Mecánico. Intervino desde muy joven en las luchas sociales del movimiento obrero. Su combativa intervención en la huelga general de agosto de 1917, le valió su expulsión de la UGT. Pocas semanas después se exilió a Francia por no presentarse al servicio militar. En octubre de 1922 fundó con Francisco Ascaso, García Oliver, Aurelio Fernández, Ricardo Sanz, y otros, el grupo anarquista Los Solidarios .
A principios de 1923 fue detenido en Madrid y liberado en junio. El 1 de septiembre participó en el atraco al Banco de España en Gijón y proclamada la Dictadura de Primo de Rivera el 23 del mismo mes, decidió exiliarse.
A principios de 1923 fue detenido en Madrid y liberado en junio. El 1 de septiembre participó en el atraco al Banco de España en Gijón y proclamada la Dictadura de Primo de Rivera el 23 del mismo mes, decidió exiliarse.
En enero de 1924, Ascaso y Durruti se instalaron en París. En noviembre de 1924 participaron en el complot de Vera de Bidasoa, que pretendía la invasión de España por pequeños grupos guerrilleros. Tras el fracaso, en diciembre de 1924, Durruti y Ascaso marcharon a América, donde combinaron el trabajo en varios oficios, con los atracos para financiar la liberación de presos, la fundación de escuelas racionalistas y otros proyectos, en un periplo que los llevó a New York, México, Cuba, Chile, Argentina, Uruguay, volviendo a París en mayo de 1926. En julio de 1926 Durruti, Ascaso y Jover fueron detenidos bajo la acusación de preparar un atentado contra Alfonso XIII, que visitaba París el 14 de julio de 1926. Se inició una intensa y masiva campaña popular para evitar la extradición de los anarquistas españoles en Argentina o España, que logró su liberación en julio de 1927. Después de un periodo de clandestinidad y constantes expulsiones en la frontera franco-belga, a principios de 1929 se les concedió residencia legal en Bruselas.
Con la proclamación de la República, en abril de 1931, Durruti volvió a Barcelona, residiendo en el barrio obrero de Pueblo Nuevo. Constituyó el grupo Nosotros con García Oliver, Francisco Ascaso, Ricardo Sanz y otros.
Fue deportado a Canarias y Guinea en febrero de 1932, como castigo por su participación en la insurrección de enero de 1932 en el Alto Llobregat.
Liberado en septiembre de 1932. Formó parte del Comité revolucionario de la insurrección del 8 de enero de 1933 en Barcelona. Detenido en abril de 1933, junto a Francisco Ascaso, ambos fueron tomados en el penal del Puerto de Santa María, hasta su liberación en octubre.
Trabajó como mecánico e intervino en la campaña abstencionista de las elecciones de noviembre de 1933. Impulsó la insurrección de diciembre de 1933, por lo que fue detenido y encarcelado en la prisión de Burgos, hasta la amnistía de abril de 1934. En junio participó en el Pleno Nacional de la CNT, que rechazó el pacto de Alianza Obrera, firmado por la CNT asturiana con la UGT. Fue detenido a raíz de los hechos del 6 de octubre de 1934, en Cataluña, a pesar de no haber intervenido para nada, quedando aprisionado en la Cárcel Modelo de Barcelona hasta abril de 1935. El resto del año conoció diversos y breves, pero sucesivos encarcelamientos.
En julio de 1936 era miembro del Comité de Defensa Confederal que derrotó al ejército. El 20 de julio 1936 formó parte de la delegación que se entrevistó con Companys y que tomó la decisión provisional de formar el CCMA. Fue nombrado delegado de la Columna que el 24 de julio partió en camiones a la conquista de Zaragoza. Contrario a la militarización de las Milicias populares y a la participación gubernamental. Parte de la Columna Durruti fue trasladada a Madrid, en peligro de caer en poder de los franquistas.
El 19 de noviembre de 1936 fue herido de bala en el frente de Madrid, muriendo al día siguiente. Impresionante y masivo entierro en Barcelona, el domingo día 23.
Al año de su muerte la propaganda estalinista le atribuyó falsamente un eslogan, inventado por Ilya Ehrenburg, que su aparato de propaganda hizo famoso: «Renunciamos a todo menos a la victoria». Era la segunda muerte de Durruti. Póstumamente sus enemigos le otorgaron el grado de teniente coronel, lo santificaron y lo convirtieron en un héroe del pueblo, repitiendo insistentemente la frase que nunca había pronunciado.
* Artículo publicado en el núm. 150 de la revista Cataluña.
http://cgtcatalunya.cat/spip.php?article9179#.UbWj3ufwkVA
Fuente: Agustín Guillamon