Buenas tardes, me llamo Santi y soy miembro de la Coordinadora Estatal del Telemarketing y aquí os hablo en nombre de la Confederación General del Trabajo.

Esta semana, coincidiendo con esta Junta General de Accionistas de Telefónica, la CGT ha puesto en marcha en las redes sociales una campaña apelando a la responsabilidad social de Telefónica.

Esta semana, coincidiendo con esta Junta General de Accionistas de Telefónica, la CGT ha puesto en marcha en las redes sociales una campaña apelando a la responsabilidad social de Telefónica. Pensamos en CGT que ya que de la sociedad, de las personas que habitan este país, obtiene esta empresa sus beneficios, y además de una actividad tan social como son las telecomunicaciones: las conversaciones a través del teléfono de casa o el móvil, o la ya generalizada conexión de datos –Facebook, Twitter, SMS, Whassapp–, elementos que para muchos sectores de la sociedad les permiten desarrollar las relaciones sociales, y que todas ellas son actividades que van más allá de la propia comunicación y que se han convertido en un modelo de vida que caracterizan una sociedad avanzada; pues bien, repito, como de la sociedad esta empresa obtiene sus beneficios hemos pensado que la mejor manera de hacerles una buena propaganda sería mostrando la capacidad de compromiso que tienen con la sociedad a la hora de revertir tamaños beneficios –cerca de 4.000 millones en el 2012, más de 900 en el primer trimestre de este año– en aquellos de quienes se obtienen, generando empleo de calidad en estos momentos tan difíciles de dura crisis. La hemos llamado: “Pídele trabajo a Cesar”. 

Pero, al contrario de lo que se esperaba encontrar sobre esta multinacional, las redes sociales nos han devuelto una visión muy diferente de esta compañía: ellas nos hablan de la Telefónica más endogámica, de la cultura del amiguismo y del pelotazo; nos hablan de mangantes, imputados, prescritos y especuladores, nos hablan del caso Tabacalera, del caso Noos o Terra Mítica; nos hablan del cobijo en que se ha convertido esta compañía para los responsables, políticos o no, de esta crisis, no sólo económica –origen en las hipotecas basura americana del 2007– una crisis en general de valores democráticos que evidencia una putrefacción del sistema económico que rige las sociedad en que vivimos. 

Como anecdótico, Sr. Alierta, en esas mismas redes sociales –a las que ustedes dan cobertura– le hemos podido volver a ver en aquella memorable rueda de prensa de hace un par de años donde hablaba de aquel niño de Arequipa que, desde su garaje –le puedo asegurar que en nuestras precarias viviendas no lo podríamos hacer porque no tenemos garajes– podría colgar en su “telefónica store” una aplicación con la que hacerse rico porque millones de personas se la podrían descargar en “Pekín o en Berlín”. En él aseguraba que aquello sería una realidad que “caería por su propio peso” y ponía como ejemplo la anécdota de aquel sargento en la mili que decía que “la bala, en su trayectoria, caería por la gravedad o por su propio peso”. Memorable, muy español. 

Bien, pues nuestro sindicato piensa que una sociedad sana se debe regir por una serie de principios básicos que representan los valores humanos: la confianza, la honestidad, la responsabilidad, la cooperación, la generosidad y, algo que nos caracteriza: la solidaridad. 

Pero, precarizando el mercado laboral como lo ha hecho Telefónica desde que se privatizara en los años 1990, no es un ejemplo de esos valores filantrópicos. Es cierto que los gobiernos de turno –al dictado de las empresas, como la suya, que forman el tejido empresarial del país– les ha facilitado, reforma tras reforma, la destrucción de millares de puestos de trabajo de calidad –ERE tras ERE se han destruido en Telefónica más de treinta mil puestos de trabajo– para volver a crearlos, ya precarios, en el sector de las telecomunicaciones: trabajadoras y trabajadores del telemarketing –al que represento–, del mundo de la informática o de en empresas colaboradoras que trabajan en casa del cliente, en las fachadas de los edificios, en arquetas o en centrales telefónicas, todos ellos con sueldos miserables y condiciones laborales infrahumanas, donde el empresariado de turno se aprovecha de los padefos para aplicar minuciosamente la cultura de la explotación laboral. 

Hay que recordar que tras el beneplácito de esta multinacional, en el último año miles de empleos del sector de telemarketing han desaparecido o se han precarizado. Recuerdo hoy aquí a las y los trabajadores de TeleTech, que llevaban magníficamente servicios de Telefónica en Madrid, y tras el compadreo esta empresa y esa otra multinacional americana, se quedaron todos en la calle. Recuerdo hoy aquí también lo que pasó hace apenas un mes en la empresa Unitono donde vimos como, por decisión directa de Telefónica, y con ese único argumento, 210 trabajadoras y trabajadores han sido despedidos y a los que se quedaron se les aplicó una modificación sustancial para 121 de ellos más para todos los que operan para esta compañía un ERTE salvaje de 33000 horas mensuales. Es decir, con una causa absurda como es la decisión de Telefónica, se ha legalizado en UNITONO el «todo vale» para precarizar las condiciones laborales de los teleoperadores que atienden los servicios de esta multinacional. 

