Todo empezó en enero de 2002 cuando el Boston Globe publicó una serie de artículos sobre los abusos cometidos por el padre John Geoghan sobre más de un centenar de jóvenes a lo largo de décadas y los esfuerzos por parte de la jerarquía local, liderada por el arzobispo de la ciudad, el cardenal Bernard Law, por encubrir el asunto.
Fue el principio de un escándalo que sigue conmocionando la Iglesia católica estadounidense, le ha costado dos mil millones de dólares en indemnizaciones, lo que ha llevado a la quiebra a varias parroquias, ha salpicado a algo menos de cinco mil curas y ha sacado de un humillante silencio a más de doce mil víctimas.
Después de que el Globe sacara la noticia, cientos y cientos de afectados empezaron por primera vez a contar sus historias. Ante la proporción del desastre, el Papa Juan Pablo II, convocó en Roma a los cardenales estadounidenses en verano del 2002. Una de sus primeras medidas fue forzar la dimisión de Law. Otros obispos también tuvieron que abandonar sus parroquias. En total, 19 miembros de la jerarquía se vieron salpicados por el escándalo, por cometer los crímenes o por encubrirlos.
En 2004, un informe encargado por la Iglesia norteamericana y elaborado por el colegio criminal John Jay de Nueva York, implicó a 4932 curas, el 4% del total del país.
Seis años más tarde, la visita de Benedicto XVI ha reabierto viejas heridas. Pese al encuentro que mantuvo el pasado jueves en Washington con algunas víctimas, los afectados, movilizados en el Survivors Network of Those Abused by Priests (SNAP), siguen pidiendo justicia. “Este es un pequeño paso que llega bastante tarde, en un camino muy largo”, dijo Joelle Casteix, una de sus portavoces.
En los tribunales siguen juzgándose casos de abusos. En 2003 la Archidiócesis de Boston tuvo que pagar 85 millones de dólares a 522 personas. El pasado septiembre, una corte judicial de Scranton, Pensilvania, ordenó a la Iglesia local indemnizar con tres millones de dólares a la víctima de un cura pederasta, una de las mayores sumas desembolsadas por el clero estadounidense. En octubre, la Archidiócesis de Los Ángeles y otra orden católica acordaron pagar diez millones de dólares a siete afectados.
En total, la iglesia de California ha desembolsado 200 millones de dólares en indemnizaciones para resarcir a las víctimas.
Fuente: Isabel Piquer | publico.es