAA, una organización que en su momento también le otorgó una R a Hable con ella, de Pedro Almodóvar.

La decisión, conocida durante este fin de semana, ya ha sido contestada por IFC Films y Lions Gate, las dos empresas encargadas de llevar a los cines una película que Disney se negó a distribuir por ser demasiado política. «Es una decisión totalmente injustificada», afirmó el domingo Tom Ortenberg, presidente de Lions Gate, mientras que Jonathan Sehring, presidente de IFC Films, aseguró que lucharían por cambiar la clasificación recibida : «Vamos a hacer todo lo que esté legalmente en nuestro poder para combatir esta clasificación injustificada. La voz de Moore se merece una amplia audiencia y confiamos en que esta decisión finalmente sea revocada».

Sin duda, el filme -cuya distribuidora en España, Alta Films, no tiene aún fecha definitiva de estreno- llegará a más gente que ningún otro documental en Estados Unidos, puesto que se estrenará en 1.000 cines a la vez, una cifra nunca antes alcanzada por una película de no ficción, pero, a juzgar por las palabras de Michael Moore, eso no basta. «Es tristemente posible que muchos jóvenes de 15 y 16 años sean reclutados para servir en Irak durante los próximos dos años. Si son lo suficientemente adultos como para ser reclutados y son capaces de combatir y arriesgar sus vidas, ciertamente se merecen el derecho a ver lo que está pasando en Irak», declaró Moore en un comunicado.

Continúa así la controversia que ha rodeado desde meses antes de su estreno a este documental que el cineasta, ganador de un Oscar por Bowling for

Colombine, quiere utilizar abiertamente contra la reelección en noviembre de George W. Bush, a quien ataca en Fahrenheit 9/11 no sólo por su decisión de invadir Irak, sino por sus relaciones con la familia Bin Laden y los intereses económicos ocultos que han rodeado su mandato.

Curiosamente Moore, considerado por los conservadores estadounidenses un izquierdista radical, se autocensuró sobre lo que sabía sobre las torturas perpetradas en la prisión de Abu Ghraib -y que también se muestran en su filme- meses antes de que estallara el escándalo. «Tuve las imágenes mucho antes de que se emitieran por televisión y quise denunciarlo, pero tuve miedo de que se me acusara de querer hacer publicidad de mi película. Eso me impidió tomar la decisión correcta», declaró la semana pasada al San Francisco Chronicle, expresando así su arrepentimiento por no haber contribuido a que quizás los abusos que hoy enturbian la imagen del Ejército norteamericano se investigaran antes. Además, el cineasta ha desmentido que piense dedicarle su próximo documental a Tony Blair, a quien considera «más responsable de la guerra de Irak que a Bush». «Lo dijo en broma durante una entrevista y aparentemente se lo tomó en serio», se afirma en su página web.