Qué decir de ATENTO, empresa que este año habéis vendido a un fondo de capital riesgo, y para la que nos tememos que en los próximos años se organice una auténtica masacre hacia los miles de trabajadores que atienden a los clientes de Telefónica. Atento es la empresa con más centros de trabajo en el estado español y con más teleoperadores que dependen de telefónica y han sido abandonados a un futuro muy incierto. Y no me olvido tampoco aquí de otras dos subcontratas de Telefónica (GSS y Digitex) que también recientemente han despedido y han precarizado las condiciones de decenas de sus trabajadoras por decisión directa de esta multinacional sin escrúpulos. 

Pero no solo ustedes precarizan el sector del Telemarketing. En un mar de empresas subcontratadas, muchas de ellas fundadas por ex directivos de Telefónica, se precariza también a los trabajadores informáticos. Empresas como Irium, donde despidieron a una pareja porque él se significó en defensa de los derechos de los trabajadores; como Axpe Consulting, AtoS, Alten, Bull Siconet, CESCE, CGI, Coritel, HP, IBM, Indra, INSA, OESIA, Panel, Tecsidel, Telvent y cientos de charcuteras de la informática que viven de la subcontratación y de dar un servicio de despido barato a la gran matriz. ¿Es este tipo de trabajo sin un futuro mínimamente seguro lo que quieren las y los accionistas de Telefónica? ¿Es así como devuelven esta empresa y su junta directiva a la sociedad todo lo que ésta les ha dado? 

Con la entrada en la Unión Europea, España fue de los países que puso en marcha la “Liberalización del mercado de las telecomunicaciones” y, el Sr. Gónzalez y el Sr. Aznar, vendieron la participación que de ella tenía el estado. En otros países como Alemania o Francia, no ha sido así, y los estados mantienen el porcentaje suficiente de acciones como para controlar las empresas de Telefonía como la France o la Duch Telecom. 

Todo ello, con la excusa de que la “liberalización” supondría una mayor oferta en el mercado y, por tanto, la bajada del precio de los servicios. Ni siquiera eso, en las redes la sociedad se sigue quejando del alto precio de los productos de las telecomunicaciones, y en especial de los de Telefónica. 

Entonces: ¿Cómo puede ser que el abaratamiento del coste laboral haya supuesto un incremento del precio de los servicios?¿No se perseguía una mayor competitividad a precios más asequibles? La explicación, sin duda, está en el incremento del personal de alta dirección que ha disparado las diferencias salariales. Paradigmático ejemplo de estas diferencias la Ciudad de las Telecomunicaciones, donde confluyen “todas estas castas” de un sistema profesional piramidal donde las distancias se han multiplicado de forma exponencial. 

Ya hemos visto lo que ha supuesto la “autorregulación de los mercados” por la que abogan las clases dirigentes más neoliberales: la mayor crisis económica desde la del crack del 29. Entonces se limitaron las diferencias salariales marcando unos salarios máximos. En Telefónica el consejero delegado Sr. Linares se acaba de ir con una indemnización en su plan de pensiones cercana a los 40 millones de euros. Mal ejemplo, despiden y explotan al trabajador subcontratado con indemnizaciones de miseria y hacen multimillonarios a su ejecutiva. 

Desde CGT le exigimos a esta telefónica que respete los derechos de las y los trabajadores que dependen de ella. Esta empresa debería exigir a todas sus subcontratas un código de buenas prácticas hacia su plantilla y debería hacer un compromiso de empleo que permita a las familias no estar pendiente de que el ejecutivo de turno de telefónica haga una llamada a su empresa que le deje en la calle. Si no hacen eso y mucho más va a ser inevitable que esta compañía y sus marcas comerciales sean sean señalados entre los ciudadanos de a pie como los principales responsables, de los ataques a los derechos de miles de los trabajadores. Ustedes sabrán lo que se juegan. 

Nosotros llevamos años viviendo en la precariedad, y nos acomodaremos a ella por algún tiempo. Pero no olvide que los trabajadores son los únicos productores de su riqueza. Somos nosotros, los obreros, los que atendemos a los clientes, los que vigilamos los sistemas y los que conectamos los circuitos. Somos nosotros los que arreglamos las averías. Somos nosotros los que convencemos a los ciudadanos para que contraten un servicio u otro. Están ustedes forzando la máquina y pueden destruirlo todo por su avaricia. Torres más altas han caído. Pero a nosotros las ruinas no nos dan miedo porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este instante. 

Madrid, 31 de mayo de 2013

Confederación General del Trabajo


Fuente: CGT-Telefonica