Artículo de opinión de Puri Eisman, Secretaria de Comunicación de CGT-PV publicado en Información
Hacía tiempo que no sabíamos de él y, después de recibir la triste noticia de su pérdida, hemos comprendido que solo algo inevitable podría frenar su actividad intelectual y comprometida.
Hacía tiempo que no sabíamos de él y, después de recibir la triste noticia de su pérdida, hemos comprendido que solo algo inevitable podría frenar su actividad intelectual y comprometida.
Galeano era un ser humano único. Nadie como él para explicar lo inexplicable. Su sabiduría nos introducía a la reflexión y nos invitaba a pensar de la forma más sencilla y didáctica posible. Galeano se balanceaba entre la ingenuidad y el intelecto, sus conocimientos eran más innatos que académicos y su filosofía era como una especie de fusión entre Oriente y Occidente. Lo complejo lo desmenuzaba y nos lo acercaba para invitarnos a pensar, muchas veces dentro de una sutil ironía que nos provocaba una sonrisa.
Sus razonamientos eran tan ocurrentes como elocuentes. Recuerdo una de sus conocidas frases cuando la invasión de Irak: «Si este país en vez de yacimientos de petróleo cultivara rabanillos, nadie se acordaría de él». Parecía una obviedad, pero en una frase ilustró como nadie el drama de Irak.
Crítico con el sistema capitalista. Hace muchos años nos advirtió del lenguaje que utilizaban, a base de eufemismos, para colarnos todas sus maldades. Pero también tenía para la Iglesia: «Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: «cierren los ojos y recen». Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia».
Otros y otras vendrán. La sabia nueva tiene que surgir, pero está ocupada luchando por sobrevivir. Son malos tiempos para la lírica, como cantaran Golpes Bajos.
Eduardo Galeano se ha ido un poquito porque solo las personas olvidadas se van para siempre.
Puri Eisman
Fuente: Puri Eisman